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Fitzcarraldo

Aventuras. Drama Brian Fitzgerald "Fitzcarraldo", un excéntrico y megalómano hombre de negocios obsesionado con la ópera, ha ido perdiendo su prestigio y su fortuna en absurdas empresas sin futuro. Su último proyecto consiste en construir un teatro de ópera en un poblado peruano a orillas del Amazonas; para conseguir el capital necesario para financiar tan magna empresa se dedica al comercio del caucho. Su extravagante plan exige sacar del río un gran ... [+]
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Críticas 51
Críticas ordenadas por utilidad
20 de agosto de 2013
14 de 20 usuarios han encontrado esta crítica útil
El título de esta crítica gustaría a Herzog, sin duda, pues es el título que él mismo se adjudicaba para su empresa a propósito del film. Un título hipócrita, pues quien conquista lo inútil está falto de pretensiones y a Herzog le sobran y, además, busca descaradamente el aplauso. Lo "inútil", en este caso, es ese viaje en circular, (volver a empezar o empezar para volver, en cualquier caso para nada). También es inútil el propósito del viaje, aunque el infladísimo y ufano Herzog intente conferirle una carga de romanticismo desesperado a base de gramófono, lírica de la mala. Inutilidades líricas, pero todas impostadas, puesto que el loco Fitzcarraldo, ciertamente, está a punto de conseguir sus imposibles empresas, para lo cual el guionista le suministra artificialmente todo lo que necesita. Así cualquiera emprende locuras.
Pero lo verdaderamente inútil y, por tanto, en lo que más se empeñó el director alemán, es que el barco, sus toneladas y su remolcamiento, (amén, supongo, del desbroze y destrozo en la selva), tenían que ser reales. Herzog transustanciado, trasunto de Fitzcarraldo, embarcado en una empresa tan grandiosamente inútil como el melómano loco; eso sí, con la conveniente publicidad sobre las penurias del rodaje para que se supieran de antemano en todos los festivales de cine, especialmente en Cannes. Se presentaba no un director de cine, sino la misma esencia del cine. No sé por qué no interpretó él mismo al personaje, pero creyó que se llegaría a la poesía por medio del realismo, y ahí olfateó el aplauso de gentes hartas de trucos y deseosas de reciedumbre, (hoy, en la era digital, más que nunca: véase que todas las elogiosísimas críticas, panegíricos muchas, son del año dos mil y mucho en adelante, cuando todos estamos hastiados de los efectos digitales. Ya sé que la página no existía en tiempos de la película). Pero, en este caso, la realidad se funde un poco con lo falso, sin pretenderlo, y es una cosa especialmente curiosa que, al bajar los rápidos o en algunos momentos de subir la montaña, el barco parece, más que nunca, una maqueta, sí, incluso en pantalla grande.
Pero es lo de menos. Lo triste es que, con tanto canto a la futilidad, importan más las maderas, las maromas y las poleas que la carne que va a bordo, con lo que tenemos tan sólo esbozos, (no despreciables, pero esbozos), de cocinero, de piloto, de mecánico, etc, acompañando al visionario. Y con dos horas y media hay que pedir algo más que esbozos, hay que exigir personajes para que la cosa no sea tan plúmbea a ratos. Total, que Fitzcarraldo hace su aventura casi solo, a la postre. Un visionario de perfilado tan elemental, y tan primariamente interpretado por Kinski, que sin gramófono no sería nada. . Además, sin tener ni idea de cómo son las tribus de jíbaros del Amazonas, protesto enérgicamente por el sobrecargamiento de ponchos de estos, en vez de un esplendoroso, cobrizo y amenazador desnudo pintado.
¿Por qué le pongo un seis a una película tan pedantorra y cansina? Por algunos buenos momentos, que los tiene, y, amigos, porque soy hijo de los cómics que leí, de las películas que vi de niño, de mis lecturas de autores clásicos de aventuras que me marcaron y fascinaron; y ver un barco remontando los ríos amazónicos hace tambalearse en mí cualquier severidad excesiva. Hay que verla, porque la selva luce esplendorosa, aunque no se trague al Kinski de los cojones. En la escena final, más lírica de la mala, como en las letras de La oreja de Van Gogh.
berenice
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27 de enero de 2013
10 de 12 usuarios han encontrado esta crítica útil
He optado por titular así mi crítica por que si algo salta a la vista cuando uno ve Fitzcarraldo de Werner Herzog es que el rodaje tuvo que ser un verdadera infierno. Resulta evidente que un montaje y una recreación tan brutal en plena amazonia peruana tuvo que convertirse en una odisea. Esta intuición se confirma en cuanto uno se lee información sobre la película en internet y en esta se cuenta que incluso un extra murió en un accidente durante el rodaje.

La segunda intuición que tuve tras verla, y ahí estuve desacertado, fue que la película estaba basada, aunque fuera libremente, en hechos reales y en algún personaje que hubiera existido realmente. No me creía que ningún director fuera capaz de enfrentarse a un rodaje así de arduo si no era por reflejar unos hechos verídicos. Otro factor para pensar así fue que el guión como dice una crítica anterior "es digno de un enfermo mental", pero está contado con tal grado de verosimilitud y recrea la época de la fiebre del caucho en Perú con un nivel de realismo que es difícil no creérsela. Y esto dice mucho a favor del genio de Werner Herzog y de los actores y del equipo que estuvo implicado en el rodaje de Fitzcarraldo. Consiguieron sacar de algo que podría haber sido un caos, una tragedia y una ruina para la productora implicada una obra maestra y una película de aventuras maravillosa y, en muchos aspectos, como no ha habido otra.
Roverandom
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15 de julio de 2009
6 de 7 usuarios han encontrado esta crítica útil
Lo más impactante de Fitzcarraldo es que la historia sucedió de verdad. Ahora bien, su protagonista real, también irlandés, tuvo la razonable idea de desmontar la embarcación. Pero no. Faraónico Herzog la transporta a base de cabrestantes, poleas, cuerdas, y humana fuerza bruta por encima de la colina. ¿Pensaría en él Paul McCartney cuando compuso The fool on the hill?. Sin efectos especiales ni nada que se le parezca, a base de indígenas de la selva amazónica. La única concesión que hizo a la seguridad naval fue en el rodaje de la escena de los rápidos, porque no era cuestión de echar cataratas abajo cuatro años de rodaje.

Inicialmente pensada para Jason Robards acabó siendo protagonizada por otro "loco" insigne Klaus Kinski "cólera de Dios". Y aunque también se barajó la idea Jack Nicholson, hay que decir que Kinski está genial en un papel como anillo al dedo. El de un melómano megalómano, cuyo delirante sueño es construir un gran teatro de la Ópera en Iquitos para ser inaugurado por el gran Enrico Caruso, su ídolo. Junto a Kinski y sus locuras, la belleza madura de una Claudia Cardinale en un papel más breve de lo que hubiésemos deseado pero que se agradece. Y es que, entre tantas fealdades, la italiana luce mejor. Luce al nivel de unas localizaciones exuberantes y vitales, perfectamente fotografiadas.

Fitzcarraldo está como a medio camino entre el "elogio de la locura" y aquello de "la fe mueve montañas". Pero hay que reconocer que ese es su sitio natural. Ni está loco ni todo se consigue a base de fe, que también hacen falta recursos humanos, materiales y económicos. Es un hombre en pos de un sueño. Un sueño ¿Imposible? No. Probablemente difícil, trabajoso, descabellado, faraónico, titánico. Pero no imposible. Nadie escribió nada de los cobardes. Claro que, nadie sabía nada de los "anciennes dieux", de las insaciables criaturas divinas que gobiernan los rápidos del Amazonas. Solo ellos, los indígenas con sus miedos atávicos, su precaria existencia y sus cultos idólatras.

Una soga que se corta, un barco que se desliza tras una noche de borracheras y un sueño roto. Queda el faraón, un sillón de terciopelo rojo y Caruso sobre el agua...
FATHER CAPRIO
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20 de febrero de 2013
4 de 4 usuarios han encontrado esta crítica útil
Película muy especial. Aborda hechos casi imposibles de forma muy realista, sin efectos artificiales ni de relumbrón. Hecha con mucho amor, que llega al espectador a menudo, y que en ocasiones peca de falta de planificación.

Personalmente, me encanta el toque Documental que tiene, la aventura, la cercanía a la selva, el calor, el río, el barro y la madera. Por contra, falla algo la técnica del director, algo de dramatismo y de verosimilitud en los personajes.

De todas formas, imprescindible.
bern
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16 de noviembre de 2021
4 de 4 usuarios han encontrado esta crítica útil
Sin ningún lugar a dudas, la obra cumbre de Werner Herzog, una puesta en escena espectacular y grandiosa, rodada en escenarios naturales, como es costumbre en Herzog. Tiene muchos de los ingredientes del cine de Herzog, como, los personajes estrafalarios, la fidelidad al paisaje y también personajes inolvidables y de fuerte personalidad , sobre todo un Klaus Kinski espléndido, como un soñador, un visionario y un hombre con una voluntad de acero, con un peinado a lo Sergei M. Eisenstain ( el director de cine) y un traje blanco que no se quita en toda la película y encima ni se le mancha( todo un prodigio de la imaginación) Tampoco olvidarnos de una excelente Claudia Cardinale, como la sufrida y resolutiva esposa,todo un alarde de imaginación y momentos inolvidables como el recital de Caruso a los indios amazónicos, por ponerle un pero los largos ratos muertos sin apenas diálogos, con los ceremonias indias y la colocación de raíles en las montañas lastran un poco la historia, por lo demás Herzog en estado puro, con sus vicios y virtudes.
zuriman
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