Superagente Makey

Atención a la crítica especializada de nuestro país, que han comparado esto con Louis De Founés, Eddie Murphy, el ritmo de las mejores pelis de comedias de policías, buddy movies americanas y demás tropelías. Vamos que Superagente Makey debería de estar a la altura o similar a Hot Fuzz (Arma Fatal) según nuestra prensa.

Y...va a ser que no. Quizás se parezcan en los trajes de policía porque el resto del metraje no tiene...NADA...absolutamente NADA destacable.

Partimos de que los dos personajes principales de esta BUDDY MOVIE, no tienen absolutamente nada en común, se conocen un día y al momento están viviendo juntos en un barco. Dónde en otras BUDDY MOVIES, uno puede ver el progreso de la amistad entre ambos protagonistas, aquí uno se la tiene que imaginar (cosa improbable teniendo en cuenta las personalidades totalmente diferentes de los protagonistas).

Jordi Sánchez tiene el piloto automático, Leo Harlem hace otra vez de Leo Harlem (clásicos chistes de errores léxicos o con idiomas, en este caso toca el chino) y el resto de reparto está para decorar (en especial Silvia Abril, relegada a un papel secundario).

Situaciones mil veces vistas en películas anteriormente (esto es peor incluso que Cuerpo de Élite), personajes sin ningún tipo de gracia y poco creíbles (de traca que uno de los mafiosos se ponga del lado de la chica a la que han raptado). Y un guión trillado con la clásica situación, cagada, período de adaptación, chistes de catalanes y españoles, éxito inesperado, nuevo fracaso, redención y final de tiroteo épico (ejem). Ah entre medias el protagonista intenta remediar su relación con su hija.

Entiendo que esto es una comedia y mis expectativas no eran más lejos de una típica buddy movie. Pero es que la película no es ni lo uno ni lo otro. Es una sarta de escenas en las que vemos a Leo Harlem hacer el idiota mientras que su hija se limita a chulearse delante de mafiosos (al fin y al cabo es hija del mismísimo agente Makey).

Quizás en los ochenta se hubiese podido considerar una flojísima buddy movie, pero que en el 2020 productos como este. precocinados y ya vistos previamente, con el presupuesto que tiene (que para mí desgracia asumo que no será poco) y los medios con los que cuentan tengan cabida...pues es una jodida calamidad, hablando en plata.

Y si al menos los chistes fuesen ingeniosos o uno se riese, pues bueno como comedia cumpliría su cometido. Pero, sin duda alguna, me he reído más con las delirantes críticas que con la película.

Quién sabe, quizás la segunda parte sea un auténtico festival del humor =)

Debo decir que me cae bien Leo Harlem especialmente luego de haber visto y disfrutado la pequeña y graciosa comedia El mejor verano de mi vida, en donde desplegaba esa habilidad de con pocas palabras y gestos hacer reir y hacer pasar al espectador un momento agradable. Bueno aquí es todo lo opuesto, partiendo de un guión realmente trillado, con actuaciones que no dicen nada y aburren mucho, las situaciones cómicas, si se les puede llamar así, creo deben ser cuanto mucho dos después es solo palabrerio y situaciones ridículas que dan vergüenza ajena. Realmente estoy decepcionado, si bien no esperaba un film supremo nunca pensé que seria semejante bodrio. Dentro de las actuaciones Leo Harlem luce con una cara de que que estoy haciendo aquí y me quiero ir, mientras Jordi Sanchez se ríe toda la pelicula aunque ni el creo que debe saber de que. Desechable.

Simpática pero francamente no muy divertida comedia. Y es que, a pesar de la profesionalidad de sus intérpretes, el guión es pobre en situaciones disfrutables y la mayor parte del metraje no tiene apenas sustancia.
Sólo por su parte intermedia tiene algo de chispa y parece retomará aire pero el producto finalmente se vuelve a venir abajo por falta de imaginación y reiteración de tópicos y diálogos ya sabidos y escenas de acción sin alma.
Una pena, pero creo que decepciona en gran manera, no llegando a la calidad de algunas comedias que últimamente pueblan el cine español.

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Empiezas a ver la película con la ilusión de ver una comedia inocente y sin pretensiones para pasar el rato como cualquier otra del cine español, pero a los 30 minutos te percatas que el guión es un espanto, los actores no merecen llamarles como tal y para no perder el cariño que tenemos por Leo Harlem..lo mejor es quitar la película.

En el siglo pasado, sobre todo durante las décadas de los 50 y 60, se realizaban unas películas de humor más o menos inteligente, la mayoría de ellas obra de Mariano Ozores, e interpretadas por actores de indudable calidad, como demostraron posteriormente en otras películas “más serias”, desde Fernando F. Gómez hasta Tony Leblanc, pasando por José Luis López Vázquez, Alfredo Landa, José Sacristán y otros muchos que harían la lista interminable.

Independientemente de la calidad de esas películas, lo cierto es que estaban interpretadas por Actores con mayúsculas. Cómicos de gran altura, obligados por las circunstancias de la dictadura a interpretar papeles muy por debajo de su categoría. Películas, en cualquier caso, que tuvieron su público y también un considerable éxito.

Viene esto a cuento, porque Superagente Makey es, entre otros muchos ejemplos de los últimos tiempos, una película realizada a mayor (o tal vez menor) gloria de un “cómico” cuyo único bagaje es ser “gracioso” y haber salido muchas veces en la caja tonta intentando (y al parecer consiguiendo) despertar la risa en un cierto público que disfruta con sus “gracias”.

Son otros tiempos. Ahora cualquier “cómico” de tres al cuarto puede ser protagonista de una historia que, algún productor muy perspicaz, considera que arrastrará a muchos espectadores a las salas de cine. Es posible que así sea, e incluso que sea un éxito como lo ha sido Torrente y sus secuelas, un humor de brocha gorda que, al parecer, salvó el cine español algunos años (lo que en modo alguno sería como para celebrarlo), con recaudaciones del 70% en algunos casos

Remedando en parte a Charles Dickens, se podría decir que el cine español de los 50 y 60, era de otros tiempos, tiempos difíciles, antesala de la apertura y transición democrática; tiempos de creencias e incredulidad; la era de la luz y las tinieblas; la primavera de la esperanza y el invierno de la desesperación; en las antípodas de Berlanga. En definitiva, con películas que tal vez no sean para sentirnos orgullosos, pero que, al menos, tenían su razón de ser al estar interpretadas por Actores con mayúsculas. Todo lo contrario que ahora, en estos nuevos tiempos, llenos de vulgaridad, en los que cualquier “gracioso” puede ser protagonista de una película, e incluso arrastrar de forma literal a un público que disfruta viendo al “cómico” de marras en una película cuyo argumento, digámoslo ya, no interesa lo más mínimo.