La máscara de la muerte roja

No parece entusiasmar demasiado, pero vamos, yo la amo con locura.

Y un visionado en pantalla grande, por cortesía de la filmoteca, me ha reforzado mi devoción hacia ella.

Sigo pensando que es una de las mejores películas de Vincent Price, y de las enternecedoras adaptaciones de Poe por parte de Corman, sólo veo levemente superior a Premature Burial y a La Caída De La Casa Usher.

En fin, una joya, llena de tensión, de locura, de morbo, de lascivia y de crueldad.

Vincent, más maquiavélico que nunca, está especialmente inspirado, además.

Roger Corman no siempre supo adaptar bien a Poe. El ejemplo más claro lo tenemos con esta insuficiente “La máscara de la muerte roja” que dentro de ese tipo de películas fue de las de mayor presupuesto y sin embargo de las más flojas sin lugar a dudas.

La historia a priori interesante se va diluyendo por varios motivos.
Para empezar se nota que los guionistas no son los habituales de Corman. Se percibe un cierto cansancio en el propio Vicent Price a la hora de construir un personaje que no le termina de aportar muchas cosas nuevas a lo ya interpretado años atrás.

Y sobre todo que Corman no toma el protagonismo que debiera en la dirección a la hora de hilvanar la historia con un montaje coherente. Ya está empezando a producir para otros y en su cabeza ya está el abandonar este súbgenero de terror –lo dejaría un año después- para dedicarse a otras cosas más modernas.

De todas formas tampoco es uno de los mejores textos de Poe para adaptar, ya que el tema del satanismo es más sutil que las historias de miedo en las que Corman se mueve mejor. Además todo el aspecto circense de la historia tiene un aire más cercano a todo lo friki de los circos de principios de siglo que a una historia que transcurre en plena Edad Media.

Peor lo peor es que a pesar de su corta duración se puede hacer fácilmente aburrida (¿será por qué es británica?) y eso en una película de menos de hora y media es imperdonable.

Lo mejor son los aspectos técnicos, que por lo menos cunden bastante y se nota más pasta, sin embargo en este caso el dinero no le dio a Corman la felicidad.

Prescindible.

Nota: 4,5

Se trata de un excelente largometraje en el que mucha gente a base de mallas y atrezzo de época va de aquí para allá en un escenario fantástico, medievaloide, y, de entre todos, destaca, como un cóndor de la maldad mi actor fetiche del género (perdón C. Lee), Vincent Price, que, una vez más, no es que sea malo, o diabólico, sino que se lo pasa pipa y disfruta como nadie.

Ahora los derroteros del cine del cuervajo y la bruja, del vampiro y el zombi, van por otro lado, y a uno le asusta más lo puramente sensorial (los efectos especiales y de sonido), mientras que en aquel idílico cine de terror de los 60 y primeros 70 todo era más una experiencia intelectual, donde se sugería sin mostrar, donde un tío vestido de rojo simbolizaba esto o aquello, y el malo no clavaba delante de ti la daga en los intestinos de la virgen sino que el plano terminaba un segundo antes de dejar caer la cuchilla sobre aquella. Ahora, por contra, te muestran la hoja entrar, los intestinos salir y, si es posible, también meter a algún bicharraco con dientes de 20 centímetros para que, el que blande el cuchillo se lo piense dos veces la próxima vez.

En fin, como siempre, Corman no decepciona, adapta de forma magnífica una obra de Poe y nos acerca, una vez más, a la figura de Price, que es un príncipe del terror al que no deberíamos dar la espalda.

Por eso, y a riesgo de que mi mujer (que odia a Vincent Price) lea esto y me quede sin sexo durante dos semanas... le doy un 9 valioso y sacrificado.

Una cumbre en la obra de Corman en una estupenda adaptación del relato de Poe. El film contiene un prólogo bastante lento en el que se describen las fechorías de Price, dueño y señor de su propio mundo. Luego sigue la configuración ascendente de la tensión.

Nos situamos en plena Edad Media, en una pequeña población italiana ha estallado una epidemia de peste, mientras la plaga, conocida como la Muerte Roja, diezma la población, el sádico príncipe Próspero (Vincent Price) se encierra con sus amigos en su aislado castillo para evitar el contagio, pero la Muerte Roja terminará por hacerse omnipresente.

Gracias a su magistral estilo de narración, la intensa fotografía en color de Nicolás Roeg, el eficaz montaje, y la magnífica interpretación por parte de sus protagonistas (es de resaltar sobre todo la actuación de Vincent Price, lo retorcido, cruel e imprevisible de su personaje hace de él el centro absoluto de la película), este film se ha convertido con el paso del tiempo en una pequeña obra maestra de Corman.

El universo llamado cine dispone de un catálogo enorme en el que perderse y de vez en cuando, muchos como yo que buscamos cosas distintas más bien mirando atrás, encontramos rarezas difíciles de clasificar como viene a ser buena parte de la filmografía de Roger Corman. La historia del castillo medieval y el malo malísimo es bastante atractiva, hay que tener en cuenta que la pluma de Allan Poe anda detrás y eso es algo que se nota necesariamente. Sin embargo noto que podría haber sido mucho más y que se queda a medio camino de forma decepcionante. En mi opinión el terror que debería ofrecernos ni asoma la cabeza y parece poco, muy poco, lo que enseña Vincent Price. No es un descalabro total, hay ciertos momentos en los que la lascivia y el morbo recrean una atmósfera muy surrealista y totalmente rarificada. A mí eso me ha parecido una buena manera de hacer del director, pero también es cierto que hay bajones en la intensidad muy desconcertantes, y eso en una película de apenas 90 minutos ha de ser obligadamente un error.