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Veredicto final

Drama Frank Galvin (Paul Newman), un maduro abogado en decadencia, es un adicto al alcohol que sobrevive gracias a pequeños y rutinarios trabajos. Un antiguo socio le recuerda el caso, todavía sin resolver, de un error médico cometido en un hospital y del que Galvin se había ocupado. No es nada fácil para él trabajar de nuevo de forma profesional, pero su tesón es tal que no tarda en averiguar que puede ganar el caso. Es entonces cuando ... [+]
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Críticas 60
Críticas ordenadas por utilidad
31 de mayo de 2013
8 de 10 usuarios han encontrado esta crítica útil
Tengo un afecto especial por el protagonista de esta película. La interpretación de Paul Newman es impecable; está creíble y contenido encarnando ese estereotipo de eterno perdedor que tanto me gusta. La he visto ya dos veces, y me es inevitable acabar relegando el proceso judicial a segundo plano. Deseo que toda la trama acabe bien no ya por el mero cumplimiento de la justicia, sino por ver liberado de sus demonios a ese abogado gris y alcoholizado, que probablemente ya no vuelva a tener otra oportunidad de demostrar al mundo que es más que una sombra.

Gracias.
Nuño
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2 de febrero de 2011
7 de 8 usuarios han encontrado esta crítica útil
Si pones a Lumet tras las cámaras y al gran Newman en un papel de abogado echado a perder, metes un caso particularmente difícil que será llevado a juicio, un romance inesperado y la conciencia de hacer lo correcto, probablemente encontrarás Veredicto final.
Si hablamos del género, es indudablemente obra de referencia. Y no solamente por llevar a buen puerto todo el entramado legal, sino por entregarnos al mejor Newman y algunos momentos inolvidables.
Posiblemente Galvin no hubiera sido el mismo si no bebiese tanto. Tampoco si no le gustase jugar a la máquina de pinball del bar de Jimmy. Y aún menos si su vida estuviera menos destrozada, personal como profesionalmente hablando. Seguramente tampoco si no hubiese contado con la inestimable ayuda de un amigo como James Mason (estupendo). Pero es que el personaje tiene mucho tirón, y particularmente a mi me encantan los hombres al límite, que hallan repentinamente algo de luz en su oscuridad.
Con un puñado de escenas para el recuerdo (las fotografías de la Polaroid en el hospital y el consiguiente despertar de la conciencia del abogado en tal momento, las miradas entre Newman y Rampling en silencio, el alegato final de Galvin en el juicio) es una película ineludible para cualquiera que le guste el cine de calidad.

A destacar (y rescatar) esa escena final y ese teléfono que suena. Quién sabe si Galvin debería haberlo pensado mejor.

Grande Newman, grande Lumet.

"No habrá otros casos...éste es el caso."
Miguel Moreno
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2 de diciembre de 2010
6 de 7 usuarios han encontrado esta crítica útil
Soberbia.
Como siempre, o casi siempre, Paul Newman "se sale".
El guión te mantiene enganchado por completo para ver el cambio del personaje de Newman que cada vez va ganando mayor carácter y fuerza... como para demostrar que "el que tuvo, retuvo".
SPOILER: El resto de la crítica puede desvelar partes de la trama. Ver todo
Triskel
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13 de marzo de 2012
6 de 7 usuarios han encontrado esta crítica útil
Muy buena película, con grandes interpretaciones de todos los actores, destacando Newman que no resulta en modo alguno impostado. Quizás el desarrollo de la investigación del caso queda un poco postizo, pero en general es una pelicula muy entretenida y muy bien interpretada, con una magnífica dirección de Lumet
GIOTTO
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19 de enero de 2014
6 de 7 usuarios han encontrado esta crítica útil
Con un estupendo guión del dramaturgo David Mamet, que luego se pasaría a la dirección, basado en una novela de Barry Reed, Sidney Lumet construye un film admirable, lúcido y emotivo. “Veredicto final” supuso para el cineasta un reencuentro con algunos aspectos de “Doce hombres sin piedad”. Las primeras imágenes nos describen a Frank Galvin (magistral Paul Newman), un fracasado y patético abogado de Massachusetts, alcohólico y divorciado que se dedica a visitar parientes de difuntos en cuerpo presente, fingiéndose amigo y dejando su tarjeta con el fin de captar clientes, pues en los últimos años los pocos casos que defendió fueron lamentables fracasos. Pero a Frank se le presenta una oportunidad (aunque al principio se le ofrezca sólo como una forma de ganar dinero), su único amigo, Mickey Morrisey (extraordinario Jack Warden), pone en sus manos un caso de negligencia médica.

Tal negligencia se tradujo en la incapacidad de una joven para siempre de toda vida consciente, Frank tras la visita a la postrada joven, decide renunciar a la indemnización a la familia, para llevar a juicio a los médicos responsables y al hospital dependiente de la curia católica de Boston. Estamos ante el análisis de un proceso de lenta autoestima que llevará al perdedor y desahuciado abogado desde la derrota personal y moral hasta la asunción de la certeza que le proporciona lo correcto de su proceder. El oficio de Lumet no se limita sólo a una correcta narración y a un funcional empleo de la sintaxis cinematográfica, sino que, mucho más allá, construye alrededor de su personaje central un universo hecho de retazos melancólicos: sus ratos bebiendo en el bar mientras juega al Pinball, la soledad sólo compensada con la ayuda de Mickey, su cochambroso y destartalado despacho, y la foto de la mujer que le abandonó.

Película de resonancias pictóricas – el cromatismo de Caravaggio ha influido en la concepción estilística del excelente operador Andrzej Bartkowiak –, la sordidez de los decorados ofreciendo una gama de colores ocres y marrones, en días invernales con la ciudad nevada de fondo, reflejan el ambiente depresivo y la angustia de Frank que va enfrentarse a un poder hegemónico influyente sobre la justicia y dominado por el dinero que puede influir en los medios de comunicación y pagar al mejor equipo de abogados encabezado por Ed Concannon (perfecto James Mason), astuto y refinado, altivo y presuntuoso, “no hagas preguntas si no conoces las respuestas”, tan amoral como manipulador y tramposo.

Los acusados son médicos de prestigio respaldados por la hipócrita institución católica que tratan de ocultar el escándalo. Bajo un melodrama judicial subyace una diatriba contra un sistema judicial opaco y la fe inquebrantable en la institución del jurado. La justicia emana del pueblo, gracias a las personas de buena voluntad.

Continúa en spoiler.
SPOILER: El resto de la crítica puede desvelar partes de la trama. Ver todo
Antonio Morales
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