El séptimo sello

Esta película me sorprendió muchísimo por la historia que narra, que no puede ser más sencilla a la par que original. Las actuaciones son geniales y, con todo ello, es capaz de engancharte hasta el final para saber más.
Con unos actores y actrices fetiches, Igmar Bergman teje la estupenda historia de un caballero andante, que vuelve de las cruzadas, con su escudero; actor que salió en casi todas las películas de Bergman.
La recomiendo a gente que, sobre todo, quiera ver un cine distinto al que se hace hoy en día; porque es en blanco y negro, pero ya quisieran muchas películas de hoy tener el ingenio y el talento que demuestra Bergman en esta cinta que, además, no se hace larga.

Antonius Block intenta ganar tiempo
jugando con la muerte al ajedrez.
La peste azota Europa como el látigo
de un dios ciego y airado,
mientras los hombres dejan sus ofrendas en el altar del miedo
o flagelan sus cuerpos y elevan sus plegarias
hacia un cielo que guarda silencio eternamente.
La nada se apodera de los templos en ruinas,
vaga por los caminos como un espectro pálido
envuelto en una larga capa de oscuridad.
Es inútil que los inquisidores
quemen en sus hogueras brujas adolescentes.
Espada o cruz
¿qué importa?
El viejo caballero no sabe dónde irá
ni en qué paisaje triste reposará su ausencia.
Nadie responde.
Nadie.
Y el diablo
conoce una jugada álfil-caballo.

Extraordinaria película del nórdico Ingmar Bergman, y que para mi forma parte de su trilogía de oro, completada por Fresas Salvajes y Gritos y Susurros.

En esta obra, el sobresaliente Ingmar nos abre las puertas de la Europa de la edad media, asolada por la peste negra y enajenada por la extrema devoción religiosa. Es admirable la labor de Bergman, que también se encargó del guión, y que durante 95 minutos, nos traslada a un mundo deshumanizado, embrutecido y en el que las personas sólo se preocupan por su supervivencia, y por ensalzar a falsos iconos religiosos.

Para dar forma a esta arriesgada composición, el director sueco vuelve a rodearse de algunos de sus colaboradores habituales, como Bibi Anderson, Gunnar Björnstrand, o Max Von Sidow. Este último realiza una formidable actuación, creando un personaje, lleno de miedos, dudas e incertidumbre, que sabe que su fin no está lejos, y que se cuestiona todo lo que ha hecho a lo largo de su vida.

Película imprescindible, que no deja indiferente, y que conduce a la reflexión sobre temas como el sentido de la vida.

Duro, durísimo.

Bergman. Una educación rígidisima...´La educación religiosa, no católica, no romana, extranjera, extraña, tiene un exotismo especial, que nos atrae por ello mismo.

En el cine de Bergman, en su moral, los personajes pueden ser malos, crueles hasta el sádico. En el mundo de Bergman no se permite a los personajes ser débiles...

Y si todo se redujese a eso.
La ilusión de victoria.
La ilusión de la vida.
Vivimos evadiendo la muerte,
con miedo,
con pánico.
A cada paso la vista atrás,
sabemos que nos sigue,
nos sigue y camina veloz,
no come,
no bebe,
no duerme,
nunca se detiene,
pues se ha propuesto darnos caza,
a ti, a mi y a todos.
Engañará y mentirá,
robará y chantajeará,
no existe el honor,
no hay palabra.
Mis huellas en el camino,
profundas y lentas.
Se que se acerca,
me cogerá,
me dará muerte.
Su rostro en mi rostro.
El silencio.
La nada.

Y después...