Red de mentiras

Lo primero es dejar los prejuicios aparte, el cine contemporaneo no me atrae mucho pero hay que reconocer que los nombres aparejados a esta producción son un gancho perfecto, Di Caprio se está forjando una gran reputación y Crowe ha demostrado su talento con multitud de registros, si esto le añadimos un director muy eficiente nos queda un relato muy apetecible.

Ahora entraríamos en el eterno dilema de la botella medio llena o medio vacía, se podría presuponer que con estos mimbres vendría asociada una historia mucho más potente, con ínfulas de Oscar incluso, pero está claro que le falta algo para llegar al nivel de American Gangster, fundamentalmente un guión más trabajado y más intensidad dramática, un poquito más de acción tampoco le vendría mal, a mi, personalmente no me ha defraudado demasiado.

De acuerdo, "Red de mentiras" tiene elementos como un movimiento, una acción y unas tramas, ingredientes que la podrían convertir en una peli apasionante. Pero hoy, en la sala del cine, se respiraba un ambiente de sopor, se hace larga, pesada y no por las aproximadamente dos horas que duras. He visto películas mucho más largas y mucho más amenas.
Con esto, no digo que sea mala, viendo lo que hay en la cartelera ahora mismo la recomiendo, pero id despejados, si la veis cansados os vais a dormir, un saludo.

Yo personalmente lo pasé muy bien con esta película, la encontré muy entretenida. Y eso que las escenas de acción no son precisamente lo que más me guste, normalmente a la tercera explosión o a los 20 segundos de persecución mi cabeza empieza a divagar y al rato me aburro como una ostra, pero en este caso ese tipo de escenas me parecieron magníficas, muy bien rodadas.
Los actores fantásticos... Hay que ver, lo mal que me cae Di Caprio (en general) y lo buen actor que me parece, que voy a ver sus pelis sólo porque sale él y todo.
La historia... en fín. El arranque es muy bueno, se exponen teorías interesantes... pero luego... se desinfla. Mis motivos para sacar esta conclusión los paso a spoiler

Me gusta Ridley Scott porque es de los pocos directores actuales con los que puedes ir a ver una película sin encontrarte posicionamientos morales ni el reflejo de sus creencias o ideologías… o por lo menos, si lo hace, lo hace tan bien que yo no me entero. Habrá quien diga que es un director comercial que se recrea en planos espectaculares atiborrados de filtros que no aportan nada narrativamente pero, ¿y a mí qué?. Para quien no me haya leído antes, ni soy crítico, ni pretendo serlo, ni en general, entiendo de cine más allá de si algo me ha gustado o no… así que prefiero que me metan de relleno cinco minutos de atardeceres en el desierto de relleno con música tecno que media hora de silenciosas miradas de súplica entre velas al compás del piano de Richard Cleyderman. Por poner un ejemplo.

En otras manos una trama como la de “Red de Mentiras” habría terminado con un alegato contra la tortura, la ocupación de Irak y, en último término, contra la guerra, los ejércitos y la violencia en general y los Estados Unidos en particular. En lugar de eso, tenemos una peli de espías y terroristas como Dios manda, con la dosis adecuada de acción para pegarnos al sofá, el atractivo que ofrece el catálogo de dispositivos de alta tecnología de la CIA y la suficiente complejidad argumental como para tener que poner los cinco sentidos si no queremos perdernos en la red de engaños, medias verdades y traiciones.

Sin llegar a los niveles de adrenalina de Bourne ni los cybercachivaches de “El mensajero del miedo” o “La Conspiración del pánico”, lo mejor que se puede decir de una película como “Red de Mentiras” es que resulta convincente: convence Crowe como gordo y manipulador (hace doble papel), convence di Caprio como agente sobre el terreno, convencen la trama y su desarrollo, convencen los secundarios, convencen los tiroteos y las explosiones, convencen las explosiones… o sea, que consigue el gran objetivo de cualquier película de espías: resultar creíble y, como colofón, entretenida con la garantía Scott.

Decepcionante film basado en una novela de David Ignatius, columnista del Washington Post, acerca de cómo un agente de la CIA logra dar con un peligroso terrorista, responsable de una serie de atentados internacionales. ¿Por qué decepcionante? Muy sencillo: cuando el reconocido Ridley Scott tiene a su cargo a intérpretes de la talla de Russell Crowe y Leonardo DiCaprio, las expectativas son altas, así que al descubrir que a mitad de metraje la película comienza a perder su interés, el inevitable resultado final son las contínuas miradas al reloj seguidas de exclamaciones del tipo "¡Pues sí que dura esto!".

La primera mitad de la película es de calidad. Narra una buena historia de espías ambientada en la actualidad, con el terrorismo como telón de fondo. No sólo observamos el arduo trabajo requerido para intentar desarticular células islamistas, sino también los juegos de poder llevados a cabo por los distintos Gobiernos involucrados en la investigación, hasta el punto de que nuestro protagonista, bien interpretado por DiCaprio, no sabe en quién confiar.

Hasta ahí la cosa iba bien, pero en el momento en que al bueno de Ridley se le empieza a notar que ha visto demasiadas veces la película de su hermano "Spy Game" (ésta sí que es fantástica) el film empieza a decaer hasta convertirse en soporífero. El guión introduce con calzador una historia de amor bastante inverosímil, para intentar crear el final de un relato que empezaba a complicarse con demasiadas historias secundarias girando en torno al argumento principal, lo que termina traicionando el espíritu realista del que estaba impregnada toda la primera hora. Y es que mientras en la mencionada película de Tony Scott, el jefe del protagonista (Robert Redford) y la chica de la que se enamoraba Brad Pitt (Catherine McCormak) eran personajes de gran calado, aquí poco pueden hacer Russell Crowe y Golshifteh Farahani con sus maltratados personajes, lo que invariablemente hace decaer muchos enteros toda la producción.

Como es habitual en este tipo de superproducciones, la puesta en escena es magnífica dada la perfección exhibida a la hora de retratar el mundo de Oriente Medio pero, por muy bien envuelta que esté, la historia naufraga de forma importante, quedando muy por debajo de otros films similares y dejando en entredicho a un Ridley Scott que ahora mismo está muy lejos de sus míticas "Alien" y "Blade Runner".