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Woody Allen: El documental (American Masters)

Documental Recorre toda la carrera de Woddy Allen, film por film, a través de clips y numerosas entrevistas a actores, escritores, fotógrafos, directores, productores y a él mismo, acompañándolo en su rutina diaria, en su estudio, por las calles de Brooklyn, en su antigua casa y en el colegio de su infancia. (FILMAFFINITY)
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Críticas 16
Críticas ordenadas por utilidad
7 de enero de 2021
1 de 1 usuarios han encontrado esta crítica útil
“Woody Allen: El documental” es un buen acercamiento a la filmografía del director que más ha influido en mi vida y en mi pensamiento que adolece de un único defecto, que se trata de una creación de 2011 y el prolífico Allen supera con creces la tesis del documental con su capacidad creativa irrefrenable y su prolífica costumbre de estrenar una película cada año. Esa evolución constante en lo formal y en el contenido que sostiene acertadamente la tesis argumental de la cinta se ve truncada por un paso demasiado acelerado en determinadas etapas de su carrera como cineasta y por quedarse a la altura de “Midnight in Paris” sin poder llegar a analizar lo que realmente significan en su filmografía obras maestras inconmensurables posteriores como “Blue Jasmine” o “Wonder Wheel”.

Robert B. Weide, el autor de esta correcta aproximación a la figura de uno de los más grandes intelectuales de nuestro tiempo (escritor, músico, director, actor, cómico), trata en esta obra de bucear en las causas de la fascinación de media humanidad (entre la que me incluyo con devoción hereje) por el genio neoyorquino y por qué ello ha ocurrido más y mejor en Europa que en los propios EE.UU.

Igualmente procura hacer notar su enorme capacidad para la dirección de actores, su facilidad para perfilar personajes femeninos, su misantropía, su nihilismo, su ateísmo, su brillantez en la improvisación… y, sobre todo y por encima de todo, como no podría ser de otra forma, la dicotomía en la que vive un cómico que siempre se dedicó a hacer reír a la gente cuando su gran pasión es el drama y la tragedia más absoluta a imagen y semejanza de los grandes autores europeos que siempre idolatró.

Y yo estoy con él, porque a mí el Woody Allen que me entusiasma es el de drama, el que bucea en Ingmar Bergman o Tennessee Williams para mostrar de forma descarnada y directa lo miserable de la condición humana, que ha sabido plasmar como nadie en esas tragedias que adoro como “Interiores”, “September”, “Delitos y faltas”, “El sueño de Cassandra”, las citadas “Blue Jasmine” o “Wonder Wheel” y, entre todas y por encima de todas, “Match Point”, su gran obra maestra y una de las más grandes películas de la historia del cine.

Aunque nada aporta la cinta que no conozcamos de sobra los adeptos a la secta Allen, cobra interés cuando el propio genio acompaña a la cámara a algunos de los lugares reales de su niñez o cuando explica directamente algunas costumbres de su proceso creativo a la hora de diseñar guiones.

Tampoco quiere el documental dejar atrás la amistad más bonita del mundo, que es la que el autor comparte con Diane Keaton, ni su mayor pesadilla, la relación con la que la desequilibrada Mia Farrow ha intentando hundirlo para siempre a través de una concatenación de elucubraciones e invenciones realmente insostenibles y malsanas.

Como aproximación a la figura del más influyente de los cineastas en mí, “Woody Allen: El documental” cumple su misión y, sin duda, resulta un complemento ideal a la lectura de “A propósito de nada”, la apasionante autobiografía que publicara en 2020.
Sergio Berbel
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31 de julio de 2013
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No se puede negar el hecho, el único requisito para gozar de este documental de Robert B. Weide es que te guste el cine de Woody Allen. Puede parecer una obviedad, pero, honestamente, es una condición imprescindible para poder enfrascarnos en un completísimo repaso a la trayectoria de uno de los mejores directores de su generación.

Aunque la crítica de su propio país no siempre ha sido especialmente generosa con él y su carrera profesional, mientras en algunos tabloides se habla más de sus problemas con las mujeres y su heterodoxa personalidad, el público de todo el globo sigue interesada en lo que hace el tipo de las gafas.

Weide nos acerca fuentes de primera mano, especialmente su núcleo familiar más cercano, para ver cuánto hay de verdad en las versiones de sí mismo de ese eterno tímido que se esconde en la gran pantalla. Asimismo, hay opiniones de actores que han trabajado con él y miembros del mundillo, destacando a otro icono como Martin Scorsese.

Asignatura troncal para todos los interesados en el genio judío de New York.

No es convencional, pero Woody bien merece un documental.
El Libanés
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1 de agosto de 2013
1 de 3 usuarios han encontrado esta crítica útil
Correcta, floja, más de lo mismo. Aporta muy poco: alguna imagen de sus inicios en la televisión, Scorsese (aparece en todos los documentales del mundo), una recopilación de escenas de sus películas y poco más.
Su máquina de escribir, alguna foto graciosa, su estupenda madre y los consabidos tópicos.
Siempre es agradable reencontrarte con Woody Allen (aunque algunas películas suyas sean perezosas, desmañadas y casi parezcan solo una sucesión de gags), con su inteligencia y sentido del humor (cuando ya te ha ganado, te conformas con poco y te refocilas si está más inspirado), pero este documental es demasiado timorato, va a lo fácil y acaba pesando su mirada plana y chata, el no profundizar y repetir lo ya mil veces dicho.
Lo más interesante y gracioso son sin duda los comentarios de Woody (spoiler):
SPOILER: El resto de la crítica puede desvelar partes de la trama. Ver todo
Ferdydurke
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14 de enero de 2021
1 de 5 usuarios han encontrado esta crítica útil
Encontrándome doblemente confinado, debido a la pandemia y a la Filomena, tuve la ocurrencia de ver un documental de Woody Allen que ya se presentía laudatorio (y en efecto, así fue), más que nada por aburrimiento y ya de paso intentar descubrir las razones por las que la crítica tanto admira el cine de “W.A.”
Después de terminar de verlo, la conclusión a la que he llegado es que el documental corrobora lo que siempre he pensado, y que se resume en que W.A. es un habilidoso fabricante de salchichas, que cada año nos obsequia con una, sin darse tregua ni descanso. Es más, lo corrobora el propio W.A. y algunos de los actores de sus películas, así como un crítico. De todas ellas, he seleccionado unas cuantas, y que el lector juzgue.
1. No hago ninguna preparación para los ensayos. Normalmente ni siquiera sé lo que vamos a grabar. Cuando llego me dan un par de páginas ese día. Las leo y sé lo que me toca. (W.A.)
2. No leo nunca el guion después de acabarlo y reescribirlo. No lo vuelvo a leer porque ya no me parece bueno y empiezo a aborrecerlo. (W.A.)
3. Lo que yo busco es hacer una gran película. Y eso se me ha escapado varias décadas. (W.A.)
4. He hecho unas 40 películas en mi vida y muy pocas de ellas, de verdad, valían la pena. (W.A.)
5. Septiembre la rodé dos veces. Cuando la empecé ni siquiera conocía a los actores. Mi ayudante de dirección hablaba con ellos y yo me sentaba en alguna esquina de la sala a mirar. (W.A.)
6. No paro de hacer películas, porque de vez en cuando, si tengo suerte, alguna saldrá bien. (W.A.)
7. Si lo ves por el plató, es el director que menos dirige del mundo. (Erik laxe)
8. No le gusta mucho ensayar. (Mira Sorvino)
9. Si no quieres no tienes por qué decir lo mismo que he escrito. (Mira Sorvino)
10. W. A. me dijo en cierta ocasión: “Lo estás haciendo muy bien, pero hoy juegan los Knicks. Date prisa.” (John Cusack)
Sin comentarios.
Rompetechos
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1 de marzo de 2022
1 de 6 usuarios han encontrado esta crítica útil
En su autobiografía, WA dice algo que resume toda su trayectoria en el cine:
"Yo, en cambio, nunca ensayaba, nunca planeaba nada, muchas veces no tenía ni idea de lo que iba a rodar hasta que llegaba al estudio y me entregaban las páginas correspondientes a esa jornada. a veces ni siquiera tenía mi propio guion."
Esta desidia, esta desgana absoluta, esta incomprensible falta de interés, es la prueba palpable de que WA es cualquier cosa menos un director de cine. Es un gracioso con una cámara, dispuesto a rodar lo primero que se le ocurra, sin orden ni concierto, importándole un pimiento el resultado y si van a ver sus películas o no.
WA, se ha limitado a lo largo de su vida a rodar películas como quien hace churros y sin el más mínimo interés por hacerlo medianamente bien. Empezó haciendo gracia y ha terminado en el lado opuesto, a base de insistir en historias carentes de interés y guiones infumables.
WA es un caso verdaderamente extraño, de alguien que se permite (o le permiten) hacer películas, tanto si dan dinero como si no, y que recibe siempre el unánime aplauso de la crítica sin que se sepan los motivos por los que despierta el entusiasmo cada vez que estrena.
En su autobiografía, insiste en repetidas ocasiones que aún no ha hecho una buena película. Dado el nulo interés a la hora de rodar, lo milagroso es que hubiera realizado una película mínimamente pasable.
Otilio
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