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Historias de la radio

Comedia Tres pequeñas historias basadas en concursos radiofónicos, todas ellas enlazadas a través del locutor Gabriel y su prometida. Dos inventores que quieren patentar un pistón y necesitan dinero, un ladrón que contesta a una llamada telefónica mientras está robando y un niño que necesita ir a Suecia para operarse son los protagonistas de estas historias en torno a la radio. (FILMAFFINITY)
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Críticas 37
Críticas ordenadas por utilidad
20 de octubre de 2009
10 de 14 usuarios han encontrado esta crítica útil
Aunque sea duro elogiar una película firmada por un individuo que hizo apología de Franco en esa aberración llamada Raza, que no he visto pero no creo que sea necesario para afilar la daga, lo cierto es que aquí brinda al mundo una comedia atinadísima.

Yo lo admito. Txomin no lo haría jamás, y quizá haga bien, pero yo lo admito.

Un saludo, Txomin.

Tres historias vertebradas en torno a un concurso de radio, con un Pepe Isbert atómico en la primera, con un detalle que Woody homenajeó en Días De Radio (y que yo sinceramente no recordaba, soy de Brooklyn) en la segunda y con un cierre de función entrañable y un aroma futbolísitico muy agradable.

El tufo bienintencionado se hace un poco indigesto, y aunque el espíritu de Berlanga sobrevuele desde la lejanía muchas partes de la película, aquí hay más edulcorante que limón.

Pero, pese a todo, es muy, muy divertida.

Un saludo, Txomin.
Barfly
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18 de diciembre de 2012
7 de 8 usuarios han encontrado esta crítica útil
Entrañable comedia. El humor sólo aparentemente blanco del que hace gala, de todo menos inofensivo, no oculta un espeso poso de amargura. Sáenz de Heredia retrata de modo nada complaciente la casposa España de la época, un país de mantilla, gomina y misa diaria. En ciertos tramos de la cinta se hace patente la sorprendente inventiva con que algunos de nuestros directores no acogidos a la libertad creativa que otorga el duro pan del exilio tenían el valor de lanzar dardos envenenados contra el Régimen sin que los zotes de los censores se percatasen. La obsesión de éstos últimos por escotes y besuqueos debía de nublar sus entendimientos hasta el punto de no captar el nada sútil único sentido de sentencias tales que "el Estado está para hacer caminos y pantanos, y para rascarnos el bolsillo". Verdaderamente admirable. No lo resulta tanto el que ciertas cosas veladamente denunciadas hace 57 años no hayan cambiado, como la endémica anemia financiera en I+D+i- Impagable y terrible la primera de las historias, protagonizada por José Isbert-, o el gusto patrio por las hazañas de matadores- Rafael Gómez Ortega "El Gallo"-, folclóricas- Gracia Montes-, y futbolistas- Luís Molowny-.
"Historias de la radio" presenta una curiosa estructura en la que tres tramas independientes se vertebran por medio de un programa radiofónico de variedades y las surrealistas escenas gimnásticas de los rechonchos compañeros de casa de huéspedes. De hecho, un surrealismo mucho más jocoso que freudiano impregna cada una de las tres historias- los esquimales de la primera, los ladrones de la segunda y las fuerzas vivas de la tercera-. Y es que éste no es patrimonio exclusivo de Buñuel, afortunadamente.
Quisiera destacar, a modo de punto final, el hermoso "crescendo" con que evoluciona la última de las historias hasta su antológico clímax, y la hilarante resolución de la animosidad competitiva existente entre los dos orondos gimnastas en pijama.
Carorpar
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15 de diciembre de 2013
6 de 6 usuarios han encontrado esta crítica útil
En los años 50 la radio provocaba verdadera fascinación en el público, en ausencia de la hoy omnipresente televisión. Era la época de las radionovelas y la de los concursos radiofónicos con voces tan famosas en España como la de Bobby Deglané. Es en este mundillo de la radio donde se desarrolla esta simpática y divertida comedia dirigida por José Luis Sáenz de Heredia, se trata sin duda de la mejor película en la filmografía de este estupendo director español, cineasta oficial del régimen franquista, primo del fundador de la falange, conocido entre otras cosas por haber dirigido “Raza, el espíritu de Franco”, con un guión escrito por el propio dictador bajo el seudónimo de Jaime de Andrade, pero también por haber dirigido toda una serie de excelentes películas como: “El destino se disculpa”, “Los ojos dejan huellas” o “El grano de mostaza”.

“Historias de la radio”, muy influenciada por el neorrealismo italiano y por el sainete madrileño, se compone de tres relatos que se articulan en torno a la relación sentimental entre una joven locutora y un locutor apuesto y vanidoso que acaba de obtener una promoción en su cadena de radio, ella es Margarita Andrey y él Francisco Rabal. El guión lo escribió el propio Sáenz de Heredia con buen sentido del humor y optando por relatar historias de gentes sencillas confrontadas a ese mágico mundo de la radio y reduciendo la primera versión que tenía cinco historias, a tan sólo tres.

Con un presupuesto de casi seis millones y medio de pesetas, muy elevado para la época, Sáenz de Heredia reunió a un elenco de excelente actores, desde Paco Rabal a Juan Calvo, Pepe Isbert o Alberto Romea. Inolvidable el gran José Isbert en el papel del viejo inventor que espera ganar el concurso para pagar la patente de su invento y lucha contra viento y marea para llegar el primero a la radio vestido de esquimal, una de esas secuencias que quedan grabadas para siempre en la retina del cinéfilo, excelente momentos de comedia en la despiadada lucha en la escalera entre los dos concursantes en este primer relato que es a mi juicio el mejor de la película. También fantásticas las otras dos partes del film, el segundo relato es el del conflicto entre un inquilino ladrón que hace ganar un premio en la radio a su casero gracias al cura del barrio y al divino San Antonio, y el tercer episodio, el de un maestro de escuela que acepta ir a ese concurso radiofónico para poder pagar con el premio la costosa operación de un niño del pueblo.
Juan Marey
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20 de julio de 2012
11 de 17 usuarios han encontrado esta crítica útil
En la crítica sobre "Crash" ya apunté lo poco que me gustan las películas formadas a base de pequeñas historias por lo que me voy a extender sobre lo mismo. En este caso, teniendo como nexo de unión la radio, José Luís Sáenz de Heredia nos relata distintos episodios, a cual más interesante, que al final quedan lejos de formar una película si entendemos esta como una historia compacta, con unidad de trama y acción. Por este motivo, "Historias de la radio" queda en eso, en distintas historias de la radio.

Lo que sucede es que la agilidad en la narración, salvo las partes realistas puramente descriptivas de la labor de la emisora, el elenco de grandes actores, la mirada benevolente del director y el potencial de los distintos relatos, hacen que a la postre la obra sea muy grata de ver. De hecho, la sensación que tengo es que cada uno de los episodios narrados tienen entidad suficiente como para haberse construido tantas películas como estos. De entre los mismos, el que protagoniza José Isbert es desternillante, el del ladrón y el cura, bello y humano y el del niño, enternecedor.

En realidad toda la película destila humor, sensibilidad, humanidad, autenticidad e incluso crítica mordiente. Atención a los diálogos porque algunos no tienen precio (SPOILER). Al final, "Historias de la radio" supone un retrato costumbrista idealizado de la sociedad española y de sus gentes. Es cierto que es edulcorado o que no hay apenas crítica sino todo lo contrario, un respaldo en toda regla a todas las fuerzas vivas del régimen, respaldo que en verdad es extensivo hasta al último y humilde habitante de un pueblo perdido de la montaña. Se diría que viendo "Historias de la Radio" no existe el mal, todo el mundo es bueno y que todos los problemas se pueden solucionar con voluntad, la ayuda del prójimo, la buena mano de los sacerdotes y un empujoncito del Altísimo. Quizás sea ingenua, pero su ingenuidad es bella. En cambio, por ejemplo, "El hombre tranquilo" pretende ser idílica también pero lo retratado aquí es desagradable. Si en el pueblo irlandés hay conflictos, peleas a puño limpio, borracheras e invitaciones a los malos tratos a las mujeres, aquí hay bondad por los cuatro costados y ni sombra de lo anterior.

"Historias de la radio" supone igualmente un documento histórico de primer orden sobre los valores imperantes a mediados de los 50. Que el director fuera franquista resulta de más interés aún, pues la visión que ofrece no deja de ser en buena medida la oficial del régimen. Ésta, entre otras cosas, pone en solfa una cantidad de mitos y bulos sobre lo que era el franquismo, algunos de ellos ridículos, construidos la mayoría de ellos en tiempos recientes. Por ejemplo, lo de una época en "blanco y negro", triste, pobre, en posguerra permanente, que emplea la radio para evadirse de la opresión y la mediocridad de la vida de aquellos años. Sólo hay que ver esta película para darse cuenta que lo de la ausencia del color es una cuestión cinematográfica; que su sentido del humor era altísimo y su alegría incuestionable; que si era pobre, por un lado se debía a la "herencia recibida" (esta frase está de moda últimamente) y por otro, España se enriquecía como nunca antes, ni después lo haría, y que aunque pobre, era digna; que de la guerra no se acordaba nadie y que la posguerra hacía muchos años que se había acabado; y que si la mediocridad se mide por el éxito del entretenimiento, el ocio y la pura evasión, nuestra época debe ser la más vulgar, chabacana y cutre de toda la historia.
SPOILER: El resto de la crítica puede desvelar partes de la trama. Ver todo
Reaccionario
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11 de enero de 2007
9 de 13 usuarios han encontrado esta crítica útil
Después de una guerra cruel y una posguerra patética, la radio y el cine (quien se lo pudiera permitir) apostaban por el entretenimiento puro como auténtica válvula de escape nacional. La película de Sáenz de Heredia narra en tres historias independientes la importancia del medio en aquellos tiempos. No había televisión y el invento de Marconi era dueño y señor de la información que llegaba a los hogares. La cinta retrata parte de lo que en ella se vivía, profundizando lo justo y sensibilizando (quizá) en exceso. No obstante está rodada con elegancia y el elenco de artistas que en ella participan, le da un toque entrañable que engancha incluso en una época como la nuestra que, teóricamente, es muy diferente.

J.L. DANA Q
dana
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