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Yo, Tonya

Drama Década de 1990. Tonya Harding es una prometedora patinadora sobre hielo estadounidense, una joven de clase obrera, siempre bajo la sombra de su implacable e insensible madre, pero con un talento innato capaz de hacer un triple axel en competición. En 1994, su principal rival para los Juegos Olímpicos de Invierno es su compatriota Nancy Kerrigan, a la que, poco antes de los Juegos, un matón a sueldo la golpea la rodilla con una barra de ... [+]
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Críticas 154
Críticas ordenadas por utilidad
1 de marzo de 2018
1 de 1 usuarios han encontrado esta crítica útil
Lo corrosivo, vivaz, estimulante y transgresor de la película se fundamente en un no posicionamiento moral y en un estilo visual cuidado. El torbellino que nos engulle al comienzo de la película no deja títere con cabeza hasta el final del metraje. La tensión es mantenida en todo el guion, con llamativas puestas en escena que acompañan como un guante al tema y a los personajes: histriónicos, devastadores, controvertidos, llenos de paradojas que no deja claro el matiz primordial, pero siembra de dudas las contraofertas de sus personajes. La tríada principal: Margot Robbie, Sebastian Stan y Allison Janney arrollan con su visceralidad, con su apabullante y desgarradora interpretación.
Destacable es el juego de cámaras, las secuencias rodadas al amparo del patinaje, que busca introducirnos en el tumulto, en la vorágine y en la barahúnda. La fotografía y ambientación es la adecuada para transportarnos a la época. Banda sonora acorde a lo esperado, a la huella que deja el personaje principal: diferenciarse y no caer en lo esperado.
Bolseiro
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5 de marzo de 2018
1 de 1 usuarios han encontrado esta crítica útil
Interesante film producido, entre otras personas, por la actriz principal Margot Robbie, que en pocos años se está haciendo un hueco muy importante en la industria cinematográfica estadounidense y por ende, mundial.
Aquí logra una muy estimable interpretación (con Nominación al Oscar inclusive), junto con Allison Janney (también oscarizable) en el papel de su implacable madre, logrando una química envidiable. Y así, con el resto del buen elenco interpretativo, con personajes de los llamados en los EE.UU "basura blanca", que van de listos por la vida, siendo en realidad muy estúpidos.
De este modo se meten en un absurdo plan criminal con pocas luces y mucha chapucería.
Esto hace que haya escenas con humor, no en sí mismas cómicas, pero llenas de mala baba, ironía y lúdica sorna a esa América Profunda, y con incisivas punzadas a la intensidad con la que se ponen muchas personas por lograr el Gran Sueño Americano. El ser los mejores... incluso a cualquier precio.
Bonitas canciones de la época, y un estupendo montaje, logran de imprimir de ritmo a la rocambolesca historia... no olvidemos, real, aunque existan muchos puntos de vista, siendo difícil establecer con total acierto cuál fue la única verdad del asunto. Según quien la cuente será diferente.
Merece la pena, aunque creo que es un poco larga para lo que se cuenta.


https://filmsencajatonta.blogspot.com.es
Constancio
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6 de marzo de 2018
1 de 1 usuarios han encontrado esta crítica útil
Tardó un tiempo en llegar a las salas españolas tras su estreno al otro lado del charco -cinco meses si contamos desde su gran recibimiento en el festival TIFF de Toronto-, pero lo hizo en el momento oportuno; la semana previa a la entrega de los galardones de la academia norteamericana. Su abrupta aparición en cartelera parece imitar los arrebatos de ira de su protagonista para demostrarnos que, a pesar de haber sido vista casi como una invitada de excepción por parte de la crítica más conservadora, su relato es uno de los más hilarantes, controvertidos y explosivos del ejercicio que se ha cerrado recientemente con la entrega de los premios Oscar. Sus tres nominaciones –solo una se convirtió en un radiante galardón en las manos de Allison Janney- fueron completamente meritorias si destacamos cómo los matices artísticos de la película se alejan de convencionalismos a los que estamos acostumbrados para desarrollar un estiloso biopic de confección artesanal, con forma de falso documental en el que la tragedia está suavizada por una comedia tan afilada como la cuchilla de los patines de Tonya Harding.

El guion de Steven Rogers encuentra un equilibrio vacilante entre las corrientes humorísticas, violentas y con cierto aire paleto de la película para que la vida de la patinadora olímpica sea un drama mucho más interesante de lo que podíamos imaginar en especulaciones previas. Su efectividad argumental queda además culminada al encontrar en la miserable vida personal de su protagonista el contrapunto perfecto a su magnífica carrera deportiva, o vinculando en un mismo espacio el rechazo hacia personajes ciertamente despreciables con la empatía hacia puntuales alardes de ingenua heroicidad. Dichos contrastes -mecidos por un continuo estilo satírico que pone en entredicho el ensueño del motor social norteamericano- no son más que el medio que Yo, Tonya (I, Tonya, 2017) utiliza para entretener y molestar a partes iguales, llegando a tomarse el lujo de romper la cuarta pared durante los cortes puramente dramatizados para lanzar críticas autoconscientes, o presionar la conciencia incluso de los más testarudos con perlas dirigidas al público como la que ya se adelantó en el tráiler: “América. Quieren alguien a quien amar, pero también alguien a quien odiar.”

Precisamente conseguir despertar el odio, o la rabia, de su hija es lo que LaVona Golden considera la mejor muestra de cariño o educación que pueda demostrarle. No obstante, y con cierta fortuna, es el amor hacia el deporte como único surtidor de esperanza y alegrías en su vida es lo que mantiene a la patinadora sobre el hielo; probablemente el único amor en su vida que no esté ligado a la violencia física o mental. Es quizás este sinfín de claroscuros en las líneas de Rogers, lo que pudo suponer el principal temor de todas las productoras que decidieron archivar el proyecto durante largo tiempo, hasta que el azar hizo caer el panfleto en las manos de Robbie Margot, quien enloqueció con una historia tan perversa y completamente desconocida para ella (también para el que suscribe; demasiadas cosas las que se nos escapan a los que nacimos a partir del 90). Decidió entonces convertirse –al mismo tiempo y por primera vez en su carrera- en protagonista y mecenas de una película.

Margot recoge en este momento toda la práctica que ha sembrado en su filmografía anterior. Su interpretación, cargada de naturalidad y sarcasmo, sostiene acrobáticamente el hilo emocional de la cinta a través de un ambiente familiar puramente desestructurado y tóxico. Sus enfrentamientos en pantalla con Allison Janney (excelsa en el papel de madre poco ejemplarizante; un papel para recordar, además de haber sido reconocido por la academia) son quizás los momentos más reseñables, donde encontramos una relación desquebrajada desde la infancia que desembocará en decisiones precipitadas y torpes; causa y efecto de la ruda, ciertamente maleducada, y áspera personalidad de Tonya. Una de dichas decisiones: el más que nombrado “incidente”. Hecho que paradójicamente nos ha llevado hasta la butaca pero que queda desmarcado de manera soberbia del verdadero propósito, que en ningún momento fue esclarecer los hechos adyacentes al nefasto evento, lo cual supone un alivio para la narración y una celebración para el espectador, quien verá pasar dos horas en su reloj sin apenas ser consciente de ello.

Todo el equipo detrás del resultado, encabezados por Craig Gillespie a la dirección, consigue la cohesión de un film con un montaje fantástico donde los cortes narrativos (aparentemente bruscos) son justificados por el formato escogido, y que, en esencia, se acercaría a un documental planteado por trazos cercanos al realismo de los hermanos Coen y ejecutado con un pulso similar al Brian de Palma más violento, mientras que su frenética banda sonora guiña el ojo a la melomanía del joven Scorsese que no dudaba en utilizar el rock como batuta en sus escenas. Son nombres en mayúsculas, pero hay muchos matices en Yo, Tonya que la convierten en una película que será reconocida y frecuentada en los próximos años. De momento, podemos distinguirla como una grata recomendación, y posiblemente una de las películas más irreverentes en la (recién festejada) nonagésima contienda de los Oscars.

CarlosDL - http://redrumblogdecine.com/
CarlosDL
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8 de marzo de 2018
1 de 1 usuarios han encontrado esta crítica útil
Cuando se habla de I, Tonya hay que destacar 3 aspectos, primero y principal las actuaciones, el trio de protagonistas compuesto de Margot Robbie, Allison Janney y Sebastian Stan realmente hacen un gran trabajo y sin ellos la película no sería la misma. En segundo lugar el montaje, que crea esta atmósfera frenetica, y que mzcla de gran manera la comedia con el drama en partes iguales, se apoya en un gran guión, pero el guion tiene muchos defectos, el intento por romper la cuarta pared es interesante, pero se usa al principio y después se olvida, entre otras cosas. Y en tercer lugar la fotografia, los movimientos de camara son excelentes, en especial en todas las rutinas sobre el hielo, cuando las ves te preguntas ¿Cómo hicieron esto?

Es un filme con mucho potencial, que en ocasiones se vuelve un poco repetitivo, pero en el que erdaderamente conectas con los personajes, porque son tridimensionales, tienen defectos y virtudes, como la gente real. Además que la historia por sí sola es genial, y parece increíble que hasta ahora la hayan llevado a la pantalla grande.
Oliver Zambrano Vegas
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11 de marzo de 2018
1 de 1 usuarios han encontrado esta crítica útil
Uno de los mayores aciertos de "Yo, Tonya", aparte de las notables interpretaciones de sus dos actrices protagonistas, es el extraordinario manejo de la levedad de una historial real y dramática a partir de un tono cómico y desenfadado, de una estética años 80-90 y de un guión eficaz que echa mano a un tono irreverente que hace más digerible lo dramático.

Es entrenida y amena, y nunca te da la sensación de que lo que cuenta resulte imposible de creer. Vale, podría ser que, en ciertos momentos, se caiga en lo esperpéntico o lo caricaturesco. Especialmente, en la caracterización de los personajes, en las escenas violentas o en las interpretaciones llevadas al extremo. Pero la inteligencia de la propuesta de Graig Gillespie está en que, bajo esa capa de comedia gamberra, se esconde un drama con muchas implicaciones emocionales.

Tonya Harding (espléndida Margot Robbie) es una chica joven que quiere triunfar en lo único que se le da bien: patinar. Tiene una familia poco saludable que poco o nada tiene que ver con la imagen que los Estados Unidos de América quiere proyectar como representación del país en los Juegos Olímpicos. He aquí el "error" de Tonya: tener una madre cabrona y un marido gilipollas. Además, de su condición humilde... Primera patada en el culo de los EEUU: Despreciar el talento a favor de las apariencias.

Segunda patada: lanzar a una genial patinadora al estrellato para después triturarla a merced de una polémica para llenar horas de telediario y programas de entretenimiento absurdo. La crítica que lanza la película no es tanto por lo que, supuestamente, hizo o no Tonya o su entorno, un acto que sería deplorable y que iría en contra del mismo deporte, sino por la facilidad con que se encubra a un ser humano por su innegable talento y luego, como un ídolo con pies de barro, se le somete a la trituración más denigrante, sin tener en cuenta la presunción de inocencia, por ejemplo. Eso es lo interesante: utiliza la historia de Tonya, llena de controversia, para golpear esa hipócrita manera de hacer.

Así Tonya, niña y joven maltratada, endurecida y luchadora se presenta con la dualidad de una deportista genial y de una mujer rota por ver su sueño destrozado en mil pedazos. Los fuertes siempre sobreviven, y la Tonya de Margot Robbie nos despierta cierta simpatía y compasión. Por ejemplo, frente al trato que recibe de su madre Lavona (estupenda Allison Janney), una cabrona a la que nunca se llega a odiar del todo gracias, en buena parte, por ese tono cómico con el que se impregna al personaje y por esa capa de perdedores con la que acertadamente se viste a casi todos. Mención especial también para Sebastian Stan que interpreta a Jeff, el marido de Tonya, que acierta en el tono de patetismo.

Las acrobacias y las piruetas en la pista de hielo son geniales y resultan tan creíbles como disparatadas las escenas entre los personajes más desatados o esperpénticos salpicadas de golpes, tiros, insultos y gestos para despertar la sorpresa en el espectador.

Margot Robbie está impresionante, y la prueba es su reacción al final, tras el veredicto (y no digo más). Es una gran actriz. Lo mismo que Allison Janney. Dos ases.

Por último, creo que si se hubiera hecho un drama biográfico, sería francamente insoportable. El tono de comedia ayuda a digerir una historia muy dura. Se agradece.
Sémele
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