Newness

Esta película, bien interpretada por sus protagonistas, con una sorprendente y excelente Laia Costa a la cabeza, supone, como poco, una excusa extraordinaria para revisar el enfoque o los enfoques posibles de una intensa, moderna y privativa relación de pareja. La recomiendo…

Interesante película. Su ritmo lento e intimista puede despistar al espectador que solo vea en ella una sucesión de escenas. Sin embargo, el contenido posee bastante sustancia. Es una excelente reflexión sobre cómo las nuevas tecnologías, con sus apps en el movil para encontrar pareja, no resuelven neda que no sea la mucho mayor accesibilidad al encuentro sexual, pero que, sin embargo, complican la identificación de la posible pareja estable, con el peaje emocional que eso conlleva.

De esta manera se refleja cómo los medios de los que se dispone hoy día, no contribuyen a una mayor felicidad (en el sentido de compensación entre lo que se desea y lo que se tiene). La película lo ilustra a través de jóvenes actuales, en la franja en torno a los milennials, mostrando como en realidad lo que esas apps proporcionan es un exceso de información para la mente, que no puede procesar adecuadamente: ¿Cómo identificar entre las múltiples parejas sexuales a las que se va accediendo, aquella que puede ser duradera?. Y si se consigue identificar una como posible, ¿que tipo de relación de pareja puede funcionar de forma sostenible?, ¿abierta?, ¿cerrada?, ¿entornada?.

Este es el eterno duelo entre la estabilidad empocional que proporciona la pareja duradera y el impulso de experimentar nuevas sensaciones que las apps del movil facilitan.

Al final, y tras una reflexión y vivencias, el film muestra que el estado de quilibrio emocional individual es reconocido a través de lo que es tan viejo como Adán; a pesar de Tinder, Meetic y similares.

Ayer viernes noche por casualidad encontré este film dentro del catálogo de Netflix. Sin muchas pretensiones me decidí a verla. Eso de que hablase sobre redes sociales captó mi atención.

Creo que el tema principal de la película es como hoy en día la gente concibe las relaciones. Redes sociales como Tinder permiten buscar (y encontrar?) el placer inmediato, el tener ese gusanillo de nuevas experiencias todo el rato, y darle rienda suelta a tus deseos. Así se ve sobre todo en la chica al principio. Yo diría que llega a ser algo compulsivo. El coleccionar parejas sexuales, amantes, como le queramos llamar. Está con un chico, y al volver a casa sigue buscando más. De hecho creo que esos encuentros con chicos/chicas al final son vacíos. Es decir, no veo que realmente haya un sentimiento de plenitud. Es como la necesidad de llenar un algo... que al final evidentemente no se puede llenar. Es como la gente que intenta llenar ese vacío con la comida. Por mucho que llegues a repetir el mismo procedimiento, nunca llegas a calmarte. Porque no es eso lo que necesitas en realidad...

(Para continuar, ver zona spoiler)

Mis abuelos estuvieron casados 50 años y el fin a su matrimonio lo puso la muerte de mi abuela. Hoy en día vivimos en una sociedad donde eso es casi impensable. Lo normal hoy día es que antes de llegar a los 40 hayas pasado al menos por dos relaciones y que hayan hijos de varios padres. La paciencia, la cordura y el cuidar una relación han pasado a mejor vida.

Newmess se adentra no solo en el tema de las relaciones poco duraderas, va más allá y nos mete de lleno en nuestra época actual, donde cada día se nos presentan mil oportunidades a través de las distintas redes sociales para no poder pertenecer a una relación estable. Amigos con derecho a roce, follamigos, rollos, quedadas para sexo sin compromiso...son muchas las trampas cada día. Pero si para colmo, tu pareja es liberal y os permitís la libertad de practicar sexo con cualquiera...tarde o temprano se presentará un dilema. ¿Es sólo sexo o también hay amor?

Drake Doremus nos presenta una historia muy interesante en la piel de una pareja que se conoce precisamente así, por medio de una página de internet sobre relaciones esporádicas y sin compromiso, ¿pero qué pasa cuándo decides tener una relación estable? ¿serás capaz de adaptarte a las nuevas normas o echarás de menos toda tu vida anterior?

Esa es la cuestión. La peli funciona perfectamente porque nos introduciremos en la vida de cada uno de forma individual e iremos comprobando como son los pasos en este círculo sexual. Y posteriormente como acepta o no cada uno que su pareja tenga otras relaciones fuera del compromiso. Interesante cinta sobre algo muy actual.

Drake Doremus a la dirección y la diosa Laia Costa a la interpretación (todo lo que diga de ella se quedará siempre corto) nos regalan más una clase magistral que una película en los tiempos que vivimos de amores líquidos, adicciones al Tinder, sexo de usar y tirar, falta absoluta de compromiso en la pareja y consumismo capitalista aplicado también a las relaciones personales. Porque, si bien la cinta comienza como un ataque de profundidad a las convencionalismos monógamos impuestos por la sociedad y a la posibilidad de experimentar las relaciones de pareja fuera de tan angostos límites, es cierto que la cinta va de más a menos y que va perdiendo fuerza a lo largo de su metraje para hacerse más convencional conforme evoluciona, pero es tan sublime su primera mitad, que justifica y se le perdona todo lo que venga después, viniendo de donde viene.

Perturba, vaya si perturba, el guión de Ben York Jones sobre una pareja que se conoce vía Tinder, se gustan más de la cuenta, evolucionan quizás demasiado rápidamente hacia la estabilización en pareja pero… su adicción al sexo espontáneo y circunstancial es tan fuerte que marcará definitivamente su relación y sus propias vidas, por lo que deciden adaptarse a los cánones de una relación abierta para poder salvar la que tienen entre manos.

Pero un guión de una propuesta tan arrasadora no sería todo lo que es si no fuera por dos factores capitales de resultado sublime: la dirección electrizante de Drake Doremus y, sobre todo y por encima de todo, la interpretación mágica y divina (como diosa que es) de Laia Costa. La actriz catalana no me sorprende: me dejó de rodillas y levitando con su antológica encarnación de “Victoria”, en la película rodada en un único apasionante plano secuencia por el alemán Sebastian Schipper (de obligada visión no sólo por el alarde técnico de rodar todo el film de más de dos horas de metraje en un presunto plano secuencia al que no se le ven las costuras por ninguna parte, sino por la intervención de Laia Costa que convierte en oro todo el material fílmico que toca).

Su interpretación en “Newness” no es menor y ella es la película, de principio a fin, porque a su personaje y a su rostro se anuda el espectador sin posibilidad de despegarse. No es que Nicholas Hoult, como su pareja, sea un mal actor, pero claro, las comparaciones son odiosas y ella se lo merienda en cada plano en el que sale delante de él, porque Laia Costa es mucha Laia Costa.

Estamos ante una cinta que plantea un debate apasionante entre las parejas de nuestro tiempo, por lo que resulta de visión obligada.