El declive del imperio americano

Quizás cometí el error de ver primero Las invasiones bárbaras y después El declive…, y claro me quedó ese regusto amargo y la confirmación del dicho de que segundas partes nunca fueron buenas, aunque aquí hay que matizar que la parte segunda es notablemente superior a la primera. Me cautivó y emocionó como pocas cintas Las invasiones bárbaras y por más que lo he intentado no he conseguido hallar aquí esas sensaciones, es posible que hacia el final y cuando entran en juego los sentimientos se consiga algún momento, no sublime pero si al menos superior.
Las primeras tres cuartas partes del metraje se las pasan relatando sus fantasías y experiencias sexuales, casi siempre fuera de la pareja y además felicitándose por ello, eso si de una forma muy refinada, con unas frases grandilocuentes y siempre metiendo por medio alguna coletilla de historia, filosofía, literatura, psicología etc. Algo que encaje y avale sus teorías, claro ellos son intelectuales, no son unos patanes, saben lo que dicen, lo que hacen y lo que piensan, están siempre algún peldaño por encima de los demás. No afirmo yo que esa fuera la intención de Arcand, pero si es la primera idea que percibes al verla.
Me gustaría ver también alguna otra lectura, al margen de unos cuarentones calentorros desahogándose, es cierto que el sexo sin amor también está muy bien, no hay que ser puritano ni carca, es estupendo irte a la cama con quien quieras si el otro también está dispuesto y hacer lo que sea siempre en libertad, en eso parece ser que los intelectuales y el resto de la gente se parecen bastante. También se parecen en el dolor, cuando alguien hiere también les duele, también sufren. No se si el amor es lo más importante del mundo, probablemente no, pero parece ser que existe y cuando el está por medio podemos hacer mucho daño, incluso sin darnos cuenta.
Cierto es por otro lado que la vida no siempre es como un trapecio, que normalmente hay una red debajo, en la vida caminamos sin red pero no debemos renunciar a los riesgos porque eso seria renunciar a la vida. Si intento sacar esa lectura de esta película, entonces me siento algo mejor.

No dudo que alguien en el 86 pudiera sentirse fascinado por esto...pero la provocación pasa y para las nuevas generaciones esta película viene a aportar absolutamente NADA. Supongo que el único mérito de Denys Arcand, ha sido el de desafiar lo de "segundas partes nunca fueron buenas", ya que "Las invasiones bárbaras" sin merecerse tampoco un óscar (en mi humilde opinión), al menos le da unas cuantas miles de vueltas a la primera. El resarcimiento le duró poco al director que volvió a la carga con la infumable "La edad de la Ignorancia". Definitivamente, Denys, deja de darle vueltas a las relaciones sexuales de cincuentones, prueba con una de marcianos, a ver si eso se te da mejor.

Comedia coral que versa sobre la conversación que un grupo de amigos intelectuales, 4 hombres y 4 mujeres de mediana edad, mantienen antes, durante y después de una comida. Los personajes, de forma deslenguada, distendida y cínica, hablarán sobre sus experiencias sexuales y lo que las rodea, demostrando durante la charla no sólo un profundo desconocimiento del sexo contrario, sino también una burguesa actitud acomodaticia que contrasta con la rebeldía de su ya pasada juventud. Aunque ingeniosa y aclamada en su época –fue motivo de secuela 17 años después, la oscarizada Las invasiones bárbaras-, la explicitud de sus diálogos, que a día de hoy han perdido algo de fuerza, resulta menos atrevida que entonces.

Aunque los personajes resultan extremos, no caen en la caricatura; lo cual no quiere decir que me hayan parecido atractivos.

La historia me entretuvo, en ningún momento apasionó. Algunos diálogos aparentemente superficiales, fueron tramitados con inteligencia. He sacado como conclusión, que se nos ofrece un incierto conjunto donde finalmente no encajaron inspiración y resultados.

Lo malo de las películas con sobrenombre es esa predisposición a analizarlas de forma benevolente. En este caso no hay perdón.
La película comienza exponiendo un tema verdaderamente interesante, la caída de la cultura occidental reflejada en la vida sexual de esta serie de deplorables personajes. He aquí el problema, los personajes. En pocas películas que no lo pretendiesen me he podido encontrar con semejante ambiente casposo y repelente. Para lograr transmitir el mensaje, los personajes, más planos que el argumento, deberían pretender reflejar en su vida sin preocupaciones la situación de cada uno de nosotros, y no les faltan recursos, del más joven al más viejo, la lagarta que se lo tira todo, la lagarta que se lo cree todo, el homosexual, los heterosexuales sin seso...pero más que nuestra atención se merecen nuestra mano abierta en el centro de la cara. Falta el factor empático, el que cautiva, el que te hace meterte en la película y reflexionar sobre lo que propone. Sin eso, esta historia se convierte en la reunión pedante de cuatro pijos de la que todos quisiéramos escapar.