McQuade, lobo solitario

Chuck Norris reiniciado a lo grande. Tras algo más de media docena de vehículos clónicos que encajarían como episodios de una serie de televisión sobre ex un mililtar retirado vengándose de todoquisqui -desde políticos corruptos y mafiosos hasta ninjas y un ser de fuerza sobrehumana- vuelve hasta al punto del que partió su filmografía en USA: la acción en escenarios sureños, entre cowboys, polvo y camioneros, desmarcándose de sopetón del sesgo de su primera etapa, antes de su asociación -no exclusiva- con la gran C azulada israelí (ojo que la O de Orion también tiene su rinconcito fijo en nuestras nostálgicas patatas).
A todo esto, sin alejarnos de analogías seriéfilas, no le faltaban al bueno de Carver -que dirigía a Chuck por segunda y última vez- razones de fundamento para que le pareciese, pese al transcurso de más de una década, que su 'McQuade: Lobo Solitario' era el germen argumental de 'Walker Texas Ranger'.
La barba poblada aterrizaba en el jepeto de Chuck para no volver a abandonarle (en la ficción, al menos) y asentar el estilismo del icono videoclubero que conocemos. Respecto al reparto de las galletas, esta vez volarían en dos direcciones, con partido "de ida y vuelta" entre el ex contrincante americano al que derrotaba Bruce Lee en la pantalla grande y el pequeño saltamontes americano... que derrotaría a Lee 'profesionalmente' robándole un papel en la televisión ('Kung Fu').
Además de un western como una casa 'McQuade: Lobo Solitario' (1983, Steve Carver) se sitúa por encima de la media en la carrera de su protagonista -antes, durante y tras Cannon- como en la de su nemesis -bueno, en el caso de David Carradine hay de todo un poco y lisergia en abundancia de la que picar-.
También me importa un carajo que Steve Carver y Francesco de Masi juntos no sean como Sergio Leone y Ennio Morricone. Se les da de fábula intentarlo (y uno de los dos se conoce perfectamente el terreno).
Una refriega brutal, polvorienta y henchida de testosterona fronteriza con silbidos que te acarician el oído (el género obliga).
Ah, que no te quepa la más minima duda de que la Dodge Ramcharger del Ranger McQuade es tan merecedora de memes sobre sus hazañas portentosas como el propio Norris.

No soy yo sospechoso de no valorar como se debe al bueno de Chuck. Sus películas son, cuando menos, entretenidas. En su filmografía se cuentan films entretenidos y divertidos como "Delta Force" o la recomendable y paródica "Invasión USA". Y hasta tiene un buen film inicial como "Código de Silencio". Pero con esta se pasó su director. El amigo Carver es evidente que adora a Leone y sus spaguetti westerns. Y se dedica aquí a homenajearle sin pudor. Pero sin pudor alguno. La BSO ya nos parece decir que estamos ante un nuevo concepto de western, al mezclarlo con esa policía fronteriza.
Pero pronto ese homenaje se torna ridículo. Bárbara Carrera está para matarla (como siempre, sí, pero esta vez ya con ganas) y es la culpable de protagonizar uno de los momentos más ridículos de la carrera de Norris, un revolcón en el barro en plan pseudo-erótico con mensaje, dado que ella sostiene una manguera larga y gruesa entre manos, derramando agua en plan eyaculación mientras el amigo Chuck se dedica a magrearla y besarla con todas sus manos.
Sin embargo Carver reserva algunos momentos para el recuerdo. Esa pelea final algo fallida pero esperada entre Norris y Carradine, y la salida de Norris de un enterramiento en vida gracias a una cerveza milagrosa que le da las fuerzas suficientes para arrancar el vehículo en el que lo han sepultado.

Con estos mimbres, esta producción de Orion -por ser de Orion- tiene sus adeptos, pero lo cierto es que no anda lejos de lo que luego se perpetró en la Cannon. No en vano, tanto Chuck como Steve Carver fueron luego fichados por Golam-Globus. Es lo que tiene el talento, que se persigue de modo incansable.