Black Mirror: San Junipero (TV)

Por fin un poco de esencia blackmirroriana en esta temporada, gracias! Porque esta serie consigue lo imposible: trata de sorprender a espectadores que van con la espera de ser sorprendidos, y eso, es difícil. Este capítulo lo consigue mucho mejor (desde mi punto de vista) que los anteriores de la T3, ya que logra mantener tu atención, presentarte a unos personajes increíblemente dibujados, e ir explicándote poco a poco el universo del capítulo (como en el genial 15 millones de méritos) sin caer en lo facilón, todo ello criticando (como siempre) rasgos actuales, como las relaciones personales, fuertemente a las religiones en este capítulo, y la melancolía humana de "cualquiera tiempo pasado fue mejor" ... Para llegar a un final... espera, ¿feliz? ¿Estamos en Black Mirror? Y tanto que estamos en Black Mirror, pues el final será "feliz", pero no te deja tranquilo. Los capítulos anteriores de la temporada me dejaban con un sabor agrio, pero no llegaban a perseguirme durante días enteros, no llegaban a provocarme esa agonía,... Este sí. Y es que este capítulo nos sorprende con un final feliz. ¿Final feliz? Y enfatizo, ¿final? Yo más diría inicio, el inicio de un black mirror eterno e imparable, de un cielo que puede convertirse en infierno, y del castigo de la inmortalidad. El capítulo no nos lo enseña, no repite la "típica fórmula blackmirroriana" de eternidad soporífera e insoportable que podría volver los capítulos previsibles y aburridos, y le da un "final" "feliz" mucho más escalofriante que cualquier pésimo final posible.
Y es que Kelly ya le dice, que cuando acabase el romanticismo, sería insoportable vivir en esa jaula de inmortalidad. Para mí, la esencia está. Más que nunca. Aunque intente renovar y esconderla, sigue ahí. Matándonos por dentro.

En estos tiempos ya estamos acostumbrados al lavado de cerebro de lo políticamente correcto. Pero con este episodio, el ejercicio de propaganda es tan burdo, que da hasta vergüenza ajena. Porque este episodio no pinta absolutamente nada en algo como Black Mirror. Quien entienda algo de videojuegos entenderá de lo que hablo cuando digo, Gone Home. Es un videojuego indie alabadísimo, que al jugarlo descubres que es una chorrada monumental lleno de sobre dramatismo mediante el supuestamente misterioso desarrollo de una historia que vas descubriendo, para ir sugestionándote emocionalmente, hasta que descubres que lo único que pasa en el juego es que la desaparecida protagonista es lesbiana. Ya está. No hay más. Uno espera desentrañar un misterio paranormal para, después de 20 minutos, que es lo que puede durar el juego, todo acaba así. Es un mero ejercicio de propaganda absurda. Y te lo presentan como algo épico, como el bien absoluto, como un acto de grandeza pura. Menuda idiotez.
Este capítulo no es menos. Es absolutamente decepcionante. Uno espera que pase algo, que la historia de amor sea un vehículo hacia algo con chicha, pero no hay nada. Es otra línea más de código en este lavado de cerebro social, en el que ser homosexual es el bien, un acto revolucionario, cuando lo tenemos más que aceptado ya y es que nos la sopla. De hecho, me da igual que la historia la protagonicen homos o heteros. Es que me la refanfinfla. Lo que quiero es una historia con suspense, tensión, originalidad... Aquí no hay nada de eso, Lo que no puedo soportar es que me aticen con calzador pura propaganda identitaria porque sí.
Este capítulo es puro panfleto LGTBHIJKLMNOPQRST y lo que mierdas se les vaya ocurriendo. Y yo, lo que quiero es ver una historia a lo Black Mirror, no que me la cuelen de esta manera, con este tostonazo infumable.
Sí sí, venga, que empiece la lapidación: que si homófobo, que si esto y lo otro. Venga chavales, prended las antorchas y convocad a los orcos. Mis murallas aguantan.

Menos mal que luego está el especial de navidad con John Ham y Black Mirror vuelve a ser Black Mirror. Y por fin le han echado pelotas para poner a una mujer de hija de mil... Claro claro, y machista también. Si ya me lo sé.
Que os den.

Hasta ahora Black Mirror era una de las series que más me habían gustado e impactado en la TV por ser totalmente distinta a todo lo que había visto anteriormente. Sus caóticas propuestas futuristas, sus luminosos planos o sus finales siempre amargos hacían que te quedaras horas planteándote las intrigas de los mundos propuestos revolucionados por la tecnología.

Sin embargo hasta el momento las temáticas novedosas trataban sobre cómo afectaba la evolución de la tecnología en nuestros hábitos sociales. Desde denigrar las posibles repercusiones de las redes sociales hasta mostrar maneras innovadoras de juzgar o castigar a los presos a través de la tecnología.

Con San Junipero todo esto cambia. Charlie Brooker ha dado un salto de calidad a la serie y en mi humilde opinión ha tocado techo, llevándonos a plantearnos el existencialismo y la vida eterna a través de una de las historias de amor más bonitas de la TV. Con un fantástico guión que nos tiene más de la mitad del capítulo totalmente perdidos en ese maravilloso pueblo costero donde a todos nos gustaría pasar al menos 5 horas, consigue que al terminar el capítulo tengamos debate interno servido para rato.

Gracias a los creadores de la serie porque en mitad de un repertorio de banalidades poco creativas que hay en TV han logrado sacar esta joya que nos hace reflexionar sobre temas profundos... ¡Nos vemos en San Junipero! (¿o no..?)

Pues sí, parece evidente que tira de nostalgia, sobre todo musical. Pero juro que no ha sido eso lo que me ha enganchado de este capítulo, aunque también lo he valorado. Confieso que no me esperaba el desenlace de este episodio, y más de una vez pensé, esto no es Black Mirror, pero sin duda hay que llegar al final.

No diré que es el mejor capítulo, porque tratándose de esta serie eso es decir mucho. Pero a mí, en lo personal, me ha tocado profundamente la patata. No sé si ha sido el momento, la situación, pero me ha conmovido profundamente.

Y sí, lo confieso, después no he tenido más remedio que ver algunos vídeos de Belinda Carlisle en Youtube. Ya soy oficialmente un abuelo cebolleta.

¿De qué nos sirve la vida?