Atrapada en la oscuridad

A mí no me ha parecido mala, me da igual lo que digan de ella según que experto de pipa en la boca y efigie perfecta a la luz de la chimenea. Tiene sus fallos y quitan credibilidad a la historia (desatar a la prisionera y coger el teléfono después, por ejemplo), pero mantiene una tensión buena y la interpretación de Monaghan y Keaton son realmente buenas. Podría pasar por un telefilm de suspense y poco más, pero tiene un algo especial que da el tener a dos buenos actores que quieren hacer un buen trabajo. Aunque lo de hacer de ciega no se le de del todo bien a la Monaghan que parpadea en ocasiones. Ver su bella cara y cuerpo te levantan el ánimo y lo que no es el ánimo, también hay que decirlo.

Su final, muy de película.

El irregular Joseph Ruben, director de clasicazos de serie B como "El padrastro", "Durmiendo con su enemigo", "El buen hijo" y otro puñado de cintas más que decentes se mete en el berenjenal de hacer una revisión de la un poco sobrevalorada "Sola en la oscuridad" de Terence Young de 1967 sin que se note demasiado. En este caso, en lugar de una muñeca llena de droga en la película de Audrey Hepburn, el malvado busca un pastizal escondido en el súper ático de la prota, una convincente Michelle Monaghan como reportera de guerra que en un país indeterminado-más bien Afganistán-se queda ciega tras caer en la trampa de una señora con burka y un bebé-muñeco-bomba.
Sin grandes pretensiones y con bastantes buenas bazas, las interpretaciones son buenas, la fotografía impecable, la tensión, sin llegar a cotas de morderse las uñas, está bien planteada y algún que otro defectillo, Ruben vuelve, de la mano de Keaton, como productor y actor, al candelero después de que muchos no comprendieran hace casi diez años ya su interesante "Misteriosa Obsesión".
Lo mejor: La tensión, la intriga y el final, para sorpresa de muchos.
Lo peor: El inicio innecesario, pero bueno, está tan bien rodado que merece un pase...
No esperen grandes truculencias, interpretaciones exaltadas ni tensión al límite, pero si deciden verla, prepárense para disfrutar un buen rato de una película bastante mejor de lo que parece.

Si uno confía en los hermanos Weinstein, lo mejor es olvidar que son los productores ejecutivos de esta aspirante a película y disfrutar, si es posible, de la enorme cantidad de clichés, situaciones mal resueltas y libertades varias en un guión que intenta beber de la estupenda "Sola en la oscuridad", pero que se atraganta en el intento.

Como suele ser habitual, los asesinos más despiadados y sin escrúpulos son totalmente incapaces de llevar a cabo un secuestro en condiciones. Retener a la(s) víctima(s) es misión imposible, y logran escapar y herir a su secuestrador sin esfuerzo. Si se suma su débil personalidad, siempre quebrantable ante la más mínima adversidad, solo se puede prever que la protagonista escapará más pronto que tarde. Dan ganas de gritarle "es ciega, pero no estúpida!" a la pantalla, pero no puede oirte y la ridiculez llega hasta extremos insospechados, momento en el que aparece Keaton para ¿arreglarlo todo?.

Pes debería, pero no. Su aparición, a pesar de dotar a la película de algo más de calidad (sin menospreciar a Monaghan, que es lo mejor de la película) no es como para hacer una fiesta, y su papel se reduce a intercambiarse los papeles de poli bueno / poli malo con su compinche. Poco bagaje para una película que llega a la gran pantalla y que no aguanta ni una comparación con el clásico de Audrey Hepburn, que huía de golpes varios para generar tensión.

Genérico thriller de malvados que se enfrentan a minusválidos, a una discapacitada visual en este caso, y se les escapa el cochino mal capado: lo que parecía un golpe sencillo se termina convirtiendo para ellos en un infierno por una inverosímil serie casualidades e inexplicables malas decisiones. Los pseudocientíficos de “Prometheus” que se adentraron en el centro de ingeniería extraterrestre, se encontraron con unas inquietantes larvas alien y se quitaron el casco para jugar con ellas son expertos en prevención de riesgos laborales al lado de unos ladrones que entran en el piso de una ciega dando voces y no se preocupan de inmovilizarla o de no dejar a su alcance elementos cortantes. A ver, mendrugos, que la chica es ciega, no tonta ni manca y sabe palpar hasta encontrar unas tijeras. O el típico RPG que todos tenemos en la mesita. Una de las pocas cosas a destacar es la creatividad que demuestra el guion para estirar y estirar el metraje hasta lo ridículo, encontrando maneras disparatadas de que la pobre invidente se libre una y otra vez de los agresores dejándose en cada requiebro un poco de una credibilidad que, de entrada, nunca fue demasiada.

Lenta, sin ritmo, repetitiva y sin capacidad alguna de sorpresa, “Atrapada en la oscuridad” resulta un pestiño bastante aburrido y de poco recorrido. Sorprende en parte la presencia de un Michael Keaton, por aquel entonces en un valle de su carrera, que, obviamente, muestra un talento muy por encima de las posibilidades de la película que, por contraste, visibiliza aún más sus carencias. Su elegancia y energía, junto a una Michelle Monaghan tan correcta como siempre, son los únicos motivos para no pasar de esta producción con alma de telefilm.

Empieza con cierta intriga que se va desplomando a medida que los minutos trascurren. Da la impresión de que sabían como comenzarla, como era el final, pero el desarrollo es de un plano que molesta. Además de muy poco creíble, los protagonistas viven en un Ático de lujo en NY, con su portero uniformado...y nadie se entera del auténtico escándalo que organizan dentro del piso. Poco dinero para exteriores).

Innecesaria.