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La estrategia del caracol

Comedia. Drama Los vecinos de uno de los barrios más pobres de Bogotá luchan para evitar el derribo de la casa donde viven, que es propiedad de un millonario sin escrúpulos. Aunque su lucha contra la especulación y la corrupción parece perdida de antemano, ponen en práctica una original estrategia ideada por don Jacinto, un viejo anarquista español. (FILMAFFINITY)
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Críticas 33
Críticas ordenadas por utilidad
4 de diciembre de 2005
8 de 12 usuarios han encontrado esta crítica útil
Una visión de la realidad social que nos transporta a las luchas de una comunidad de vecinos por conservar, sobre todo, su dignidad, partiendo de la fuerza que da el ingenio y la unidad. Un película que nos envuelve con humor en vivencias ajenas, como si fuésemos espectadores a través de un escaparate...
Ariadna
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11 de julio de 2014
5 de 6 usuarios han encontrado esta crítica útil
Con una idea simple y un planteamiento algo inocente de las dos posiciones enfrentadas, "La estrategia del caracol" desarrolla su trama enriqueciéndose a base de detalles que van cargando la película poco a poco de contenido hasta que el espectador se encuentra en su final con una imagen bien distinta de cuando empezó. Si las espectativas no son muy buenas cuando empieza, cuando ha acabado todo ha cambiado.

Digo que la idea es simple porque se explica con una frase: los vecinos de un inmueble han de ser desalojados porque la ley así lo dicta. Y si digo que el planteamiento es inocente es porque no creo que las dos partes sean así en realidad, ni los malos son tan malos ni los buenos tan buenos, aunque entiendo que para que todo funcione su descripción ha de ser obligatoriamente así. Sergio Cabrera pincela al especulador propietario como un absoluto cabrón y las personas que han de ser desahuciadas son todas amables, simpáticas y generosas. Entiendo las quejas por su irrealidad, pero para que la sensación de injusticia sea más pronunciada es imprescindible que esto sea así.

Y el humor fluye, con absoluto acierto porque no hay mejor manera de hacer que una película funcione si se es capaz de desdramatizar ante una situación desafortunada y triste. Por ello encuentro especialmente elogiosa la riqueza de detalles con la que "La estrategia del caracol" va sumando sus minutos, a través de un vecindario berlanguiano que como comedia coral no defraudará a los que sientan afinidad por ese tipo de carácter desenfadado. Unos están de acuerdo con la estrategia mientras recuerdan su pasado republicano ("a las barricadas"... inevitable piel de gallina) mientras otros aclaran su postura aferrándose a una ley que no es justa con ellos. El abogado se convierte en mártir, las idas y venidas con los carromatos ocupan la pantalla y mientras los acontecimientos se desatan el espectador que ha llegado hasta esa última parte ya convencido de que es una buena película, en su remate final lo más justo acabar de sentirse satisfecho totalmente.

Sobre el mensaje es natural hacer frente común con los desalojados y simpatizar con su lucha. Dado su planteamiento no cuesta quedar conquistados por los vecinos, pero si los detalles suman y suman haciendo cada vez más grande a la película será por culpa de su director, que sabe mezclarlo todo y ofrecerlo adecuadamente. Los espectadores a los que no nos es tan próximo el acento sudamericano sufriremos puntualmente en más de una de las intervenciones de sus protagonistas, pero creo que "La estrategia del caracol" puede ser considerada la mejor película colombiana, yo la recomiendo abiertamente. Entretenida, con humor, con mensaje, bien hecha... No le puedo pedir más.
Luisito
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31 de julio de 2012
11 de 19 usuarios han encontrado esta crítica útil
Muchas y muy buenas críticas se llevó durante su estreno y su paseillo por lo festivales internacionales esta película colombiana, un país no demasiado ‘promiscuo’ a la hora de penetrar en los mercados internacionales y menos aún si hablamos de hace una década. Y he aquí uno de los ejemplos en los que o bien con las perspectivas del tiempo se pueden ver las cosas de otra manera, o bien, un servidor no ha sabido apreciarla como el resto de la crítica internacional y tal vez debieran dejar de leer esta crítica para no llevarse una idea equivocada de una película tan aplaudida.

Pues verán, lo que más me molestó de este filme, fue la grácil y fútil manera que tiene de colocar las diferencias de clases, sin ahondar en absoluto en causas o razonamientos, ofrece una visión que aunque comparta es descaradamente partidista hasta la desfachatez y de una forma tan ridícula que para mí hace que la película pierde toda naturalidad y credibilidad. En efecto el chico rico, es tan malicioso y arrogante porque sí, algo que hace que apenas se puede sostener en pie ese personaje, más si cabe cuando apenas les das un puñado de frases para que muestre todo lo que le hace abyecto sin explicar nada… por el contrario, los pobretones okupas, a pesar de su dura existencia son todos personas encantadoras, amables, solidarias, trabajadoras, comprensivas… vamos, que su único defecto es ser pobres. De veras, el maniqueismo que muestra la película me parece exacerbado y un defecto demasiado evidente como para pasarlo por alto como hace toda la crítica.

Queda claro que la película no es la más realista en su presentación o en el absurdo planteamiento que realiza para solucionar el problemas de estos ocupas de una antigua casa colonial. Quizás sí lo sea en su contexto, en la forma de hablar y de actuar de los residuos sociales que protagonizan de manera coral la película, en sus miedos, sus manías (unas religiosas, otras comunistas, violentas, pacíficas) que sí parecen tener un mejor encaje dentro del engranaje general de la película. Tampoco está muy alejada de ese realismo la crítica al sistema judicial y a la burocracia, mucho más conseguido que a la que se hace contra el sistema oligárquico. Leguleyos comprados, policías corruptos y funcionarios ineptos son los encargados de llevar a cabo el desahucio y el reflejo de esto en un tono satírico, si llega al espectador con cierto desparpajo.

Pero de esto, a cubrir de elogios y premios a un filme, debería ir mucha más distancia, no tiene ni empaque de guión (repito la historia es original pero absurda), ni actuaciones destacadas, ni una crítica tan aguda como para justificar todo lo anterior. No niego que tenga un punto diferente pero no la apruebo.

http://palomitasconchoco.wordpress.com
Palomitasconchoco
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21 de julio de 2015
3 de 3 usuarios han encontrado esta crítica útil
Esta recordada película colombiana refleja la impotable situación que hoy en día no ha cambiado nada sobre los desalojos de familias por parte de algunos aristócratas o acaudalados personajes que dicen ser dueños de unos predios para construir edificios modernos, y últimamente, con materia prima de dudosa factura. Tampoco se puede olvidar los que están comprometidos con las enormes deudas hipotecarias bajo los embelecos vivienda de interés social o viviendas gratis, y su acompañante arruinador UPAC hoy UVR.
Para afrontar exitósamente el problema y buscar el modo para que varias familias de la casa Uribe no sean desalojadas tienen a dos personajes: el abogado Romero y el anarquista español Jacinto que cada uno resolverá a su manera y contar con el apoyo de todos los miembros de la familia.
Excelente aporte de los experimentados actores partícipes de la película como lo fueron el fallecido Frank Ramírez (abogado ingenioso Romero), Fausto Cabrera (anarquista español Jacinto Ibaruburen que diseño y ejecutó dicha estrategia defendiéndo la casa a capa y espada), Víctor Mallarino (el pedante dueño de la casa Uribe doctor Holguín), la fallecida Delfina Guido (la chacosa Misia Trina), el fallecido Luis Fernando Múnera (el amigable culebrero Gustavo Calle que amenizaba a los inquilinos de sobrevivir en la pensión que estaban a punto de ser desalojados), Carlos Vives (el modesto reportero José Antonio Samper Pupo que fue testigo del desalojo), y demás actores que hicieron posible de plasmar que la unión hace la fuerza por tener una vivienda digna.
Por lo tanto, una magnífica película que retrata sobre como luchar para tener una vivienda digna más si es alquilada y defender sus intereses para no ser saqueados ya sea por los despiadados bancos o el Gobierno para ejecutar tardíamente una obra cuando no hay vías ya sea por corrupción, cortoplacismo, carencia de planeación o la misma desplaneación.
alfonso suarez
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14 de junio de 2005
8 de 14 usuarios han encontrado esta crítica útil
Una de esas tragicomedias a las que uno le perdona los posibles baches a causa de su espíritu ilusionante, que también tiene mucho de iluso, sin dejar de ser una afilada crítica. Es una reivindicación de "la clase inquilinal" frente a "la injusticia de la justicia" y para la dignidad del proletario colombiano. Como en toda comedia habrá quien conecte más o menos con ese humor que resulta contenido y sagaz a la vez que caricato y deslenguado.
Mequetrefe rimbombante
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