Chicago, años 30

Una más de cine negro, que deja bastante que desear. Decepcionante en su totalidad , salvo por la intensa interpretación de Lee J. Cobb (Aunque su final es de traca,que luego pasare a comentarlo en zona spoiler).
Del trio protagonista salvamos la interpretación de Lee J. Cobb (como ya hemos dicho). Ni la actuación de Robert Taylor, ni la Cyd Charisse, me convencen en absoluto. El primero con ese bigotillo y esa mirada eterna de cejas arqueadas me resultan cargantes, su papel es bastante pobre. Y la segunda, pues como te diría , la eligieron porque era bailarina profesional, que es básicamente lo que hace en la película. Sus dotes interpretativas son bastante básicas, destacar su belleza y poco más.
La verdad es que no hay mucha acción para ser una película de gánsters, exceptuando el final del film. Contiene los elementos clásicos del cine negro, pero muy estereotipados resultando muy previsibles.
A parte del papel interpretado por Lee J. Cobb (Rico Angelo), cabe destacar el papel secundario realizado por un siempre agradecido John Ireland, eterno en su papel de malo malísimo (muy destacable a lo largo de su carrera).
Otro clásico que decepciona y que empieza a ser habitual. Algunas películas envejecen muy mal.

Si me hubieran preguntado hace apenas un par de semanas por Nicholas Ray habría relacionado inmediatamente su nombre con el famoso diálogo de Joan Crawford en "Johnny Guitar", y con James Dean y su mirada de soslayo en "Rebelde sin causa". Nada sabía entonces -supongo que debido a mi indisimulable incultura- de ese otro par de joyas que filmó: "En un lugar solitario" está considerada por los críticos una de las mejores películas de la historia del cine, pero también se encuentran otros peliculones en su haber, que yo haya gozosamente descubierto, como el de su debut, "Los amantes de la noche" ("They live by night"), "La casa en la sombra", "Los dientes del diablo", o esta "Chicago, años 30" ("Party Girl").

Y constato maravillado que el tipo este no sólo andaba sobrado de talento, sino que también supo imprimir a todos sus films un sello personal, un profundo romanticismo extraído de su particular filosofía de vida. Ray nos presenta un mundo sórdido y cruel, dentro del cual habitan inadaptados que cargan con taras emocionales y/o físicas; seres profundamente infelices, que sólo mediante el amor alcanzarán instantes de genuina felicidad.

Y ahora, sobre esta obra en concreto:

Chicago, años treinta. El humo envuelve los pensamientos, el alcohol nubla las ideas. La ciudad es gobernada por mafiosos, que celebran sus reuniones clandestinas en almacenes abandonados desde los que se ve pasar el metro. Los gánsters sueñan con actrices de Hollywood; mientras, las coristas bailan siguiendo la melodía del dinero, y los abogados venden su alma a cambio de nada cuando los policías encarcelan a vagabundos para acallar su conciencia. Al caer la noche se difuminan los detalles, y ya apenas se distinguen los charcos de sangre bañando las aceras, ni se dilucida el movimiento de sombras siniestras huyendo de los focos. Un sonido de disparos estalla de pronto en mitad de la noche, el resplandor de las detonaciones ilumina la oscuridad..., parece el débil brillo de un faro alertando del peligro.

Dos seres desvalidos, que hace tiempo renunciaron al amor, se encuentran. Hubo una época en la que albergaron sueños, pero despertaron. Para sobrevivir decidieron amoldarse al ritmo que marcaba la vida, se dejaron utilizar por personas a las que detestaban para alcanzar sus metas. Hoy ya han olvidado el sentido de su existencia, el sabor de la alegría, y se sostienen tambaleantes, temerosos de naufragar en la vorágine: son víctimas de un lugar y un momento determinados, que toca a su fin. Y mientras a su alrededor el mundo se desmorona persisten en mantenerse unidos, en salvar al otro para el futuro... y con eso salvar lo poco que quede de ellos mismos.

Esta película, como tantas en su época, sufrió un característico cambio de título, pues no iba a aparecer en las carteleras como “Chica de compañía” pues fácilmente los pobres españolitos no asistirían a la sala pensando que se trataba de la historia de una muchacha que hacía compañía a las viejecitas. ¿O asistirían en masa buscando otra cosa? Como sea, nada más empezar, en uno de esos magníficos arranques de película que tanto me gustan de Nicholas Ray, queda claro de que tipo de muchacha se trata. Cyd Charisse hace una interpretación magnífica y aprovecha su oficio para enseñarnos sus magníficas piernas y su bien formado cuerpo en algunos números musicales perfectamente realizados. Pronto aparece el galán, algo mayor, que interpreta Robert Taylor, con un defecto en su pierna que puede ser la causa de sus frustraciones. Dos personas que están descontentas con el lugar que ocupan en la sociedad y que aspiran a ser felices a pesar del tiempo trascurrido en esos ambientes de los que pretenden salir. El ambiente es el de las mafias y por lo tanto la película pasa de lo que podría ser un musical a una película de amor en un mundo de gangster. ¡Que bien cuenta la historia el director! ¿Quieres ver bailar a las coristas? Las verás. ¿Quieres acción? La tendrás y de la buena. ¿Quieres amor? Del mejor y más maduro entre un hombre y una mujer que arrastran su historia. Con todos estos elementos no acabo de entender como les gustaba tanto a los de la “Nouvelle Vague” porque muchos de ellos eran auténticos pesados contando historias. Sí comprendo que le gustara a François Truffaut que aprendería mucho para realizar “La noche americana” y contarnos historias de verdaderos personajes. Muy recomendable.

Película visceral, psicológica, epidérmica y voluntariosa que demuestra su ambición en cada escena cargada de significado.
Y de violencia, incluso en los diálogos más emotivos.
Las tramas rivalizan por ganar protagonismo y de esa porfía surge su rotundidad de carácter y una enorme capacidad de atracción mientras el implacable reloj del argumento va cumpliendo sus minutos.
Rigor en la narración, concisión en los hechos, sentido dinámico en la acción y una interpretación magnífica jalonan la producción de un hábil N. Ray que sabe aprovechar los elementos de que dispone.
Siempre a favor de corriente.

Película de encargo de la Metro al interesante y visceral Nicholas Ray, es una película que mezcla un poco el género de gángsters, con la comedia musical y el drama romántico.
Creo que se nota mucho la productora en esta película, más orientada a un entretenimiento familiar a pesar de el tema que trata, que si hubiera sido un encargo de la Warner o de la RKO, productoras más encarriladas a temas adultos o películas más oscuras.
Por eso mismo, a pesar de que creo que Ray saca un magnífico partido del film, dirigiendo con mucho oficio y haciendo un magnífico uso del color por ejemplo ( qué pena que estas cintas ya no podamos disfrutarlas en el cine aprovechando el Cinemascope y Technicolor, otro gallo cantaría a este film), el guion o el argumento, vista hoy en día, me ha resultado muy infantil a pesar de que contiene algunas escenas de alto nivel.
Recuerdo cuando la vi por vez primera en mi adolescencia. Me encantó. Me pareció perfecta. Una trama con buenas dosis de tensión, violencia, romanticismo, buenos números musicales a cargo del par de piernas más hermosas de Hollywood ( Cyd Charisse), con permiso de Marlene Dietrich o Angie Dickinson, un atractivo abogado ( Robert Taylor), que mantiene su integridad en el enlodado mundo del hampa y una perfecta historia romántica que nuestros protagonistas viven sin llegar a salpicarse de la vileza de los que les rodean.
Pero la he vuelto a revisar hace poco y se me ha caído el alma a los pies. El guion es muy endeble e incluso infantil.
Y que conste que no culpo a Ray de los defectos de la película. Creo que hace lo que puede y que consigue imágenes y secuencias de gran belleza y poderío.( spoiler).
Pero es que hay muchas partes de diálogos y de guion que parecen escritos para niños de catorce años. Ya no me los creo. No sé si es el paso del tiempo o la edad que ha cambiado mi mirada. Sólo sé que esta cinta estaba en mi memoria como una joya del cine de gángsters y ahora se ha convertido en una agradable y entretenida cinta, visualmente muy bella, para ver con cierta indulgencia.