La máscara de la muerte roja

"La máscara de la muerte roja" es una gran película, entre otras cosas por el uso del color, una gama de colores tan fuertes y saturados que contribuyen a la abstracción, a la irrealidad, a una puesta en escena estilizada y onírica, llena de simbolismos (el negro como el color del Mal, el rojo como el color de la Muerte) y de referencias sexuales muy claras, por ejemplo en el sueño o alucinación del personaje de Hazel Court, en el que el dolor, el miedo y el placer que experimenta esta mujer, que ha vendido su alma al diablo, es una manera de comunicar la comunión con el diablo como una experiencia sexual y sensorial. En conjunto, este film es algo irregular, pero sus mejores momentos están a la altura de lo mejor del ciclo que Corman dedicó a Poe, durante la primera mitad de los años 60.

Carlos Aguilar escribe en su "Guía del cine" que en este film hay una reflexión sobre la belleza del Mal. Para mí es un film que presenta la amenaza general, que es la epidemia de la temida enfermedad conocida como "la muerte roja", como una venganza o una forma de justicia poética hacia unos poderosos tan crueles como depravados. El Mal está en la estructura social, en el aristocrático aislamiento de Próspero y sus amigos, y sólo la inocencia y la bondad (las del personaje de Jane Asher, por ejemplo) salvan de la muerte, una muerte personificada en una serie de mensajeros encapuchados (así, Vincent Price como la Muerte roja). Esta crítica social, así como el ambiente progresivamente hostil que rodea al grupo de personajes amorales y privilegiados, aparecerá luego en un film español tan interesante como "Último deseo" (1975), de León Klimovsky. Por lo demás, en algunas cuestiones, Roger Corman está aquí más cerca de Ingmar Bergman que de Edgar Allan Poe.

Historia que entremezcla satanismo, plagas y muerte. Seguimos la vida de un aristócrata y un puñado de seguidores que se refugian en un castillo, temen a la Muerte Roja que asola los campos circundantes. Este filme es una adaptación de un cuento de Edgard Allan Poe, y como tal hay elementos interesantes de fondo, no obstante Roger Corman a mi criterio no logra imprimirle la suficiencia necesaria para que la obra cautive e inquiete desde las circunstancias que describe. Hay que reconocer que la ambientación (con vestuario de actores incluido) de ese castillo donde muchos pecadores y seguidores de Satán se refugian es espléndida, al igual que la actuación de Vincent Price como el príncipe Próspero, un despiadado que no duda en asesinar y hacer reinar el odio por sus convicciones satánicas. Sin embargo, la película se pierde en una sucesión de situaciones donde el surrealismo se apodera y diluye la posibilidad de estremecer con situaciones concretas. Así, lamentablemente me quedé con la impresión de haber visionado un filme que no cumple como pieza de terror y tampoco conmueve desde la narración misma. Sin dudas que le faltó intensidad al esoterismo reinante, ya que había materia prima como para lograr al menos un filme más interesante que éste que nos ocupa.

En esta ocasión sí encuentro que Corman saca un gran partido de la historia, y a pesar que reinventa gran parte de ella, lo hace con gracia y estilo. El conjunto se dibuja homogeneo y no zurcido como en otras adaptaciones. La esencia del relato está ahí, y aunque determinados elementos se escapan un poco al pretexto de la historia y resultan redundantes, el resultado es más que aceptable; de gran atmósfera y sincera elocuencia.

La Mejor Película del mas creativo de todos los directores de "serie B" , en esta película demuestra que es uno de los Grandes en la creación de cine , con una puesta en escena muy buena , una fotografía espectacular y una pelicula que ha influenciado a más de una producción posterior , Vincent Price esta aqui ... SENSACIONAL.

Fallida adaptación cinematográfica del famoso relato de Poe. Corman hace una interpretación excesívamente libre de la historia, de la que sólo se salva la genial actuación de Vincent Price en el papel del Príncipe Próspero y la correcta ambientación. Y es que Poe contó muchas más cosas y mejor en 7 páginas que Corman en hora y media. En la película apenas se hace referencia a cómo eran las diferentes estancias del castillo, aspecto que sí se esmera en explicar con minuciosidad Poe. El reloj de péndulo que en el cuento de marras adquiría protagonismo tampoco parece relevante para el director norteamericano. El desenlace de la historia es también algo distinto. En su conjunto queda una cinta plana, aburrida, sin apenas acción, en la que esencia y el sabor que Alan Poe imprimía a sus relatos brilla por su ausencia.