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El navegante

Comedia Un armador, de cuya hija está enamorado Buster Keaton, vende uno de sus barcos a un país que está en guerra con otro. Sin embargo, los agentes de este último país tienen la misión de dejar el barco a la deriva para que naufrague. En medio de esta trama, Buster y su enamorada se embarcan en el navío, sin saber que éste va a la deriva. (FILMAFFINITY)
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Críticas 28
Críticas ordenadas por utilidad
12 de febrero de 2010
5 de 5 usuarios han encontrado esta crítica útil
No sé si vale la pena criticar esta película, decir cosas de ella, envolverla con melopea verbal,
rociarla con saliva tibia. Me ha gustado demasiado y Buster Keaton me gusta demasiado. Quizás podría decir por qué me gusta tanto. Bueno, quizás por su economía gestual y su cara de ícono clásico, que con apenas tres golpes de ceja es capaz de echar abajo toda resistencia.

Al menos, en lo que a mí concierne, es el humorista ideal. Porque es dramático también, es griego, es romántico, lo suyo no es comedia-comedia, no es comedia-gag, sino comedia-drama, comedia-suspenso, comedia-expresión. Keaton es un hombre volátil que es capaz de llevarnos al fondo del océano, espantar una tribu de caníbales con dos pasos de su escafandra de buzo, en fin...su humor es filoso y es imposible, imposible de ser reproducido. Y yo sólo puedo adorarlo.

En el arte por lo general lo lírico y lo irónico se revuelven hasta llegar a lo exacerbado o lo cursi. Es raro encontrar a alguien que pueda sostenerse en el centro, inmune a todas las corrientes. Por eso, Keaton fue tal vez el único cineasta que verdaderamente interesó a Samuel Beckett.

Hay hombres que en el cine desafiaron la gravedad y obtuvieron la gracia, por derecho propio. Uno es Fred Astaire; otro, me atrevería a decirlo, es Buster Keaton.
Karlés Llord
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1 de agosto de 2011
5 de 5 usuarios han encontrado esta crítica útil
Buster Keaton demuestra por tierra, mar o aire que es uno de los máximos exponentes del género y de la época, sin nada que envidiar a otros grandes del cine mudo. El navegante, sin llegar a ser El Maquinista de la General, es una gran película, muy entretenida y plagada de momentos que despertarán la risa de quienes la vean.

Lo que más me llama la atención del cine de Buster Keaton es su atemporalidad total, más todavía en un género como la comedia donde el ser humano parece de algún modo evolucionar de una forma mucho más rápida que en otros aspectos. Lo que nos hacía gracia hace un año ahora puede parecernos aburrido. Keaton consigue, en todas las películas que he visto, que una producción de los años 20 todavía siga haciendo mucha gracia, cosa que otros maestros del género no siempre pueden decir.

Indispensable para todos los amantes de lo clásico, el viaje marítimo al que Buster Keaton nos invita es lo suficientemente rápido y divertido como para que a día de hoy viajar con él siga siendo un placer.
NeoJ
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21 de junio de 2007
9 de 14 usuarios han encontrado esta crítica útil
Me ha encantado la película, llena de gags divertidísimos que ya no se ven ni en la televisión y que hacian reir a millones de personas. Tengamos en cuenta que para 1924 era complicado rodar todos esos gags en el barco y sobretodo en el fondo del mar, en donde Keaton creó unas instalaciones para los cámaras y así poder rodar en el fondo del mar ( que estaba helado, según leí ). Nos muestra el fondo del mar tal y como es.

Una vez más, el cine mudo antiguo demuestra que fue lo mejor que ha habido del cine y habrá, puesto que ya lo que hacen es copiar y hacer películas solo por dinero. Un guión entretenidísimo y lleno de curiosidades, en donde destaco la gran actuación de Buster Keaton ( tan feo no era, hombre ) y el vestuario de los caníbales ( a alguno se les ve el culete ). Por todo, le pongo un 8'5.
rafiky
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19 de mayo de 2016
4 de 4 usuarios han encontrado esta crítica útil
88/08(10/05/16) Notable comedia de aventuras del genial Buster Keaton, film que va de ritmo increscente, salpicado de gags con un sabor fascinante, genuino slapstick de uno de los más dotados en ellos. Escrita por Clyde Bruckman (“La ley de la hospitalidad”, “El moderno Sherlock Holmes” o “El maquinista de la General”), Joseph A. Mitchell (“Las tres edades”, “Siete ocasiones” o “La ley de la hospitalidad”) y Jean C. Havez (“El Hombre Mosca”, “Siete ocasiones” o “La ley de la hospitalidad”), dirigida por el protagonista junto a Donald Crisp (también fue actor, era el patriarca de la familia Morgan, la de “Qué verde era mi valle”), a este Keaton le dejó en principio las escenas no humorísticas, para él poder concentrarse en la comedia, aunque Crisp al final decidió también participar en esto. En la historia, desde una óptica optimista arremete contra la vida fácil de los ricos, contra su decadente descendencia, contra la inocencia de la ignorancia, contra la sobreprotección paterna. Fue el mayor éxito comercial de Buster, le garantiza un lucrativo contrato de tres años con el productor Joe Schenck, alzándole al nivel del mítico Chaplin.

El protagonista es el adinerado y ocioso Rollo Treadway (Buster Keaton), un día al ve a una pareja de reciencasados decide que ´le debe casarse, y visita su vecina, Betsy O’Brien (Kathryn McGuire), hija de un potentado naviero, para proponerle el matrimonio, esta rehúsa de modo flemático, y entonces Rollo se embarca solo en el viaje en barco a Honolulu que tiene pensado fuera la luna de miel. El problema es que se equivoca de navío, y se embarca en el “Navigator”, que es una nave propiedad del padre de Betsy (Frederick Vroom), que acaba de vender a un país en guerra.

Keaton enfoca su relato hacia el micro (pero muy micro) cosmos de la clase muy (pero muy) alta, sobre ese tipo de gente que tienen todo lo que desean hasta de desearlo, y de cómo estos privilegios (y deberían) se pueden tornarse en tóxicos cuando se encuentran en según qué condiciones extremas, y de cómo esto también puede derivar en un canto de esperanza a la Condición Humana sobre su instinto de supervivencia y de cómo pueden adaptarse a cualquier entorno, por hostil que le sea, en este caso dos niños muchimillonarios mimados que deben hacer equipo para poder sobrevivir en un entorno adverso para ellos. Con lo dicho, esto se trata de modo liviano en el film, es solo un McGuffin, aquí lo que prima es el encadenado de situaciones que te dejan buen sabor humorístico, y estas se multiplican, con momentos cumbres en el Séptimo Arte.

El enorme navío a la deriva se convierte en un protagonista más, un recinto inerte enorme y desprovisto de vida (a excepción del binomio protagonista), al que Keaton con gran ingenio extrae todo tipo de humor, y en esta nave se desenvuelve la parejita en un arco de desarrollo muy bien marcado, desde la torpeza, candidez y condescendencia inicial, a la fuerza (ahorca) deben tirar de inteligencia para poder resistir, ello a modo (como no) de jocosos gags que combinan de modo maravilloso las dotes circense-acróbatas de Keaton, con coreografías exuberantes, con caídas, carreras, juegos de cartas, persecuciones, zambullidas en el agua, ello con un ritmo trepidante, no dando resuello al espectador.

Entre Buster y Chaplin hay diferencias sutiles a la hora de abordar el humor, Chaplin mezclaba su comedia con la mezquindad del ser humano, con sus miserias y penurias, extrayendo situaciones jocosas en turbadora miscelánea, con la melancolía, mientras Keaton huía de este halo tristón, sus obras transpiran optimismo, esperanza, ilusión, sus héroes son imperturbables en sus misiones, afrontan los peligros de modo flemático, no dudan en pos de su objetivo y todo lo hace sin desprender nostalgia o sensiblería, en que, por qué no decirlo, caía en muchas ocasiones el genio inglés del bombín y el bigotito.

La puesta en escena resulta excelente, siendo coprotagonista el susodicho barco, en realidad era el buque real USAT Buford, nave mixta de carga y pasajeros, sirvió de transporte al ejército USA durante la Guerra Española-Americana y la Primera Guerra Mundial. Su servicio más controvertido se produjo en 1919 -20, durante el primer susto rojo, fue utilizado como el "Arca Soviética" para deportar a 249 "indeseables" de los Estados Unidos a la Rusia revolucionaria, entre ellos la anarquista Emma Goldman. Después de un viaje a Alaska en la segunda mitad de 1923 y otro para los mares del Sur a principios de 1924, el Buford fue utilizado durante tres meses por Buster Keaton para el film, cambiándole el nombre a The Navigator, el Buford había sido "descubierto" por el director técnico de Keaton, Fred Gabourie, mientras indagaba para otro proyecto, exterior, “El halcón del mar”. Los directores de fotografía en glorioso b/n Byron Houck (“El maquinista de la General”, “Siete ocasiones” o “La ley de la hospitalidad”) y Elgin Lessley (“Tres edades”, “El el Rey de los cowboys” o “The cameraman”), hacen un gran trabajo colocando la cámara en lugar correcto para sacarlo mejor de la vis cómica de la narración visual, con planos abiertos que encuadren lo importante, con muy expresivos primeros planos, jugando con las sombras, con los fondos marinos, aportando ritmo en el clímax.

Buster Keaton está como siempre, espléndido en su rol de “carapalo”, y aún así resultando muy empático, extraordinario en su lenguaje físico y gestual, excelso en las acrobacias y golpes que realizaba sin dobles, un Titán del humor. Kathryn McGuire da muy bien compenetrándose con Keaton en su atracción amorosa, aunque solo a nivel de muleta del gran protagonista que la opaca de modo arrollador. (sigue en spoiler)
SPOILER: El resto de la crítica puede desvelar partes de la trama. Ver todo
TOM REGAN
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26 de octubre de 2010
11 de 19 usuarios han encontrado esta crítica útil
Es cierto que los pioneros del cine merecen todo nuestro respeto y admiración, pero la propuesta que en esta ocasión firma y filma Keaton hace aguas por todas partes si se permite el chiste fácil alusivo a su argumento.
¿Argumento?
¿Qué argumento?

Valoramos las imágenes submarinas, e incluso, en un rasgo de voluntad reivindicativa, el duelo de espadachines subacuático lo destacamos como algo a reseñar.
Pero presentar en 1924 esta película tan anodina no favorece a su director.
ÉGIDA
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