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Yo soy la justicia

Acción Después de varios años, el arquitecto Paul Kersey ha conseguido superar el asesinato de su mujer y lleva una vida tranquila en Los Angeles. Pero, cuando su hija, ingresada en un sanatorio desde que fuera violada, también es raptada y asesinada, decide tomarse la justicia por su mano. (FILMAFFINITY)
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Críticas 25
Críticas ordenadas por utilidad
15 de agosto de 2021
1 de 1 usuarios han encontrado esta crítica útil
Damos el salto a los 80. La Cannon empieza a saborear las mieles del renacimiento -el único y último que tendría- en los albores de su más icónica etapa con Menahem Golan y Yoram Globus a los mandos de la nave. ¿Pero cuál fue el primer pelotazo estadounidense de los dos? Con o sin el permiso de aquel experimento que consistió en vestir de ninja a Franco Nero- lo conseguiría la pareja de productores israelíes quitándole a Dino de Laurentiis el muerto de los derechos cinematográficos para estirar la todavía hibernante saga vengativa del arquitecto con gatillo fácil. Solamente es cuestión de fabricarle una vida rehecha a Paul Kersey y volver a jodérsela. Y convencer, tras la debida confirmación de que no estuviese del todo oxidado, al sexagenario Bronson de reincorporarse al revanchista hobby de la vigilancia, esta vez en la soleada pero no inofensiva ciudad de Los Ángeles.
¿Y a quién le toca pringar? El buenazo de Paul tiene criada e hija -sí, otra vez, con Robin Sherwood sustituyendo en labores de mancillamiento a Kathleen Tolan-. Ya podréis suponer con qué tipo de piedra tropezará la primera y recaerá la segunda.
Más violaciones. Más tiroteos. Y Laurence Fishburne pasando por ahí con una pinta impagable.
La BSO de Jimmy Page -que recién terminaba de finiquitar Led Zeppelin- contribuye con una atmósfera que alterna con buen brío lo amenazante con la clara preponderancia de guitarras en secuencias de acción en suplementación a la labor, nuevamente, de Michael Winner dirigiendo.
Más de lo mismo, aunque una pizca más divertido.
antonio lopez herraiz
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14 de junio de 2022
1 de 1 usuarios han encontrado esta crítica útil
El éxito de "El Vengador Anónimo" dió origen a esta secuela, que resultó ser la primera de varias, transformándose en una saga. En esta ocasión vemos a Paul Kersey retirado de las andansas y dedicado al cuidado de su hija, que sufre las consecuencias de lo sucedido en la primera entrega y aparentemente, fue abandonada por su pareja (en realidad dicho personaje simplemente no participa de este filme, sin que exista una explicación de su ausencia); también tiene una nueva relación sentimental (Jill Ireland es su nueva novia). Tras la muerte de su hija a manos de unos asaltantes, Kersey vuelve a la acción a imponer su propia justicia.
En esta ocasión Kersey ya es todo un hombre de armas (su conversión se vio en la primera entrega) y además, a diferencia de la película anterior, esta vez va decididamente en busca de los causantes de su desgracia. Tal como antes, Kersey vivirá como un ciudadano más durante el día y como un implacable justiciero en la noche.
Vincent Gardenia vuelve a interpretar al persistente detective con clara vocación antivigilantes. Aunque en esta ocasión, da cierta impresión de que su rol fue introducido con calzador. De todos modos, sus acciones dan cierto suspenso a la trama.
Al margen de alguna escena innecesariamente explícita (aunque tal exceso es habitual en el cine de hoy, la cinta cumple a cabalidad con lo prometido. Los aficionados al género de la acción se verán satisfechos.
SPOILER: El resto de la crítica puede desvelar partes de la trama. Ver todo
Christopher Cusching
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13 de noviembre de 2022
1 de 1 usuarios han encontrado esta crítica útil
Segunda entrega de la saga "Death Wish" -de visionado obligado para cualquier "fan" de Charles Bronson que se precie de serlo-, y secuela directa de "El justiciero de la ciudad" (Death Wish, 1974), película dirigida ya por Michael Winner, "Yo soy la justicia" tiene un título español que lo dice todo. Por un lado, es cine "exploit", sí, pero para mí es mucho más que un espectáculo violento para públicos ávidos de emociones fuertes: se trata de una reflexión sobre la justicia, a la que (desde el punto de vista de Paul Kersey) se entiende como una necesidad imperiosa que va más allá de la ley; como algo que no te van a conceder por derecho, por ser una víctima, sino que lo tienes que pelear y conseguir tú mismo, por tu propia mano, por tu propia iniciativa.

No es sólo que esta ficción muestre un mundo en el que la justicia ordinaria (la Policía, los tribunales de justicia) no esté a la altura de las circunstancias; es que Kersey es un personaje necesario, y la saga "Death Wish" es y fue una saga con éxito porque en la realidad la ley y la justicia no funcionan bien: a menudo los malos se imponen a los buenos, y se impone un relativismo moral en el que todo vale y se diluyen los límites entre lo que está bien y mal. Muy mal.

En esta película, no vale ese relativismo: los malos son muy malos y por ello deben pagar por sus crímenes, y por ello son asesinados por Kersey, y, como espectadores, nos alegramos por ello, porque entendemos a Kersey. Todo eso compensa de algún modo al espectador por las muchas injusticias de la realidad. Por supuesto, es increíble la mala suerte de Kersey, que le persiga la tragedia de ese modo, pero sólo ese ensañamiento del destino explica y justifica sus acciones.

Por otro lado, es muy interesante la doble vida de Kersey, que, como arquitecto, posee cierto estatus económico, pues vive en una casa lujosa, tiene un buen coche y va bien vestido; y luego, en sus ratos libres, se disfraza de pobre, frecuenta los peores barrios de la ciudad y alquila un cuarto miserable. "Yo soy la justicia" es un curioso documento social a la vez que cine de acción. Ahí queda eso.

He visto la versión íntegra, con la secuencia -bastante cruda, por cierto- de la violación grupal de la criada; en España se han editado versiones censuradas de esta película. "Yo soy la justicia" no está a la altura de su predecesora, ni tampoco de su continuación, "El justiciero de la noche" (Death Wish 3, 1985), una gran película, de nuevo dirigida por Winner; pero es interesante. Al menos, para mí.
Pedro Triguero_Lizana
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22 de mayo de 2018
4 de 8 usuarios han encontrado esta crítica útil
Mediocre secuela de El justiciero de la ciudad realizada 7 años más tarde y distribuida por Cannon Films..... Es innegable el bajón considerable en muchos aspectos y la "calidad" de esta segunda parte en comparación con la original. Bronson, esta vez viejo y decrépito, se mete de nuevo en la piel del arquitecto y liquidador anónimo Paul Kersey para limpiar de chusma esta vez las sucias calles de Los Ángeles, sobre todo cuando su hija (víctima de violación en el filme predecesor) tiene un trágico final en esta secuela.

Jill Ireland interpreta a la nueva pareja de Bronson (fue su esposa en la vida real) y Vincent Gardenia, el poli neoyorquino de la primera peli parece que está metido con calzador en esta segunda parte y su tétrico personaje en esta secuela no viene absolutamente a cuento.....

La banda sonora de esta peli a mí me hizo muchísima gracia... ¡¡Es BRUTAL!!!!.... jaajajajajj (creo que la hizo el fundador de nada menos que Led Zeppelin!).

Entre los secundarios que hacen de asaltadores tenemos a un jovencito Laurence Fishburne!!!!.... (acreditado como "Laurence Fishburne III"....) Sí, sí, el gran Morfeo de Matrix metido a macarra, asaltador y violador en sus años de mozalbete! (y con unas gafas rosas y finas que dan grima... jajaja). Como muchos otros actores, Laurence Fishburne seguramente prefiera olvidar sus pinitos como secundario al verse metido en semejante papel y en semejante peli..... Si bien es cierto que otros papeles suyos como el poli que iba con Kevin Bacon en la magistral Mystic River (Clint Eastwood, 2003) o el sheriff de Florida que se alía con Sean Connery en Causa Justa (1995) son la antítesis de este papelucho de tres al cuarto en "El justiciero 2"....

Charles Cyphers, el sheriff de La noche de Halloween (1978) y uno de los policías de Asalto al distrito 13 (1976) interpreta a un enfermero hacia el final de la peli que ayuda a Bronson a mantener el anonimato a la hora de repartir leña.

En definitiva.... tetas gratuitas, muertos por doquier, interpretaciones malas, música tragicómica y un Bronson obsoleto para la que fue el inicio de una muy larga lista de decepciones, la cuál finalizaría en 1994 con la aún más indigna El rostro de la muerte.
El Espectador
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22 de diciembre de 2018
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Primera secuela de la saga más famosa de Charles Bronson, si bien en el título español se inventaron una saga intermedia. En ella interpreta a su personaje clásico que herido por pandilleros violadores y asesinos, decide tomar la justicia por su mano. Una película que, salvando su trasfondo violento, como poco invita a reflexionar sobre varios aspectos. Y es que pese a ser una obra antigua existen muchas cosas que lamentablemente son muy actuales. Y no sólo la ineptitud del sistema legal, desde un punto de vista mayoritario en la sociedad.

Argumentalmente no es ninguna maravilla, ya que el guión se reduce a nuestro "héroe" repartiendo balas de forma ordenada para el provecho pasivo de criminales. Tampoco tiene unos actores secundarios demasiado potentes, con caídas cutres tras los disparos. Como película de acción-drama es de bajo presupuesto y sólo es disfrutable por público no muy exigente, especialmente por los fans del mítico Bronson y de ese subgénero de justicieros. Y a mí personalmente me convence más este señor que el más actual Seagal.
SPOILER: El resto de la crítica puede desvelar partes de la trama. Ver todo
Rawlico
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