Matar a un ruiseñor

Tenía ganas de ver esta película, y en realidad, tampoco sabía muy bien por qué. Decir únicamente que mi subconsciente no me ha jugado una mala pasada. En muchas ocasiones no somos conscientes de cómo la inocencia de un niño puede trascender en nuestros sentimientos. Y vital que, a pesar del duro tema racista tan problemático en la sociedad americana, se haya pensado la película desde un punto de vista, no centrado en ello exclusivamente, sino que se endulza colateralmente. Quizás, esta necesaria desviación del tema central produzca al espectador una cierta incomprensión, que, a mi parecer, es una gran forma de tratar la realidad pero suavizándola desde la infancia de dos niños para en cierto modo, no exponer directamente, por así decirlo, la dura situación de los años sesenta en el nuevo continente.

Grande Mulligan.

Una fantástica película que expresa la situación americana del racismo. Sorprendente y triste pero con un final dulce y tierno aunque llena de dificultades y sorpresas.

Una vez alguien me dijo que ver "Matar un ruiseñor" le había cambiado la vida. Este es uno de esos filmes imprescindibles, no solo porque muestra las profundidades del odio y la abyección a que puede llegar una comunidad por causa del racismo, sino porque felizmente, también muestra que en la hora más oscura, siempre existe alguien capaz de albergar sentido común, humanidad y compasión.
La actuación de los tres niños conmueve y sorprende. Por supuesto, Gregory Peck queda impecable en su papel de Atticus Finch. Tuve mis desacuerdos con el guión, pero creo que si las cosas hubiesen sucedido como yo quería, "Matar un ruiseñor" no hubiese tenido el brusco giro que la convirtió en obra maestra. El resto de los detalles - música, fotografía, montaje - no desentonan. Es, simplemente, una película inolvidable.

- Sin duda una de las más representativas obras cinematográficas de Gregory Peck.
- Buena representación de la inocencia infantil rodeada de una sociedad intrigante llena de racismo, marginalidad y depresión.
- Mensaje atado al tema de la justicia divina, muestra de que todo lo que es justo termina siendo lo verdaderamente justo.
- Personaje oculto en la obra, que tiene muchos toques de misticismo pero que termina siendo más real que muchos de los demás personajes.
- Muy notoria película en los Premios Oscar de 1962.

Maycomb (Alabama), verano de 1932 donde "Nadie tenía prisa porque nadie tenía nada que comprar ni nada que vender, no tenían ni siquiera dinero". Pobreza general por la gran depresión. Ese es el marco.
Tampoco hay campamentos de verano para los niños que deben ingeniárselas para matar el rato, para no aburrirse. Por eso se dedican a observar y a mirar con curiosidad lo que pasa a su alrededor, sobre todo Scout (Badham) y Jeremy (Alford), los hijos de Atticus Finch (Peck), un abogado viudo que suele cobrar en género sus servicios.
Esta es la historia, con un juicio en medio contra Tom (Peters), un negro bondadoso que parece salido de la cabaña de su tío el de Harriet Beecher Stowe al que acusan de violar a una joven blanca.
Estando en Alabama pueden figurarse el veredicto, aunque su abogado sea el mismísimo Peck, "¡Defensor de los negros!"
Basada en la novela homónima de la escritora americana Harper Lee (1960), un auténtico bombazo editorial, la cinta adolece en nuestra opinión de una narración más literaria que cinematográfica, más preocupada por la fidelidad al texto que por agilizar el ritmo.
El resultado es una obra formalmente bella que recrea magníficamente el ambiente de la época, la calma chicha de las tardes de verano, pero una obra a la que le falta garra, agilidad, tensión dramática.
Falta tensión dramática incluso en las escenas del juicio, que tanto juego suelen dar en estos casos. Y eso en un drama sureño con la segregación racial como fondo.
Demasiado recrearse en escenas un tanto pueriles que rompen el ritmo y llegan a aburrir un poco. Si "Matar a un ruiseñor es un grave pecado pues solo cantan para alegrarnos", a veces parece que el espectador está allí "matando el rato".
Realización que retrata bien a los principales personajes en los que concentra el foco, básicamente la familia Finch, pero que deja en un plano demasiado secundario al resto (Tom, Ewell, etc.) Incluso hay que esperar hasta el final para conocer al enigmático Radley (Duvall).
Falta drama y sobra metraje. La película hubiera ganado agilidad eliminando algunas escenas perfectamente prescindibles (otra vez la servidumbre literaria).
En cualquier caso, y aunque tal vez esté algo sobrevalorada, quede claro que estamos ante una buena película que recomendamos.