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Madadayo

Drama Tokio, 1943. El profesor Hyakken Uchida abandona su cátedra para dedicarse por completo a su carrera como escritor. Los desastres de la Segunda Guerra Mundial (1939-1945) hacen que pierda su casa y viva con su mujer en una barraca. Pero sus ex alumnos deciden construirle un nuevo hogar, al que se trasladará con su esposa. También se comprometen a celebrar cada cumpleaños del venerado maestro. Durante esas fiestas, juegan como niños y le ... [+]
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Críticas 23
Críticas ordenadas por utilidad
23 de noviembre de 2014
1 de 1 usuarios han encontrado esta crítica útil
En la última película de Kurosawa, el profesor Hyakken Uchida decide abandonar su cátedra poco antes del estallido de la segunda guerra mundial. Uchida es un profesor venerado por sus alumnos, pero como dice Joaquin da Silva en su página, no queda muy claro cuál es la razón de esta devoción. En la pantalla se nos presenta a un profesor de chiste fácil e ingenio discutible, cubierto bajo una manta durante las tormentas, al que su mujer define como “un niño que nunca crecerá”. El magisterio de su cátedra queda en un pasado que Kurosawa deja oculto . La película se resiente de una trama en la que apenas hay sitio para algo más que la constante exaltación del reconocimiento de los alumnos a su profesor. No cabe la menor duda de que Uchida es el alter ego de un Kurosawa que se niega a abandonar la vida con vehemencia, y los discípulos son todos los admiradores del director japonés y su colosal obra fílmica. Pero no hay tensión dramática, ni antagonistas reales (un especulador sin escrúpulos en el japón ocupado se cuela un minuto en la trama, pero eso es lo mas parecido a un antagonista que se ve en todo el filme). El largo pasaje de la pérdida del gato, que deja al profesor sumido en una profunda e incomprensible depresión, es el contratiempo más dramático, aunque puede ser sublime o cómico, según cómo se mire.

Los alumnos deciden festejar al profesor cada año con una ceremonia Mahdakai, en la que le preguntan si está listo para morir. Y él responde “Aún, no (Madadayo)”. Kurosawa rueda con maestría las fiestas corales, repletas de personajes, con raccords y continuidad de acciones múltiples cuyo ritmo no decae hasta que el maestro lo decide.

La última ceremonia Mahdakai, la que previsiblemente antecede a su muerte, es todo un testamento generacional del profesor Uchida y del propio Kurosawa como apuntábamos arriba. Las hijas y las nietas de sus alumnos, presentes en una celebración que hasta ese momento era exclusivamente masculina (la película refleja el machismo del país del sol naciente), le agasajan con regalos y dulces en una ceremonia de reconocimiento intergeneracional que parece un tanto excesiva. Aunque es posible que me confunda, porque la historia está basada en las memorias del verdadero profesor Uchida y es posible que el excéntrico profesor marcase de esa forma tan imperecedera los recuerdos de sus alumnos. En esta última fiesta Mahdakai el mensaje del director se hace explícito:



-¡Buscad algo en la vida que seáis capaces de valorar, y cuando lo encontréis, trabajad y esforzaos por ello!
Jmpg2012
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9 de enero de 2012
5 de 10 usuarios han encontrado esta crítica útil
Año 1943. La Segunda Guerra Mundial está en su punto más álgido. Los aliados desembarcan en Sicilia y consiguen la capitulación de la Italia de Mussolini. Los rusos liberan a Stalingrado y lanzan una poderosa contraofensiva en el extremo oriente conquistado por los japoneses. En este marco y en la ciudad de Tokio, un profesor encargado de enseñar alemán a un grupo de muchachos –quizás convencido él, y su gobierno, de que los fascistas se adueñarían del mundo y la lengua alemana sería el idioma internacional- anuncia que es hora de retirarse, según lo expresa él, porque quiere dedicarse a escribir –aunque podríamos presumir que recibió órdenes del gobierno.

En la única clase a la que asistimos, lo único que sabemos es que el profesor es un hombre tolerante y con sentido del humor. Y, cuando anuncia su retiro, el alumno Takayama –el único muchacho del que conoceremos su nombre- se expresa de él en términos tan encomiables, que el resto de los estudiantes se pone de pies en expresión de homenaje.

En adelante, el culto a su personalidad, con su plena complacencia, y con celebración en cada cumpleaños por parte de sus exalumnos, llenará buena parte de este filme con el que Akira Kurosawa se despide del cine, como si él mismo -semejante a aquel maestro- se sintiera ya con ganas de sentarse únicamente a escribir.

Demasiados elementos comunes, elogios hasta el cansancio de absoluta sumisión y sin nada notable que explique esta gran valía, pues el profesor, aunque amable y simpático, es apenas un hombre del común, enjaulador de pájaros, capaz de hacernos perder ¡32 minutos de película buscando a un gato! y cuya más brillante idea es una estratagema para “disuadir de manera infalible a los ladrones”, que no funciona ni en su propia casa. Así -como en su también trasnochada “Vivir”-, la veneración que impone Kurosawa a su personaje, resulta tan manida y tan rancia, como la de aquellos santos que a diario se inventa la iglesia de Roma con el calculado propósito de vender más velas y llenar las alcancías.

No sé a quien se le ocurrió la inclusión del siguiente diálogo muy cerca del final, pero fue lo más acertado que se pudo decir en toda la película:

El médico que acaba de atender al profesor, les dice a los exalumnos que no se separan de él:

-No le despierten para qué no siga bebiendo.

-¿Bromea, usted? –Responde alguno- Ahora mismo nos iremos a dormir.

El médico los mira y añade con clara sorna:

-¡Cuídense de no mojar la cama!
Luis Guillermo Cardona
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25 de junio de 2020
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Madadayo es una película que revuelve las emociones gracias a unos personajes excelentemente construidos e interpretados y una historia que no necesita de grandes aspavientos para llamar mucho la atención. El maestro Kurosawa cierra con esta película una carrera llena de éxitos y verdaderas joyas del cine. Una vez más, Kurosawa demuestra que, si bien era un maestro en todo lo que tenía que ver con samurais y espadazos, lo mejor de su cine es lo que se aleja más de la acción para acercarse más a los sentimientos de sus personajes.
Adonisdlcv
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22 de julio de 2020
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Kurosowa firma la despedida del cine y de la vida misma con este drama familiar, cultural y reflexivo. Es un filme sumamente calmo y sereno en donde el director pone sus pensamientos y emociones con respecto a la vida y la muerte, pero desarrolla otros temas de manera impresionante y con una naturalidad pasmosa, entre ellos la vida en familia, la amistad, el honor y la paz en medio de un país asolado por la guerra. Madadayo es de los filmes más sencillos en producción del maestro que con su acostumbrado talento en dirección y narrativa visual nos muestra los últimos años de vida del profesor Uchida, un personaje que bien puede ser su alter ego y que tiene de fondo o parece tener el discurso perfecto y justo de los pensamientos finales de uno de los genios indiscutibles del cine. El filme destaca por la simpleza de sus acciones, como la convivencia con su esposa, el respeto y amor de sus estudiantes y detalles tan minúsculos como el apego a los detalles como el asunto del gato que si bien se alarga demasiado nos muestra de manera perfecta el sentir del director con respecto a la contemplación y amor por la vida. Madadayo es una despedida nostálgica y respetuosa de un genio total del cine, aquellas secuencias donde sus alumnos juegan con el profesor el Mahda-kai-Madadayo llevan al clímax máximo la propuesta, para que al final como solo Kurosawa lo sabe hacer nos dé una bella analogía casi detallada en una reflexión, para morir hay que volver a ser tan inocente como un niño. Madadayo es uno de los filmes más nostálgicos y pacíficos que he visto en mi vida. Gracias Maestro Kurosawa.
CINELOCURA
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18 de junio de 2023
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Última película de Kurosawa. Un canto al maestro, a la reverencia que se debe sentir por un maestro.
Se me ha hecho muy pesada, me ha costado mucho seguirla. Es demasiado empalagosa, azucarada, almibarada... Tampoco se sabe qué ha hecho en la vida el profesor, o cuál es su obra. Decenas de alumnos rinden tributo durante minutos y minutos de metraje a un profesor de Universidad. Beben, fuman, pero tampoco mantienen unos diálogos profundos o unas relaciones más allá de lo superficial.
Viendo la película me pregunto cómo la hubiera hecho Bergman. Y probablemente hubiera sido muy diferente, más recogida, con relaciones bis a bis, entre dos, no el tipo de relaciones que plantea esta cinta, siempre entre varias personas, sin hablar de nada concreto, simplemente pasando cosas entre ellos.
El episodio de la venta del solar de la casa de al lado de la del profesor sí es una buena muestra práctica de respeto, pero me parece que queda deslavazada en la maraña de consideraciones que se tiene con el profesor. No se sabe si es una crítica a la sociedad 'inmobiliaria' que seguramente en el Japón de aquella época se vería como una amenaza. Que los alumnos compren el solar para que no le quite el sol a la casa del profesor quizá pueda leerse como una alegoría de las dificultades, del desarrollo colectivo de los proyectos, pero su tratamiento es tan simple que no se sabe qué pretende decir.
La consideración del profesor y su mujer con el gato quizá puede verse como un guiño a la paternidad, pero es difícil de apreciar. Su desaparición le hace llorar y su búsqueda se convierte, no sé muy bien cómo decirlo, en
Supongo que cuando has hecho en el cine lo que has hecho te puedes permitir rodar esta cinta y sacarla al mercado. Dudo mucho, sin embargo, que tuviera buena acogida de público o crítica, ni siquiera los más devotos del maestro pueden decir que esta es una gran película. Porque si esta película se considera una obra de arte, supongo que todas las demás de él se encuentran fuera de categoría, "out of order". Comparar esta cinta con sus últimas obras de arte: Ran o Derzu, pues como que no... Para nada además.
ÁAD
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