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Voto de Sergio Berbel:
8
Documental Recorre toda la carrera de Woddy Allen, film por film, a través de clips y numerosas entrevistas a actores, escritores, fotógrafos, directores, productores y a él mismo, acompañándolo en su rutina diaria, en su estudio, por las calles de Brooklyn, en su antigua casa y en el colegio de su infancia. (FILMAFFINITY)
7 de enero de 2021
1 de 1 usuarios han encontrado esta crítica útil
“Woody Allen: El documental” es un buen acercamiento a la filmografía del director que más ha influido en mi vida y en mi pensamiento que adolece de un único defecto, que se trata de una creación de 2011 y el prolífico Allen supera con creces la tesis del documental con su capacidad creativa irrefrenable y su prolífica costumbre de estrenar una película cada año. Esa evolución constante en lo formal y en el contenido que sostiene acertadamente la tesis argumental de la cinta se ve truncada por un paso demasiado acelerado en determinadas etapas de su carrera como cineasta y por quedarse a la altura de “Midnight in Paris” sin poder llegar a analizar lo que realmente significan en su filmografía obras maestras inconmensurables posteriores como “Blue Jasmine” o “Wonder Wheel”.

Robert B. Weide, el autor de esta correcta aproximación a la figura de uno de los más grandes intelectuales de nuestro tiempo (escritor, músico, director, actor, cómico), trata en esta obra de bucear en las causas de la fascinación de media humanidad (entre la que me incluyo con devoción hereje) por el genio neoyorquino y por qué ello ha ocurrido más y mejor en Europa que en los propios EE.UU.

Igualmente procura hacer notar su enorme capacidad para la dirección de actores, su facilidad para perfilar personajes femeninos, su misantropía, su nihilismo, su ateísmo, su brillantez en la improvisación… y, sobre todo y por encima de todo, como no podría ser de otra forma, la dicotomía en la que vive un cómico que siempre se dedicó a hacer reír a la gente cuando su gran pasión es el drama y la tragedia más absoluta a imagen y semejanza de los grandes autores europeos que siempre idolatró.

Y yo estoy con él, porque a mí el Woody Allen que me entusiasma es el de drama, el que bucea en Ingmar Bergman o Tennessee Williams para mostrar de forma descarnada y directa lo miserable de la condición humana, que ha sabido plasmar como nadie en esas tragedias que adoro como “Interiores”, “September”, “Delitos y faltas”, “El sueño de Cassandra”, las citadas “Blue Jasmine” o “Wonder Wheel” y, entre todas y por encima de todas, “Match Point”, su gran obra maestra y una de las más grandes películas de la historia del cine.

Aunque nada aporta la cinta que no conozcamos de sobra los adeptos a la secta Allen, cobra interés cuando el propio genio acompaña a la cámara a algunos de los lugares reales de su niñez o cuando explica directamente algunas costumbres de su proceso creativo a la hora de diseñar guiones.

Tampoco quiere el documental dejar atrás la amistad más bonita del mundo, que es la que el autor comparte con Diane Keaton, ni su mayor pesadilla, la relación con la que la desequilibrada Mia Farrow ha intentando hundirlo para siempre a través de una concatenación de elucubraciones e invenciones realmente insostenibles y malsanas.

Como aproximación a la figura del más influyente de los cineastas en mí, “Woody Allen: El documental” cumple su misión y, sin duda, resulta un complemento ideal a la lectura de “A propósito de nada”, la apasionante autobiografía que publicara en 2020.
Sergio Berbel
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