Searching for Sugar Man

“Un hola siempre acaba en un adiós”. Cala, trasciende y se equivoca. El adiós se reserva a lo banal, y las buenas historias trascienden a la lógica, se presentan sin horizonte y beben la magia de la eternidad donde el tiempo no hará más que saludar, un “hola” incesante reservado a los elegidos. ‘Searching for Sugar Man’ es una grandísima historia, inmortal.

Rodriguez poeta musical absorbido por las sombras del paradero desconocido y aclamado a las estrellas desde las antípodas, se erige como el personaje de un documental perfectamente estructurado, inspirador y de interés general, cautivará a la inmensa mayoría. Una silueta enigmática con una voz etérea incontenible al alma y capaz de traspasar fronteras y derruir muros, como así contribuyó a destruir los del apartheid. Dos discos que hacen bueno cualquier mito en torno al poder de la música y al concepto "mariposa", y como nuestro hilo vital que vibra en derredor y sin conciencia puede ser mayor de lo pensado. Una humildad y serena positividad que ilusiona.

Ganadora del Oscar 2013 entre otros muchos premios, su acertado director Malik Bendjelloul dota a su opera prima de una estructura propia a las obras de ficción y un ritmo in crescendo que funciona en orquesta. Alabanzas merece no solo en el resultado si no en la búsqueda de este, su determinación y valentía desenterraron un proyecto catalogado en bancarrota cuando decidió aprender por cuenta propia animación y montaje. Dos elementos considerados imprescindibles para dotar al relato de la sintonía adecuada para con el espectador.

Es esta la historia de un hombre que estaba destinado a no llegar a ninguna parte, dos vidas desconocidas entre si, ánimo, melancolía emocional y música con garra. Siempre escuchamos aquello de como la realidad supera la ficción, esta película documental es un buen ejemplo de ello.

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Searching for Sugar Man es un documental sobre Rodríguez, un músico norteamericano de principios de los setenta, de los muchos que surgieron por entonces, que publicó dos discos sin obtener ningún éxito. Esta historia es muy común, pero no acaba aquí: sus discos, ignorados por el público norteamericano, tuvieron sin embargo un gran éxito en... Sudáfrica. Nadie sabe como llegaron los discos de Rodríguez a este país castigado por entonces por el apartheid, pero lo cierto es que el propio bloqueo que sufría propició que la minoría blanca con ganas de cambio convirtiera a este anónimo cantante en un mito generacional mucho más importante que Jimi Hendrix, Los Beatles o Elvis. Rodríguez jamás supo del éxito de sus discos en Sudáfrica y sus fans sudafricanos no supieron nada de Rodríguez hasta que a mediados de los noventa un periodista decidió averiguar cómo había muerto.

Esto es solo el principio del documental. Searching for Sugar Man es una historia de azares, de aleteos de mariposa que provocan terremotos, de pequeñas historias, muy humanas, muy sencillas, pero también muy grandes, emocionantes, y eternas. Es una muñeca rusa con una historia dentro de otra historia, es la vida contada a través de una cámara. Si alguien duda del poder de la música, debería ver esta película.

Durante los días en que he visto este documental, Malik Bendjelloul, su director, se ha suicidado. Irónicamente, su documental tiene que ver con el suicidio de Sixto Rodríguez y la bellísima, conmovedora y no menos dura historia que hay en Searching for Sugar Man. Pero también, irónicamente, aquí el suicidio del cantante norteamericano es tan solo una ficción interoceánica, un mito urbano en el que la sociedad sudafricana se afincó durante más de una década para vivir del recuerdo de un gran músico, una gran voz: Rodríguez.
La historia puede contarse y reproducirse con particular regocijo: por las vueltas de la vida, por las maravillas de la humildad, por esperar lo inesperado, porque gracias a documentales como este se engrandece la existencia y se amplían sus misterios; sin embargo, lo mejor no es que te lo cuenten, lo mejor es que Malik Bendjelloul, como legado a la humanidad, te la cuente y te la siga contando.
Ha sido una pena saber de su muerte, una muerte "real" para una vida que marca la historia del cine por el merecido Óscar y marca la historia de Suecia, Rodríguez, Detroit y Sudáfrica.

Escribo esta crítica entre emocionado y a la vez gratamente sorprendido de ese descubrimiento que es Sixto Rodriguez y ésta Searching for Sugar Man (2012).

Un documental tan bien construido narrativamente como la mayor obra maestra de ficción que hayan visto, siendo su construcción y su montaje una de las múltiples virtudes que esta obra nos deja para la memoria. Pero ese misterioso artista, cantautor e incluso, profeta que es Sixto Rodriguez es la mayor maravilla que van a conocer como espectadores, siendo testigos de una de las historias más sorprendentes y apasionantes que habrán visto en mucho tiempo en una pantalla.

Tan sorprendente y única, que durante los primeros minutos crees estar ante uno de esos experimentales falsos documentales a los que estamos habituados, pero que está en la aparición real de ese personaje y en su actitud frente a la vida una de las experiencias más incomparables y placenteras que el cine nos ha dejado en estos últimos años, y una de las personas más mágicas e ignóticas que conocerán; además de su deliciosa música.

Una historia real increíble y que se convierte en visionado imprescindible para todo espectador, con una construcción narrativa y un mágico protagonista que la convierten en una obra inolvidable y en uno de los mejores documentales de la historia.

No creo que haya nadie que haya visto este documental y que diga que no le ha gustado, que no le ha cautivado; de hecho yo todavía no conozco a nadie que haya opinado así.
Sublime, delicioso, espectacular, sorprendente. Todo adjetivo se queda corto. Es un documental que lo tiene todo, desde una buena historia que contar, pasando por una rigurosidad extrema y palpable, hasta llegar a una banda sonora estremecedora y de gran calidad (aprovechada del propio protagonista, el músico Rodríguez).
No es solo un documental. No es solo la "biografía" de un músico. No es solo el descubrimiento de un enigma que no había sido resuelto en años. Es una LECCIÓN de vida. Cuando termina el documental te sientes lleno de felicidad y aprecias que la vida está llena de cosas maravillosas y cuando vuelves a escuchar la música de Rodríguez vuelves a sentir esa sensación.
Lástima lo del suicidio de Benjelloul. Acababa de empezar una carrera prometedora y había alcanzado el éxito merecido con esta obra maestra. Esperando fervientemente su siguiente trabajo me enteré de la noticia. Es una pena, aunque afortunadamente se fue dejándonos esta joya que le agradeceremos siempre.