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Cosas que hacen que la vida valga la pena

Comedia. Romance. Drama Hortensia (Ana Belén) es una mujer madura que trabaja en una oficina del INEM. Cuando su marido la abandonó por una joven, perdió toda esperanza de volver a enamorarse. Un día conoce en la oficina a un parado (Eduard Fernández) que acaba de superar una profunda depresión. (FILMAFFINITY)
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Críticas 22
Críticas ordenadas por utilidad
18 de julio de 2005
5 de 9 usuarios han encontrado esta crítica útil
Una funcionaria del INEM y un desempleado deprimido, entablan una bonita relación en las oficinas del paro. Con un Eduard Fernández que saca su parte cómica en esta película y Ana Belén, que aunque hay que reconocer que es mejor cantante que actriz, saca a flote a su personaje.

Una historia de dos personas cansadas de la vida que llevan, con pocas esperanzas de encontrar un nuevo aliciente, se encuentran y a base de contradecirse a sus pensamientos, se dejan llevar, viviendo de este modo unos dias muy intensos.

La reflexión que hago cuando salgo del cine es que el día menos esperado, en el sitio que menos te esperes te puede ocurrir algo que haga que la vida valga la pena.
VICONCE
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30 de abril de 2007
5 de 9 usuarios han encontrado esta crítica útil
No sé porque esta película no ha sido más conocida la verdad, sobre todo porque para ser española está bastante bien, y si a eso de ser española le sumas que es una mezcla entre drama y comedia, la nota asciende... Porque sinceramente, las españolas dejan mucho que desear, aunque siempre te encuentras, como en este caso, con películas sorpresa, es decir, películas que ves en el video-club y te quedas pensando... esta peli?? y luego resulta ser buena, pues bien, esta es una de ellas. Representa la mediocridad de vida que llevan muchos españolitos de a pie, que van de sobrados y no pueden soportar la soledad y su propia levedad.. he aqui un ejemplo de ello...
Sukina
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28 de septiembre de 2017
1 de 1 usuarios han encontrado esta crítica útil
Lo mejor es la actuación de Eduard Fernández. Las voces en off con los pensamientos de los protagonistas tampoco están mal.
Herminia y Jorge, dos divorciados deshauciados sentimentalmente se conocen, se ayudan y consiuen rehacer sus vidas. Parece simple, pero está muy bien llevada la historia y los personajes son naturales, normales, como la vida misma.
luguca
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6 de marzo de 2010
1 de 2 usuarios han encontrado esta crítica útil
No puedo suspender esta película porque quizá como historia de amor funciona gracias a la química entre Ana Belén y Eduard Fernández. Sin embargo, mi aprobado es muy justo porque esperaba otra cosa. Conociendo los antecedentes de Manuel Gómez Pereira en la comedia, quizá pensaba que iba a ver algo de enredo al estilo de "¿Por qué lo llaman amor cuando quieren decir sexo?", "Boca a boca", "El amor perjudica seriamente la salud", o el que para mí es el mejor de sus trabajos: "Todos los hombres sois iguales". Claro que es difícil superar esta genial parodia de la guerra de sexos.
Luis Miguel
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27 de noviembre de 2014
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Fue tras la sorprendente BOCA A BOCA, y, sobre todo, tras la exquisita EL AMOR PERJUDICA SERIAMENTE LA SALUD cuando el exitoso realizador Manuel Gómez Pereira consolidó una refinada solidez como comediografo, imponiendo, como sello personal, un distinguido trabajo en la puesta en escena de sus impecables, comedidos y elaborados trabajos. Estos dos últimos sí suponían el tan ansiado salto cualitativo con respecto a la vulgar, prescindible tradición celtibérica, que había tratado de reflotar mediante sus obras anteriores

COSAS QUE HACEN QUE LA VIDA VALGA LA PENA, la obra que ahora nos ocupa, vino a retomar el tema del conflicto amoroso ya planteado en la película protagonizada por Penélope Cruz y Gabino Diego, pero siendo abordado ahora desde unos planteamientos bien distintos. El divertido seguimiento de los accidentados avatares (des)afectivos de una complicada pareja, desde su inicio hasta, décadas más tarde, el final definitivo de su relación, da paso, en esta ocasión, a la historia de un encuentro y sus más inmediatas consecuencias en la vida estancada de dos desconocidos a los que el azar entremete. EL AMOR PERJUDICA... detallaba, sin compasión alguna, el itinerario demoledor que describían las tumultuosas alternancias afectivas que el paso del tiempo había ido permitiendo en la aparatosa trayectoria de sus protagonistas, para concluir certificando con encono la defunción de los afectos mutuos, cuando éstos perduran únicamente como jirones apresurados en descerrajarse a la cara, de una vez por todas, un aliviador, irreversible "The end".

COSAS QUE HACEN... dispone la travesía diametralmente opuesta. Los desdichados juguetes rotos no le son desvelados al espectador al final de la función, como consecuencia de las desdichas reveladas durante todo el largometraje, sino que son los enseres defraudados desde los que se origina todo el conflicto. Hortensia y Jorge nos son presentados como personas autoabonadas al punto y final; como perros heridos y maltratados, resignados a lamer unas heridas que no saben hacer cicatrizar: ella una madura funcionaria que trabaja en una oficina del INEM, separada, aburrida, timorata y madre con niño; él, un entusiasta y desubicado profesor de autoescuela, también separado de su mujer, en paro por culpa de un desgraciado accidente de tráfico, saldado con el coma del alumno que estaba efectuando la práctica en ese momento.

Pereira describe con cariñosa agilidad y delicado gracejo el azaroso entrecruzamiento de dos despechados impelidos a cantarle una rumbita a sus enojadas emociones, a regalarse una segunda oportunidad en una edad más oportuna para saldos o conformidades que para oportunidades con ángel de ser merecidas. COSAS QUE HACEN... concentra el arrumaco de sus virtudes en una primera hora sencillamente deliciosa. El realizador emplea con ingenio y pertinencia la voz en off de ambos personajes, deleitando al espectador con el jugoso embrollo de las constantes contradicciones en las que estos incurren.

Hortensia y Jorge titubean, trepidan, desconfían, se censuran, se lanzan, se esperanzan, se castigan, bien haciendo lo contrario de lo que piensan, bien pensando lo que acto seguido no van a ser capaces de cometer, o bien cometiendo lo que acababan de pensar que no debían hacer, pero que en el fondo deseaban acabar haciendo. Hay destellos de alta comedia en todas y cada una de las escenas en las que ambos enfrentan sus deseos, y en la elaborada, airosa, chispeante mediación de unos diálogos excelentes, muy de agradecer en los tiempos basura que nos está tocando padecer.

A la altura de lo mejor que ha ofrecido su director, podríamos elevar escenas como la primera conversación entre ellos dos en el bar, tras su sorprendente encuentro en la oficina del paro; la salida nocturna al cine juntos; el atragantamiento consagrado de Hortensia en la iglesia; y, sobre todo, la magnífica secuencia de la ducha, y el desayuno posterior. Pereira compone aquí un luminoso acercamiento a la felicidad reencontrada por sus personajes. Estremece, es sentida, reconforta la entrega con la que Ana Belén y Eduard Fernández ahondan en la acometida de desencantos y caricias que degustan las ansias nuevas de Hortensia y Jorge.

No podemos decir lo mismo del resto de elementos y estrategias narrativas que atraviesan el film. Carecen del duende que impregna la relación central. Pereira, incluso, parece no querer esforzarse por enmendar de algún modo el notorio desequilibrio que lacera la calidez del ritmo conseguido en toda la primera parte. Tiene muy claro cuál es el meollo argumental de su película, se siente muy a gusto en él, y se desentiende de muy descuidada forma de flecos mal perfilados (como los personajes de Sacristán, Pujalte, o Pardo), mal concebidos (el giro dramático en la escena del hospital; la aparición final del alumno) y mal rodados (la pelea en la cocina del restaurante chino; la resolución del baile durante el banquete de comunión).

Sin embargo, COSAS QUE HACEN... no decepciona. Soluciona con ternura, con proximidad, con descaro y con una credibilidad muy difícil de localizar en otras muchas propuestas, cuyo nombre no vale la pena mentar, todos los escollos con los que va tropezando. La historia de esta segunda ocasión, de este nuevo asalto, de esta ansiada prórroga concedida cuando uno asume el convencimiento de que el último penalty del partido ha sido lanzado fuera de la portería, merece ser considerada como la más sensible de las coyunturas amorosas que el cine español nos ha ofrecido este año. Haría bien Manuel Gómez Pereira en seguir obsequiándonos con cortesías de esta finura.
SPOILER: El resto de la crítica puede desvelar partes de la trama. Ver todo
Musiczine
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