El experimento

“Gran Hermano es un experimento sociológico.” —Mercedes Milá
“La televisión la denostan quienes saben muy poco de ella.” —Mercedes Milá
“No me importa que me despellejen. A mí me gusta arañarme; si no, no me entero de que voy por la selva.” —Mercedes Milá

De nuestra querida wikipedia:
“Es muy importante diseñar un experimento para que pueda ser repetido por otros investigadores, ya que el conocimiento científico debe ser reproducible o replicable, caso contrario, el mismo no tiene validez interna. Cada repetición del experimento se llama prueba o ensayo.”

Afrontar una idea o un proyecto como Oliver Hirschbiegel es todo un experimento, aunque aquí hay dos: el de la película y el que extrae el espectador.
El de la película creo que todo el mundo lo veo reflejado: el poder corrompe.
El del espectador: el filme falla desde su punto medio al buscar en los recovecos en esos lugares comunes del cine comercial. No sé si no se han dado cuenta pero la función de esta película no es ensayística sino económica.
Otro fallo: el experimento está conducido hacía el caos por que no sigue las pautas de todo experimento --> es necesaria su repetición, por que no tiene validez nada de que lo nos han mostrado --> es como el leitmotiv del cine de terror con científicos locos y experimentos que se le van de las manos.

A mi, desde luego, todo este tipo de experimentos me recuerdan a la propia naturaleza y al memorable documental del National Geographic “El último festín de los cocodrilos”. Más recomendable que la película y que leer citas de Mercedes Milá aunque si es despellejada viva, como le gusta a ella, por los protagonistas de dientes afilados del documental y filmado dentro de una casa con mil cámaras, mejor. ¿No?

Pues que todas las frustraciones que guarda dentro, aflorarán con virulencia. La venganza del pobretico contra aquellos que siempre fueron los más ingeniosos o exitosos en diferentes campos (estudios, chicas, trabajo, deportes...) será aún más dura, ya que suelen ser los que más insultos y vejaciones cometen. Tú entre ellos. Y el pobretico aguanta, pero no olvida.

Habrá que construirle un gran trono, donde se sentará lleno de alhajas. Ordenará desde allí si tú debes ir para aquí o para allí, o si debes beberte su última meada. Y lo deberás hacer, porque de lo contrario las consecuencias pueden ser fatales...La culpa no es suya, sino del trato que siempre le has dado. Simplemente, se ha convertido en una mala persona. Y le gusta.
Mientras tanto, tú, que te creías el bueno de la película, simplemente eres un bichejo insignificante al que su arrogancia le ha hecho estar donde está. Atado de pies y manos, tirado en un charco de pis y excrementos o metido en su defecto en un cubículo oscuro. Desde dentro suplicas un perdón que no te mereces y lloras una situación que tú has provocado.
Pero tranquilo, el pobretico no sabrá negociar la situación y tendrás la oportunidad de sacudirle en esa dura cabezota que le impide suspender menos de 9 cada evaluación. Aprovechas ese momento para escapar y dar la voz de alarma. Vendrán las ayudas, que tendrán que hacer frente a un pobretico que no quiere perder ese poder con el que tan importante se sentía (como nunca se había sentido).

Mientras te liberan y te llevan al hospital más cercano, comienzas a pensar en cómo la situación ha podido llegar a ese punto. Piensas en si el ser humano es malo por naturaleza o es la sociedad la que nos hace así. En si los mecanismos de defensa son innatos o aprendidos...Te preguntas si tu comportamiento merece todo lo que te ha pasado o si has pagado las consecuencias de los actos de muchos otros...Nada tiene respuesta en ese momento.

Él terminará perdiendo, pero tú también. Ya no volverás a tener la misma confianza en tí mismo. El pobretico de la clase te ha humillado. La experiencia te ha hecho ser menos arrogante. Te ha hecho ver que todo el mundo tiene una oportunidad y que no eres superior a nadie. A partir de ahora vivirás con el miedo de saber que todos son superiores a tí, todo depende del contexto o el prisma desde el que lo mires.
Así que ya sabes, sé un buen chico, y no hagas tonterías.

Esta película me mantuvo literalmente "pegada" al asiento. Te mantiene en tensión, atento, queriendo no perderte ni un segundo de la trama, moviéndote nervioso en tu asiento mientras miras a los lados.

En realidad llegas a sentir la tensión y el desespero de los personajes.

Me parece excelente que logren generar esa sensación sin uso de efectos especiales. En un ambiente simple, una cárcel, sin efectos especiales, sin maquillaje, sin grandes vestuarios. Sólo la cárcel y los personajes, con un perfil psicológico bien construido.

La tensión va aumentando a medida que avanza la película, al igual que el comportamiento de los participantes va cambiando drásticamente.

¿Qué tanto puede cambiar un ser humano cuando se le da poder? ¿Y cuando se le quita?.

Interesante guión, buenas actuaciones, buen manejo de las situaciones.

Lo único que no me gusta y me parece que está de más es la historia de amor del protagonista. No está bien planteada, es sosa, floja, y fuera de sitio. Considero que no era necesaria y en vez de aportarle al film le quita.

Ya por eso no debería tener un 10 en mi puntuación, pero se lo doy porque es una de las pocas películas que me ha mantenido inmóvil frente a la pantalla, no queriendo perderme nada, y sintiendo la angustia de los personajes. De verdad llegas a sentirte como si tu también estuvieras encerrado, como si las humillaciones las estuvieras sufriendo tú, te planteas muchas preguntas acerca de la conducta humana y la tuya propia. Y sales queriendo decirle a todo el que ves que vaya a verla lo más rápido posible.

Muy buena película. Refleja a la perfección la naturaleza del ser humano, esa que le lleva, paradójicamente, a deshumanizarse cuando consigue el poder.
El director consigue transmitir una sensación de indefensión absoluta, donde la humillación puede esperar a la vuelta de la esquina. Esto, unido al ambiente claustrofóbico del lugar, te hace pasar más de un mal rato. Y eso que no es una cinta de terror o miedo.
Los actores están estupendos, destacando los dos protagonistas principales y la música casa a la perfección con todo el planteamiento.
Solo chirría, como ya han comentado, la historia de amor, metida, evidentemente, para poder dar con el desenlace que tiene.
En resumen, muy muy recomendable.

Lo más inquietante de la película es que se basa en un experimento que se llevó a cabo de verdad, en los años 70 (llamado El experimento de la cárcel de Stanford, a cargo del doctor Philip Zimbardo). Tras ver la peli, leí unas cuantas cosas sobre dicho experimento y me quedé pasmada, no sólo por lo espeluznante del asunto, sino porque la película es bastante fiel a lo que sucedió (pese a estar basada en una novela que, a su vez, se basa en el experimento).

La película saca a relucir la mierda humana, y no me quedo corta al decirlo de este modo. Les das un poco de poder a unos cuantos tíos que llevan vidas normales y corrientes, aparentemente buenos padres y maridos, y en pocos días se convierten en unos malditos hijos de perra que pierden de vista toda perspectiva ante la embriaguez que les provoca poder dar rienda suelta a sus instintos más miserables. Y lo peor y más horrible es que la mayoría de ellos se toman tan en serio su papel, que creen que las atrocidades que están cometiendo están justificadas.

La película está bien ambientada y los perfiles psicológicos están bastante bien trazados, aunque no se profundiza demasiado en cada uno de ellos, sino más bien en los que van a jugar un papel más determinante en el argumento. Es decir, destacan unos pocos presos (uno en especial, que viene a ser el prota, porque es el que aparece primero y del que sabemos más cosas) y unos pocos guardias, siendo uno de ellos el más odioso y el resto marionetas (en mayor o menos medida).

¿Cosas que fallan en la película? Bueno, para empezar, la historia de amor está bastante fuera de lugar, o está mal planteada y peor desarrollada, como traída por los pelos. Tampoco me convence el triste papel que juegan los científicos responsables del experimento (o son muy confiados, o son idiotas, o las dos cosas).

¿Cosas que me gustaron? La claustrofobia que trasmiten los escenarios, y el modo en que algunas escenas de fuerte carga emocional y visual hacen que empatices con los presos y quieras estar allí para hacer algo, o para aplastarle la cabeza a un guardia.

Si uno de los objetivos de la película era que el espectador formara parte del experimento, conmigo lo lograron: mientras duró la película, yo fui un preso, yo odié a esos malditos guardias de pacotilla, y les aseguro que afloraron en mí unos instintos de los cuales no sé si sentirme demasiado orgullosa.

Inquietante...