La mujer del año

Ella como siempre, maravillosa; sencillamente se come la pantalla. La quimica entre los dos actores es mágica, aunque en otras peliculas es mucho más palpable (la costilla de adán). Ella interpreta a una periodista y mujer de mundo que consigue lo que se propone, es rompedora y feminista, como en muchos de sus papeles. A la vez tiene un punto risueño al enamorarse del personaje de Spencer Tracy, que es un compañero del periodico de la sección de deportes.
La escena del final de la película me provocó robó una sonrisa, muy divertida.

La he visto varias veces, pero la vez que la vi el 23 de marzo de 2012, escribí una crítica. 6 de 9 usuarios les pareció útil. Comentaba que es una comedia sencilla pero agradable. Comentaba que quizás es la comedia más divertida de esta pareja. Aunque tiene un regusto a mujer sumisa y mujer de estar en casa en la cocina, aunque al final lo arreglan. Comentaba también que es sencilla, no tiene gran cosa, pero me imaginaba las salas de los cines de 1942 petándose de risa, porque tiene escenas muy cómicas. Quizás en aquella época no estaban preparados para comedias más sofisticadas como "La fiera de mi niña" que fue fracaso y esta comedia más sencilla, pues sí. Y acaba la crítica comentado que las caras de Spencer, son de lo mejor.

Vista de nuevo, no entiendo la buena puntuación de esta película, ya que me parece bastante flojilla respecto a otras comedias de Hepburn.

Esta película nació gracias a Hepburn, que tenía un amigo muy cercano que escribió este guión. Ella fue al productor para vendérselo y aceptaron. También eligió a Stevens (no entiendo porque no eligió a Cukor...) y también a Spencer. Eran las condiciones de Hepburn. En esta película, fue cuando empezó la relación de Spencer y Katharine.

Fue todo un éxito en taquilla, aunque el final lo tuvieron que cambiar, ya que no gustó en los primeros pases. Este final, no gustó a Hepburn, pero no pudo hacer nada. El final que se filmó originalmente es que ella había recuperado al niño y estaba en un combate de lucha para aprender. Y él estaba recibiendo clases de francés y español. Era un final más equitativo, donde los dos se esfuerzan para estar juntos.

Pero el final que al final quedó... (ver spoiler).

Le bajo 2 puntos, de un 7 a un 5, porque creo que aquí el director no hizo un buen trabajo, y hay escenas muy espaciadas y con poca gracia. Una película que quería ser moderna y feminista, y al final acaba siendo típicamente machista.

Lo único bueno del guión es que hay momentos en el que hombre hace el papel típico de mujer de la época. Como por ejemplo, él se compra un sombrero nuevo y se lo enseña, y ella pasa un poco de él. Tal como suele pasar cuando la mujer se compra una prenda nueva y se la enseña a su marido.

Una corresponsal de asuntos internacionales y un cronista deportivo que trabajan para el mismo periódico se llevan fatal, hasta que un buen día se conocen en persona y se enamoran. Pero ella es elegida ‘Mujer del año’ y nunca dispone de tiempo para él.
El primer encuentro cinematográfico entre Katharine Hepburn y Spencer Tracy fue esta comedia romántica donde ambos empezaron a librar esa guerra de sexos que se repetiría a lo largo de casi todas sus películas juntos. Aunque vista hoy pueda parecer algo vetusta, la verdad es que goza de un guión brillante, justamente premiado con un Oscar, además de rebosar química y encanto (no por azar figura en el Registro Nacional de Cine).



“El éxito no vale nada si no tienes a alguien con quien compartirlo.”

Primera de las ocho películas protagonizadas por la mítica pareja formada por Spencer Tracy y Katherine Hepburn, dirigida por George Stevens "La mujer del año" nos cuenta la historia de Tess y Sam, dos periodistas que trabajan para el mismo periódico pero que no se caen nada bien, al menos al principio ya que pronto se conocen y acaban casándose, pero Tess es una feminista muy activa y ocupada lo que hace que olvide a menudo su relación con Sam hasta que este empieza a hartarse. La película es una comedia regular que no ha envejecido bien en la que ambos protagonistas empiezan a librar esa guerra de sexos que se repetiría en la mayoría de las películas que rodaron juntos, aunque algunos de los temas que se tratan puedan ser considerados como machistas y fuera de lugar en la actualidad. A pesar de la tremenda química que desprende la pareja Tracy-Hepburn esta no es una de sus mejores películas, es mejor recomendar "La costilla de Adán", "La llama sagrada" o "Adivina quién viene esta noche", estas si son grandes películas.

No me suelen gustar las películas que comienzan en un género o utilizan un tono que van cambiando progresivamente, o de golpe, cuando ya te tienen atrapado con la historia y necesitas saber cómo termina, pero “La mujer del año” es uno de los pocos casos en los que tengo que rendirme a la evidencia de un film magníficamente rodado.

Porque George Stevens comienza con una comedia de guerra de sexos, se torna en comedia romántica y en su último tercio se vuelve un drama conyugal que tiene al espectador con un nudo en la garganta.

La química entre Hepburn y Tracy es impresionante, de acuerdo que uno conoce su historia y su relación sentimental durante casi 30 años alejada de los focos mediáticos, pero no deja de maravillar la cantidad de guiños, gestos cómplices, silencios y miradas que se dedican aparentemente sin esfuerzo. Dos personajes en contraposición, él sencillo y práctico, ella sofisticada y de personalidad arrolladora, cuántas veces la habremos visto encarnar a la perfección a estos personajes, me viene a la mente sin esfuerzo “Vivir para gozar”, “Historias de Filadelfia” o “La fiera de mi niña”. Aquí está además especialmente atractiva, regala algunos primeros planos que enamoran a la cámara.

Una producción lujosa de la Metro con el gran Joseph Leo Mankiewiz al frente que ganó el Oscar al mejor guion de ese año, y que cuenta también con la aportación destacada de una partitura musical de gran lirismo a cargo del maravilloso Franz Waxman.

Stevens nos regala algunas escenas geniales, donde el punto de vista de la cámara nos ofrece sorpresas a la misma vez que a los personajes; Tess entra en su vestidor para cambiarse y al girarse se encuentra el armario de Sam vacío, se ha marchado de casa y somos informados a la misma vez que vemos la reacción de ella; Sam está sentado en el bar de su amigo boxeador, que lo mira con el cejo fruncido sin que sepamos el motivo, entonces un señor sentado en la barra se levante de su asiento y se nos muestra que junto a Sam está Tess acompañándolo, la misma que dijo inconscientemente por la radio que el baseball era un asunto menor para el país frente a las cuestiones políticas y que deberían eliminarlo. O el primer encuentro entre ellos en el despacho del director, mirándose de arriba abajo sin pronunciar palabra y reflejando en el rostro la sorpresa agradable del que encuentra al enemigo atractivo, y la magnífica escena romántica nocturna en el apartamento de Tess, que intenta seducir a Sam mientras éste se resiste porque desea explicarle que no quiere ser sólo aventura de una noche sino algo más importante.

Vista hoy en día parte de la premisa argumental ha quedado obsoleta, esa idea de que la mujer feminista e independiente no puede acceder a la felicidad completa si no es cediendo parte del ímpetu para adaptarse a la vida de su esposo, puede resultar hasta insultante. Más que tratarse de una propuesta machista yo prefiero analizarlo desde el punto de vista de las relaciones de parejas, tenemos que ceder parte de nuestro individualismo para que una relación funcione, tenemos que adaptarnos al otro, sea hombre o mujer, y a fin de cuentas, tenemos que sacrificarnos para que el amor funcione.

En una de las escenas claves Sam coge por los hombros a Tess y le espeta que no se puede ser extremista, que hay que vivir en un término medio donde haya margen para ser varios tipos de persona a la vez. Algo así se le podría decir a Stevens en cuanto a los saltos de género durante la trama, pero está todo tan bien hilvanado, los personajes son tan magnéticos en la piel de estos actores, que reímos cuando hay que reír (gracioso Tracy en su faceta cómica) y sufrimos cuando hay que sufrir (tremenda Kate en su intensidad y entrega, como siempre).

Una muy buena comedia romántica que pierde frescura cuando se pone seria e intenta sentar cátedra sobre las relaciones de pareja, que queda como reflejo de una época y una sociedad con prejuicios que se han ido superando no sin esfuerzo, y que brilla en la puesta en escena y en el carisma de una pareja mítica.