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Historias de la radio

Comedia Tres pequeñas historias basadas en concursos radiofónicos, todas ellas enlazadas a través del locutor Gabriel y su prometida. Dos inventores que quieren patentar un pistón y necesitan dinero, un ladrón que contesta a una llamada telefónica mientras está robando y un niño que necesita ir a Suecia para operarse son los protagonistas de estas historias en torno a la radio. (FILMAFFINITY)
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Críticas 37
Críticas ordenadas por utilidad
5 de junio de 2010
31 de 52 usuarios han encontrado esta crítica útil
Planeta tierra, años 50 del siglo XX; mientras el cine americano de vaqueros se adentra en la sociología y el cine japonés de samurais se dedica a la filosofía, el cine español de pícaros le da a la religión: niños pasan hambre – ayudad a niños. Sed buenos. Os lo dice E.T. Encontrad a Chencho, que es muy guapo.
Lo que pasa es que Rabal, Isbert, Ozores y Leblanc son demasié pal body. Cualquier película extraglucosamoralina se puede digerir con semejantes monstruos, que podrían batirse en duelo tranquilamente con los actores típicos de esos otros grandes clásicos.
Sines Crúpulos
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20 de septiembre de 2010
10 de 11 usuarios han encontrado esta crítica útil
Hace 55 años la radio era en los hogares españoles la televisión, el internet y el home cinema de unos ciudadanos desinformados (la mitad con boina) y que dejaban toda su suerte en manos de los santos y el destino. El transistor, con paño de ganchillo, era el amigo que no faltaba cuando tocaba reír o llorar; el que te permitía viajar sin salir de casa, moviendo tan sólo una ruedita (más tarde descubrimos que se llamaba dial);el que convertía una oscura cocina en un luminoso salón de baile y una triste realidad en una remota esperanza.
En esta atmósfera de eterna postguerra, de muchos perdedores y pocos ganadores, el franquista, amigo de Buñuel, Sáenz de Heredia, acierta con una entrañable traslación de la vida girando alrededor del aparato transmisor.

Cuatro historias costumbristas que desafortunadamente no pueden, o no quieren, evitar la moralina inherente a la época. Buenos actores, y un guión bien urdido del propio director, consiguen un resultado más que aceptable, sobre todo si lo comparamos con algunas de las piltrafillas que hubo de firmar para ser el realizador más importante del régimen.

32 años después el gran Woody Allen, que supongo habría visto la película que nos ocupa, hizo Días de Radio, maravillosa recuperación de su infancia neoyorquina, que fusila la historia del ladrón que participa en un concurso radiado mientras faena en piso ajeno.
Sinhué
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2 de julio de 2013
9 de 10 usuarios han encontrado esta crítica útil
Si en mi vida me ha emocionado una película, esa ha sido Historias de la radio. Saenz de Heredia fue el director de cámara de Franco, circunstancia que ha hecho que no valoremos lo suficiente su obra, la cual cuenta con algunas películas realmente buenas, y entre ellas se encuentra forma destacada precisamente ésta. Tres historias, a cuál más brillante y original, con un lazo de unión, la radio, sumamente ingenioso, y una traca final, en la última peripecia, capaz de hacer saltar las lágrimas a un perro de escayola. Y luego tenemos lo de las interpretaciones, que raya en el escándalo. No menos de una docena de actuaciones se pueden calificar de memorables, porque hasta los secundarios dan el do, el re y el mi de pecho. Aunque si tuviera que destacar una, por difícil que resulte, sería la de Alberto Romea, cuyo derroche de talento sencillamente no se puede superar. Pena me dan quienes no han visto Historias de la Radio, de verdad. Y quienes sean forofos de Frank Capra se encontrarán con una especie de reencarnación ibérica de las películas del director americano, que no sólo no desmerece las yanquis, sino que compite gallardamente con ellas.
Elicio12
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21 de julio de 2012
10 de 13 usuarios han encontrado esta crítica útil
Este cine español, el de la época franquista. Sin prejuicios, sin tapujos, sin disculpas de ninguna clase. Sáenz de Heredia hace en pleno años cincuenta, en blanco y negro, y entre el drama y la comedia, una interesante película llena de valores tradicionales, humor y excelentes interpretaciones; actores que valen su peso en oro y de los que el cine actual y los nuevos intérpretes deberían aprender. Yo, por motivos meramente estéticos, me quedo con Paco Rabal, todo un hombre de los pies a la cabeza.

Varias historias se entremezclan para crear, en definitiva, un homenaje a la radio y al ser humano en su vertiente más noble y caritativa. Lo chocante es que ese modo de rodar, eso que ahora se llama película coral, ya se hacía en España hace unas cuentas décadas, demostrando que a veces lo nuevo es mucho más viejo de lo que finge ser. A mi la idea no parece mala, pero la voz en off explicativa que aparece en algunos momentos es espantosa y sobra por completo.

Destaca por surrealista, por esperpéntica (en el mejor sentido de la palabra), por divertida y, también, por emotiva, la historia de los inventores, con un Pepe Isbert asombroso, como es habitual. Verle vestido de esquimal corriendo de arriba para abajo con un perro que muerde cuando oye risas, es brillante. Extremadamente humano el cura, con el pan y el membrillo, así como el maestro y todo su pueblo dándolo todo por amor al prójimo. Y encima, muy inteligentemente, hasta nos regala su dosis de crítica social en algunos diálogos hilados muy finos.

Si es que, sinceramente, veo difícil que una película así no guste.
Kaori
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14 de enero de 2015
8 de 9 usuarios han encontrado esta crítica útil
“Historias de la radio” es una de las mejores comedias que ha dado el cine español a lo largo de toda su historia. En sí narra tres relatos rebosantes de humanidad que quedan integrados dentro de una historia mayor: la relación que mantiene un casi recién llegado Paco Rabal en su primer papel importante y Margarita Andrey, locutora de un programa matinal de gimnasia que siguen un par de regordetes y competitivos compañeros de pensión. El guion, firmado por el propio Sáenz de Heredia, es un sentido y rendido homenaje a ese gran medio de comunicación que, literalmente, reinaba en todas las casas de este país; claro que la radio que nos presenta es ya una radio desaparecida. A diferencia del talante informativo que la rige actualmente, Sáenz de Heredia nos sumerge en un medio cuyo fin último, ante la imposibilidad de informar libremente por mor de la cruel dictadura franquista, era entretener y aliviar al sufrido ciudadano de la tristeza y grisura de unos tiempos duros aunque también más humanos.
Los trabajos de este interesante director son ahora prácticamente desconocidos. Descartada esta película que sigue emitiéndose de cuando en cuando, toda su interesante filmografía de la década de los cuarenta y cincuenta (“La hija de Juan Simón,” “El escándalo,” “El destino se disculpa,” etc.) está desaparecida en combate. Sin embargo, pese a su vinculación falangista (era primo carnal del fundador de la Falange, José Antonio Primo de Rivera), y a pesar de haber rodado el guion de Jaime de Andrade (alias de Francisco Franco), “Raza” y verse presionado para dirigir, “Franco, ese hombre,” “Historias de la radio” emerge aún ahora con una frescura e ingenio que la aparta de ese sabor rancio que siempre tuvo el cine franquista. Es cierto, que la película está presidida por cierto aire “religioso,” ya que todas las historias que nos cuenta son profundamente morales, pero por encima de ese aroma, asoman por la pantalla toda una galería de personajes variopintos y entrañables que se hacen próximos a fuerza de ser tercamente humanos. Una humanidad que Sáenz de Heredia rueda desde la sencillez, sin malabarismos que entretengan esa profundidad que asoma de la mano de un reparto, sencillamente, magistral.
Así tenemos al grandísimo y entrañable Pepe Isbert, que aquí hace de inventor que se ve forzado a disfrazarse como esquimal para lograr 3.000 pts. con las que logrará patentar un pistón. Ver el monólogo en el que relata su aventura, sigue siendo uno de los momentos más conmovedores de la película, pues igual que le ocurre al público que lo contempla, nosotros también nos quedamos en un mudo silencio, sobrecogidos por la emoción que nos transmite. De la segunda historia, no me cabe ninguna duda de que W. Allen vio esta película, pues está “fusilada” en “Días de radio;” solo que aquí el ladrón (Ángel de Andrés) se ve “obligado” a negociar con su víctima para poder cobrar el premio. Cierra la película, con ese secundario maravilloso que fue Alberto Romea, aquí interpretando a un maestro de pueblo, que guarda alguna que otra sorpresa, que se presenta al concurso para lograr que un alumno suyo sea operado en Suecia. Aparte de contar con una nómina impresionante de actores y actrices: Xan das Bolas, Guadalupe Muñoz, José Orjas, T. Leblanc, Juanjo Menéndez, etc. también cuenta con los maestros indiscutibles de la radio de aquella época, empezando por Boby Deglané, o el mismísimo José Luis Pecker, aquí como narrador de la película.
En resumen, “Historias de la radio” es historia del cine, del buen cine. Disfrútala.
Strhoeimniano
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