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Tirad sobre el pianista

Drama. Thriller. Comedia. Romance Charlie Kohler, antiguamente un gran concertista de piano, trabaja ahora como pianista en un popular cabaret de una ciudad. Charlie se las ha arreglado para ocultar a todos y mantener en secreto su misterioso pasado, pero, inesperadamente, aparece uno de sus hermanos pidiéndole ayuda. (FILMAFFINITY)
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Críticas 34
Críticas ordenadas por utilidad
29 de abril de 2014
7 de 8 usuarios han encontrado esta crítica útil
En la Nouvelle Vague también se realizaron películas de género. En el campo musical, tenemos los experimentos que realizó Jacques Demy, primero con el film en blanco y negro, Lola (1961) y después con Los Paraguas de Cherburgo (1964). En la ciencia ficción encontramos obras como Alphaville (1965) dirigida por Godard, o Fahrenheit 451 del propio François Truffaut. Este mismo director realizaría bien pronto (su segundo film después de conseguir el éxito comercial y crítico con su opera prima) una película de cine negro, titulada Tirez sur le Pianiste (tirad sobre el pianista, 1960).

Tirad sobre el pianista es una película de cine negro, lo que sucede es que es quizá se trata de una ruptura voluntaria con todos los clichés del género. El propio Truffaut admitió que realizó la película con tal de que no lo encasillaran, justo después de haber conseguido la palma de Oro en Cannes, tras la entrañable y célebre Les 400 coups (Los cuatrocientos golpes, 1959). Para romper con la tónica habitual del cine negro, Truffaut decide contar como estrella del reparto con Charles Aznavour, una de las estrellas musicales del momento, y que ya desde su propio físico marca una personalidad poco clásica respecto a los detectives y policías del género (enclenque y no demasiado atractivo). Pero además su personaje confirma la excepcionalidad de la película, pues está construido como un personaje traumático y tímido (en una secuencia construida mediante flashback se nos muestra al personaje de Aznavour comprando un libro para luchar contra su timidez).

Pero esta pátina de desmitificación la encontramos más allá de nuestro personaje principal. Y es que desde luego nuestros gánsteres no son los tipos más habituales. Los diálogos de los dos revelan que nos encontramos ante unos personajes que aparentan ser poco malvados, pues mantienen conversaciones amigables con las personas a las que ellos mismos han secuestrado a punta de pistola. Aunque si es cierto que Truffaut introduce algún detalle interesante, pues en una de las secuencias más célebres de la película, uno de los gánsteres compone casi un monólogo él sólo, donde se delata como un absoluto machista. También encontramos en la película una prostituta (interpretada por Michèle Mercier, cuyo famoso desnudo le valió la crítica de gran parte de la censura-Las mujeres se tapan en el cine- espeta el personaje de Aznavour) que lejos de parecerse al prototipo de Femme Fatale, se acerca al modelo de mujer ideal y bondadosa, que incluso es capaz de cuidar al hijo adoptivo del protagonista de una manera casi materna.

El desarrollo de la película está centrado en su continua ruptura. La primera secuencia del film ya resulta significativa. En medio de la más absoluta oscuridad, se presenta el perseguimiento por parte de los gánsteres hacía el hermano del personaje principal, que anda metido en un lío (Un auténtico macguffin, pues nunca llegamos a enterarnos hasta el final de la película porque persiguen realmente al hermano, ni porque la toman con el personaje de Aznavour que no ha hecho nada) y que después de escapar entabla conversación con un tipo de la calle que le contará una curiosa historia acerca de su matrimonio. Ahí la película empieza a mostrar sus cartas; La continua ruptura de tonos será una constante de la película. Después el hermano llegará al bar donde está su hermano, y donde el protagonismo recaerá finalmente en él. La película parece entonces desarrollarse en este sentido, pero realizará un auténtico cambio de tercio cuando se nos presente a mitad de la película un largo flashback, que nos enseñará el pasado de nuestro protagonista principal, así como la fallida relación matrimonial que sostuvo con su exmujer (quien se llegó a suicidar). Después del largo flashback se volverá a la situación inicial, pero hacía el final de la película se abren diversas líneas narrativas (como el secuestro del hijo de Aznavour por parte de los dos gángsteres). Esta estructura tan embrollada puede amargar a más de uno, y el propio Truffaut advirtió sobre la película, clasificándola como una obra sólo apta para los más cinéfilos. Por momentos, tirad sobre el pianista da la sensación de no estar relatando ninguna historia.

Desde luego la finalización de la película no habría sido posible sin la ayuda de una joven montadora, Claudine Bouché (en teoría la responsable del montaje había de ser Cécile Decugis, pero esta fue encarcelada por apoyar el frente nacional de liberación argelino) que inició su andadura con Truffaut en esta película, y que volvería a colaborar con el director en películas posteriores. A Bouché se le debe gran parte de secuencias que Truffaut había grabado sin tener una idea bien clara de cómo componerlas después[1], como aquella en la que el personaje principal se dirige a la sala del productor de música, y de ella sale una violinista que la cámara acompañará de manera deliciosa, hasta que esta se detiene al escuchar el piano de Aznavour.

[1] Carole Le Berre, François Truffaut: En Acción, Ed. Akal, Madrid 2005

http://neokunst.wordpress.com/2014/04/29/francois-truffaut-tirez-sur-le-pianiste-tirad-sobre-el-pianista/
Kyrios
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20 de junio de 2012
6 de 7 usuarios han encontrado esta crítica útil
Gran obra de Truffaut, que trata sobre un pianista que sin comérselo ni bebérselo sufre los males de sus familiares simplemente por serlo, y ni la fama ni el anonimato le sirven para vivir de forma tranquila con lo que más le gusta hacer, tocar el piano. Además, nos ofrece la idea de cómo una pasión puede convertirse en su cruz, es como si no pudiese vivir con ello ni sin él, pero de una forma totalmente indirecta, de la misma forma que la mala suerte no le ataca a él de forma directa sino por medio de sus más allegados. Es difícil hacer una película que cuente tanto en tan poco tiempo, y truffaut lo consigue, consigue meternos en esa desesperación del día a día del personaje y comprender que lo único que lo salva de esa rutina es la música.
Lo único malo es el final y ciertos sucesos que se ven venir de lejos, aunque puede que esa fuera la pretensión del gran director francés.
PABLO
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15 de abril de 2014
5 de 5 usuarios han encontrado esta crítica útil
Film poco conocido y menos valorado del cineasta francés, aquí emerge el Truffaut iconoclasta por la gran libertad y atrevimiento con la que trata la novela negra de David Goodis, por la feroz melancolía del tímido y pasivo personaje de Charles Aznavour, por el excéntrico “flash back” que evoca el origen de su profunda y misteriosa tristeza. La frescura narrativa, la mezcla de tonos confiere a la historia un aire que sirve para expresar un mundo propio. El lirismo de Truffaut no tenía la dimensión nihilista de Jean-Luc Godard, ni la cerebral, tan enredada en la memoria, de Alain Resnais; dimensiones que fueron y son muy favorecidas por esa mayoría de historiadores y críticos especialmente atentos a las figuras que sentaron las bases del modernismo.

A Truffaut le gustaba tanto la nieve que varias de sus películas posteriores, tienen escenas importantes en paisajes nevados, como en este caso. Según el cineasta ese es el origen de la película, estaba en la novela de David Goodis que la película adapta: “Una carretera nevada, en cuesta, un coche bajándola, sin ruido de motor, me entraron unas ganas terribles de visualizarla, lo demás vino después”. Lo que atraía a Truffaut era la fuerza fotogénica de la nieve, la fuerza de abstracción. La blancura de la nieve es también la forma más natural de borrar los colores de los que el cineasta desconfiaba en esa época.

Truffaut quería retornar a las fuentes de la cinefilia hollywoodiense “gustar a los auténticos chiflados del cine y sólo a ellos, a riesgo de desconcertar a una gran parte de los que disfrutamos con “Los cuatrocientos golpes”, “Tirez sur le pianiste” responde esencialmente a dos deseos: trabajar con Charles Aznavour, en quien ve el cineasta su “alter ego” – mismo aspecto flaco y nervioso, misma mezcla de angustia y voluntad –, y adaptar un relato de uno de sus escritores de novela policiaca preferidos. La historia triste y melancólica de un pianista famoso que, tras un drama íntimo, se refugia en el anonimato y se enamora de la joven camarera del bar donde toca todas las noches. La película es un “pastiche” respetuoso con la serie B americana, Truffaut desvía la historia policíaca hacia la poética mágica, mezclando el humor y el lirismo muy a la “francesa”.
Antonio Morales
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25 de enero de 2018
5 de 6 usuarios han encontrado esta crítica útil
Vamos a ver. Tirad sobre el pianista es un completo despropósito sin ton ni son. Diálogos absurdos y escenas igual de absurdas envueltas en una trama completamente deficiente. Unas actuaciones que rozan lo ridículo. Tan solo se salvan dos o tres escenas que hacen una leve gracia.
SPOILER: El resto de la crítica puede desvelar partes de la trama. Ver todo
Cristian Stanescu
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4 de octubre de 2021
4 de 4 usuarios han encontrado esta crítica útil
Alternando distintos géneros (cine negro, iconografía del musical, de la comedia y del western) con momentos de farsa (donde también se suceden otros más oscuros, cercanos a la tragedia), el filme posee libertad narrativa, impecable ejercicio de estilo, indudable fuerza creativa, planteamiento arriesgado, singular atmósfera y modernidad. Y todo ello (toda esa profusión de elementos heterogéneos aparentemente aleatorios) conforma así el envoltorio externo de esta película que Truffaut convierte en suya y cuya novela (“Down There” de David Goodis) queda como una mera fuente de inspiración.
Isidoro Feria
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