Bent

El nazismo es un tema que ha dado mucho juego en el cine, dando lugar a películas tan populares y alabadas como La lista de Schindler (Schindler's List) o La vida es bella (La vita è bella), por citar dos títulos casi antagonistas pero que tratan el mismo tema. Bent supone una vuelta de tuerca, porque el eje central de la película es la relación homosexual (y atípica) que se establece entre los protagonistas en el campo de concentración. Clive Owen interpreta a Max, gay y promiscuo que es capturado junto a su pareja (Brian Webber) y llevado a un campo de concentración debido a su condición. Una de las grandes bazas de la película es la sutil interpretación del actor, especialmente los cambios que sufre su personaje conforme avanza la cinta.

La película cuenta con pocas localizaciones, apenas tres bien diferenciadas, el club en el que da inicio la acción, el tren que les lleva al campo de concentración y finalmente dicho campo. Se podría decir que en ocasiones da la sensación de ser una obra teatral más que una película propiamente dicha, lo cual ofrece un punto interesante aunque algo estático al conjunto. Ello también se nota en los diálogos, otro de los puntos fuertes de Bent, así como la relación que se establece entre Max y Horst (Lothaire Bluteau) y la influencia de este último sobre el protagonista. Bent resulta un curioso ejercicio no tanto histórico como inspirador, con un mensaje que nos invita a aceptarnos tal y como somos, a no escondernos ni avergonzarnos a pesar de las adversidades, lo cual resulta bonito y positivo a pesar de la dureza que desprende la historia.

El guionista de esta película es el mismo autor de la obra de teatro y eso se nota porque no añade imágenes que expliquen o amplíen el texto sino imágenes que no aportan absolutamente nada, ni siquiera en buena fotografía; cuando no son reiterativas. El traslado de piedras se hace pesado. La escenografía es muy teatral y la interpretación que está basada en la interpretación sobre un escenario se hace forzada y uno se cansa de ver en primeros planos las mismas expresiones. El mismo arranque de la película está tratado como un musical, o yo diría una revista musical con muchos números de corte sexual y hasta pornográfico. El tema del nazismo ha sido tratado una y otra vez, y tendrá que ser tratado muchas más para que no se olvide, pero eso no es suficiente, hay que llegar al espectador y no provocar su salida de la sala por aburrimiento. Aporta otro punto de vista de la criminalidad del aquel régimen, tratada en otras películas, pero aquí se enfoca en la crueldad que impide la comunicación entre la gente por su raza o por su opción sexual. Si no se ve tampoco te has perdido nada.

Algunas obras de teatro no deberian salir del teatro porque el cambio a lenguaje cinematográfico no lo asimilan muy bien. Temática dura, pero más de 45 minutos viendo mover piedras entre discusiones de enamorados y polvos virtuales pueden con cualquiera. Sorpresa en los 20 minutos iniciales (hasta que no estuvo de "civil" no lo reconocí) y una recreación de fiestas locas de locas muy buena (quitando un baile a lo Thriller que no creo que estuviera vigente en la época). Lo demás... para el teatro.

Irreverente y con toques transgresores, una vuelta de tuerca a la temática del holocausto. Arrebatadora interpretación de Clive, que esconde sus sentimientos como nadie, cada mirada, dolorida por el querer, transmite hasta el último suspiro en sus gestos. Dura, hasta tal punto que no puedes distanciarte de la trama, que no puedes olvidar que pudo haber pasado.

Un guión diferente, puede llegar a extrañar. Elipsis sugestivas y marcado carácter frio. La esacervada purpurina y dorado del principio lleva a un frio y gris final. Fotografía que juega a favor del tema, aumentando la asepsis que la hace más conmovedora.

Aunque el dolor muchas veces no deja sentir con claridad, una película de amor en toda regla. La escena de la "relación íntima" entre Max y su compañero, una de las más sugestivas del cine... amor y sexo, sin amor y sin sexo...

“Bent” es una película de 1997 que se desarrolla en Berlín en tiempos el Holocausto. Nunca había escuchado hablar de ella y ha sido una grata sorpresa. Está basada en una obra de teatro y eso explica el por qué de su montaje donde el guión -los diálogos- son una parte muy importante de ciertas escenas. Esto puede jugar a favor de la película -para algunas personas – o en contra- para otras que la pueden acusar de “lenta”.

Cuenta la historia de Max (Clive Owen jovencísimo), judío gay, quien es enviado a un campo de concentración nazi. El motor de Max es el amor, me parece. Cae en el campo de concentración al postergar su escape de Berlín ya con boleto en mano mientras se permanece a lado de su pareja ideando la forma de salir juntos.

El tránsito hacia el campo de concentración se vuelve un viaje doloroso por muchas razones, entre ellas la negación de su homosexualidad ante los militares con la finalidad de evitar el Triángulo Rosa, considerado el estigma más degradante que pudiera marcar el régimen nazi.

Posteriormente conoce a Horst (Lothaire Bluteau), enfermero quien al contrario de Max, no solo no se avergüenza ni le atemoriza la persecusión sino que le enseñará, a mi parecer, hermosas lecciones: el amor hacia la propia persona, la dignidad ante la adversidad, el poder de las palabras y el erotismo más allá de los cuerpos.

No recuerdo otra película que aborde historias de vida, ficticias o reales, sobre el triángulo rosa en la Alemania Nazi.

http://beckgza.wordpress.com/2014/06/28/bent-el-amor-en-tiempos-de-guerra/