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La calle

Drama Realista narración sobre la vida de los habitantes de un edificio en un barrio pobre y la desesperación de los jóvenes por salir de él, tratando de evitar los conflictos que provocan el adulterio o las relaciones clandestinas. Los diferentes enfrentamientos cambiarán la vida de sus protagonistas para siempre. (FILMAFFINITY)
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Críticas 12
Críticas ordenadas por utilidad
13 de agosto de 2021
1 de 1 usuarios han encontrado esta crítica útil
291/01(02/08/21) Grácil film dirigido hace 90 años por King Vidor, guionizando Elmer Rice su propia obra teatral (tuvo más de 600 representaciones en Broadway) ganadora del Pulitzer, en la que hace un atractivo fresco de la sociedad del momento, una radiografía desesperanzada de la naturaleza humana, un drama costumbrista con gran sentido humanista. Es el lienzo de 24 horas en una calle durante un caluroso verano, donde se sucede la vida, con tensiones raciales, líos de adulterios, amores imposibles, violencia soterrada, chismosas, crímenes pasionales, abusos de poder, desahucios, partos, discusiones políticas, todo ello entrelazado de forma dinámica en un crisol coral de personajes muy bien trazados, sumando están unos diálogos que discurren con naturalidad y mucho realismo, nada huele a impuesto, las salidas a las ventanas, a las escaleras a tomar el fresco a charlar, a cotillear, pasean, ello para un mosaico étnico(Italianos, judíos, italianos, suecos, ...), donde asistimos a un trozo de vida con el pasar de repartidores, policía, desahuciadores, etc, donde hay cabida para el humor (ejemplo es la conversación morbosa de las dos niñeras frente al edificio protagonista; o la discusión entre un italiano [divertido George Humbert como aspirante a tenor] y un sueco [buen John Qualen] , conserje del edificio, sobre quién descubrió realmente América, Colón o Leif Erickson). Tocando temas como la pobreza extrema, el racismo, el machismo, las frustraciones existenciales el amor y el desamor, los sacrificios, y todo esto con efluvios a autenticidad.

Tras el mencionado travelling entramos de lleno en segundos en este cacho de vida en un edificio de apartamentos del Lower East Side, allí Emma Jones (Beulah Bondi) cotillea con otros vecinos sobre la aventura que tienen la señora Anna Maurrant (notable Estelle Taylor) y el lechero Steve Sankey (correcto Russell Hopton). Cuando llega el hosco Sr. Frank Maurrant (David Landau), cambian de tema. Mientras tanto, su hija adolescente Rose Maurrant (Sylvia Sidney) está siendo presionada sexualmente por su jefe casado, el Sr. Bert Easter (buen Walter Miller). Sin embargo, a Rose le gusta mucho su amable y joven vecino judío Sam (buen William Collier Jr.), quien está muy enamorado de ella. Este tiene un padre Abe Kaplan (estupendo Max Montor), ferviente militante trotskista. La joven Rose tiene un bruto pretendiente en Vincent Jones (buen Matt McHugh), tipo violento que intimida a Sam.

Y para dar solidez están las buenas interpretaciones de todo el elenco, destacando Sylvia Sidney como una dulce joven oprimida por unos padres en constantes peleas y unos pretendientes quela acosan, y tenemos a una espléndida Beulah Bondi como la chismosa del edificio, bordando su papel de marujona metomentodo (la actriz hizo su debut en la pantalla recreando su papel del escenario de la película; Varios otros actores de la obra también aparecen en la película); y David Landau como el tosco marido que es engañado, su rol de machista y rudo patriarca es notable.

Vidor pese a estar ojos voyeristas en este vecindario, fijándose en las ventanas (sobre todo ya en ese arranque en que nos muestra el despertar de la ciudad por estas claraboyas verticales), en los rostros, en los gestos, en las miradas, todo un frente a un ejercicio de estilo en que solo tenemos un escenario (filmó toda la película en un solo set que representa la mitad de una manzana de fachadas de casas United Artists Studios en Hollywood) en el porche que da una calle cualquiera de Nueva York (excepto una escena en el interior de un taxi), imprime un sello de visualidad ágil, y con gran sentido dramático ya desde ese travelling de izquierda a derecha sobre el ‘Sky Line’ de la Gran Manzana de inicio con la música de Alfred Newman (el “Rapsody in Blue”, de Gershwinen, en lo que fue su primer trabajo en cine) desde entonces tantas veces plagiado (ejemplo Woody Allen en “Manhattan”), además la cámara es nuestros poema urbano, gracias en este apartado a la labor en la cinematografía de George Barnes (“Rebeca” o “La Guerra de los Mundos”), ello también con el trabajo del no acreditado del gran Gregg Toland (“Las uvas de la ira” o Ciudadano Kane”), ello con angulaciones inteligentes, con mucho contrapicado, con tomas de grúa, moviéndose con agilidad entre las masas, ello crea fluidez narrativa y emocional; Esto en miscelánea con la gran edición de Hugh Bennett (“La llave de cristal” o “El gran McGinty”), que sabe alternar entre los diferentes detalles y personas, brillante ese encadenado de rostros en primer plano muy de Eisenstein; Donde el calor ambiental nos llega de modo sutil en su comienzo, con el hielo que vemos cargar, el tipo que mata moscas del caballo, el perro durmiendo con la lengua fuera de calor, los niños peleándose por un trozo de hielo caído en el suelo, ventiladores funcionando, gente abanicándose con lo que puede, en el modo en que suda la gente, en cómo se les pega la ropa a sus cuerpos, o en como los críos se bañan en las bocas de riego.
SPOILER: El resto de la crítica puede desvelar partes de la trama. Ver todo
TOM REGAN
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4 de junio de 2023
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Realista esbozo de un barrio pobre de (se supone) NY. Retrato realista de 1931. Tiene noventa años y parece rodada ayer. Los mismos problemas que preocupan antes lo hacen hoy día. La inmigración, el desempleo, la revolución social, el divorcio.
En un plano casi fijo que apunta a la entrada de una comunidad de vecinos van desfilando personajes, con ida y vuelta, a la vez que muestran sus pasiones, sus miedos, sus preocupaciones, sus rencillas, sus adulterios, sus problemas de adaptación. Las mujeres cotilleando en la esquina, el marido celoso, los niños correteando, los amantes amenazantes, las envidias, los italianos, los judíos, los idealistas, los realistas.
Todo gira alrededor de una familia. Un padre riguroso, una madre que tiene un amante que la ronda, una hija (Silvia Sidney) de la que se ha enamorado un hombre casado.
Me recuerda a Calle sin salida de William Wyler de 1937.
Director para mi siempre asociado a El manantial (1949) que me pareció una obra de arte. De sus casi cincuenta películas antes de esta de 1931 tiene prácticamente la mitad. Hombre de transición del mudo al sonoro, de la penumbra a la luz, del cine como sucesión de planos fijos al cine en auténtico movimiento.
El saxofon que suena a mitad de la cinta es muy bueno. Sirve para contar ambas mitades, la noche que ocupa la primera mitad y la mañana que ocupa la segunda. Aunque siempre muestra el mismo portal y la misma acera lo hace de manera diferente cada vez, con planos más cortos o largor, altos o bajos, con variaciones constantes.
Es entretenida, y muy realista, muy de verdad.
ÁAD
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