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Atraco al furgón blindado

Cine negro Dave Purvis es un meticuloso y cauto atracador que prepara su próximo golpe: robar el dinero de un furgón blindado. Pero durante el atraco, algo falla y uno de sus compinches y un policía mueren, mientras el resto del grupo consigue huir. El teniente Cordell intentará encontrar a los forajidos vengar la muerte de su compañero asesinado. (FILMAFFINITY)
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Críticas 19
Críticas ordenadas por nota
12 de diciembre de 2009
10 de 11 usuarios han encontrado esta crítica útil
Richard Fleischer no rodó, a lo largo de su prolífica carrera, ninguna película que pueda considerarse una obra maestra incontestable (bueno, tal vez “Los vikingos” lo sea), pero sí que nos ha dejado un buen puñado de estupendas pelis de género, muchas de ellas de serie B, filmadas sobre todo en los 50 y los 60, que no sólo siguen siendo más que disfrutables sino que han influido no poco a muchos autores posteriores a él. Pienso, por ejemplo, en “Testigo accidental”, en “Sábado trágico”, en “Impulso criminal”, en “El estrangulador de Boston”. O en la peli que nos ocupa, “Atraco al furgón blindado”, que no sólo inspiró a Kubrick su muy superior “Atraco perfecto”, sino que, o mucho me equivoco, fue uno de los modelos de Michael Mann a la hora de rodar “Heat”: atraco a un furgón con muertos, disputas entre los ladrones, escurridizo y metódico líder de la banda, policia obsesionado con su captura, clímax final en el aeropuerto...

Rodada con un presupuesto que se intuye ínfimo y con un reparto de actores casi desconocidos, la peli narra, en poco más de una hora, la minuciosa preparación y la ejecución del atraco del título, así como la posterior persecución de los criminales, y es un buen ejemplo del cine fibroso y directo de Fleischer: un bien sostenido ritmo, sin remansos innecesarios y con varios y notables picos de tensión (el control policial, la trifulca entre los atracadores, la persecución nocturna en los muelles), concisión y sequedad tanto en la narración como en los diálogos y unos personajes sin excesivos flecos psicológicos, que responden más a arquetipos ya establecidos (el poli encallecido que quiere vengar la muerte de su compañero, la femme fatale rubia platino, los malos malísimos de una pieza) que a seres de carne y hueso. Lo que a Fleischer le interesa es contar una historia del modo más claro y sencillo posible, y le importan muy poco todos aquellos detalles en los que considera inútil perder el tiempo. Deprisa, deprisa, parece decir, no hay que dejar que esa gente se duerma en sus butacas. Vayamos al grano.

La peli supone, por otro lado, una nada oculta loa del trabajo policial, que es recreado con singular minuciosidad para la época, mostrando la importancia del papel que individualmente efectúan todos sus miembros en la resolución del caso, desde las telefonistas que reciben las llamadas de aviso a los técnicos de laboratorio que examinan las pruebas, pasando por los motoristas, los agentes del control de vehículos y, por supuesto, los detectives que arriesgan su vida para atrapar al frío y malvado Dave Purvis, el cerebro del atraco, excelentemente interpretado por un William Talman que, en todo caso, recibiría años más tarde el justo castigo a sus desmanes en esta peli, viéndose obligado a interpretar, durante años, a Hamilton Burger, el infeliz fiscal del distrito que perdía, uno tras otro, todos los casos que le enfrentaban al imbatible Perry Mason.
Normelvis Bates
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7 de diciembre de 2013
7 de 9 usuarios han encontrado esta crítica útil
Al leer el título de la película tenemos exactamente ante nuestras narices la sinopsis y la base del guión de la película. No hay más y sin embargo, hay tanto. Porque no es fácil meterse en la planificación y la ejecución de un robo de este tipo, de hecho, a parte del jefe de los ladrones, en tres años y hasta la fecha no se había logrado con éxito algo tan bestia como llevarse la pasta de un furgón. Richard Fleischer sabía que para que su película tuviera la aceptación adecuada los atracadores no podían ser unos santos y como en todo contenido de tipo de criminal, siempre está la sana policía detrás haciendo bien su trabajo.

Fleischer juega con unos elementos que son del manual del cine ortodoxo y hace que funcionen muy bien, porque hay quien con esos mismos elementos sólo consiguen aburrir al espectador. Yo confesaré que, bastante más de medio siglo después, lo he pasado genial. Será porque ese tipo de cosas de indiscutible cine clásico no fallan nunca y así se tiene la garantía que no importa que el tiempo pase. Hablo del poli que va detrás del malo, hablo de la mujer que se mete por en medio, del herido que ha de quedarse detrás, de los sombreros y las espaldas anchas, de las persecuciones y de los tiroteos, cosas de manual se mire por donde se mire. Aunque el furgón, los coches y la estética sea otra, si hoy alguien quisiera hacer una película sobre un atraco a un furgón blindado, podría ser igual que esta de Fleischer pero adaptada y el resultado sería igual de bueno.

Bueno, hay cosas que ya no se hacen nunca, estoy convencido que nadie se atrevería a presentar una película de 67 minutos con la misma intensidad y el mismo ritmo, estoy convencido que presentar un atraco similar hoy supondría una hora más. Antes no, si era breve pero suficiente no se alargaban las cosas injustificadamente, por eso prefiero mirar para atrás.
Luisito
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15 de abril de 2023
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Gran película. Todo un clásico del género. Hay que tener muy en cuenta a Fleischer, es un director magnífico, versátil y muy del gusto de la industria, casi seguro. De sus 46 películas registradas, tengo 15. Me faltas casi todas las últimas, dos o tres primeras y un período raro entre 1946 y 1954 que hizo siete u ocho. Alguna más suelta.
Me sorprende que no se encuentre en el Olimpo de los muy grandes. Porque está, a mi juicio, a la alguna de Wise, o Mann, cerca de Premiger en ese cine negro tan característico. Lo que ocurre es que las de Preminger están como mucho más desarrolladas, con más carga emocional, más guión, más potencia. Historias más cerradas. En las que digo de Fleischer se lo despacha todo en 70 minutos, como mucho. Y eso seguramente para que fuese considerada película y poder pasarse comercialmente como tal. Tiene toda la pinta de que la propia industria consideraba a este tipo de películas como de Serie B. Y mientras Fleischer las hacía aprendía un oficio destilaba (pequeñas y incomprendidas) obras de arte, que sólo años después han sido situadas en un escalón alto del género negro.
Luego llegarías sus películas más reconocidas, ya con metraje más largo, éxitos incontestables...
ÁAD
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21 de agosto de 2023
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Cuando el peligro parece que ha pasado los dos brindan orgullosos sus copas. La bestia dice "Por el dinero..." y la desnuda responde "...Y por el tiempo para gastarlo".
Uno sabe de antemano que estos dos desgraciados ni van a tener el dinero ni tiempo ni nada, porque el peligro, lejos de pasar, está hirviendo y planeando sobre sus cabezas...

La desnuda es Adele Jurgens, la Miss World's Fairest de 1.939, una furcia rubia que sólo piensa en el lujo, y la bestia es William Talman, el más tarde fiscal de "Perry Mason" pero que se ganó sus galones de villano tiempo antes. Una pareja hecha a la mala suerte en el género negro que se está tratando, y en el cual Richard Fleischer se perfeccionaría desde las mazmorras de esa RKO comprada por Howard Hughes antes de dedicarse a producciones de más alto presupuesto; "Atraco al Furgón Blindado" (después de "Testigo Accidental") es de sus títulos esenciales de aquella temprana etapa.
Inspirada en hechos reales, la historia es vendida a la productora y arreglada por Gerald Adams y el hábil Earl Felton, amigo y colaborador del cineasta durante muchos años, quien extiende el asunto del atraco, que será la pieza central de la trama, a un enfrentamiento entre el lado criminal y el policial. De escaso metraje, esta es una pieza tan concisa que ya el título nos introduce sin subterfugios en su historia, empezando por una observación interna pero distante del estómago de las oficinas de las fuerzas del orden. Desde las afueras de un estadio espera un tipejo, Purvis; Talman es perfecto para este género con su rostro de músculos contraídos y ojos grandes que todo lo observan.

Una de las cosas que agregaron Felton y el director fue la planificación del atraco y detonante de los fatales hechos, algo un tanto innovador (y no poco arriesgado) para un "noir" de serie "B" de 1.950. Pero antes de producirse este último hace un estudio, no muy profundo pero sí bastante sombrío, de los elementos criminales que se implicarán y el entorno en el cual se mueven, usando un estilo áspero y casi documental, reforzado por las localizaciones reales de Los Angeles donde se desarrollan algunas escenas clave; tipos de palabras secas y desconfiados, y muchachas rubias exuberantes, codiciosas y apetitosas, todo en su sitio.
El robo al furgón, pese al bajo presupuesto, no resulta menos impactante en pantalla que el perpetrado por Siodmak en "El Abrazo de la Muerte". Fleischer dispara tensión y violencia, su ritmo es veloz y destaca una persecución a tiros visceral por las calles angelinas; ahora es el juego del ratón y el gato, la película se acerca a la parte policial donde la presencia del gigante Charles McGraw, que tantas veces hizo de tipo malo, inquieta en su rol de teniente amargo tras perder a su compañero en el asalto y tiroteo. El tono se vuelve incluso más oscuro, y las sombras, pues la acción se desarrolla de la mañana a la noche, van a rodear aún más a los protagonistas.

Guy Roe refuerza estos trazos expresionistas al convertirse Purvis de un maestro de ceremonias en algo así como un emisario de la muerte (porque hombre al que apunta, hombre que ya no respira), sensación que gira a su alrededor de manera constante, además del cinismo y la traición. Y Fleischer, que es un fanático de Orson Welles, se apoya en esos claroscuros con técnicas muy interesantes (sitúa al fondo de una escena a un personaje cuya presencia crece por su poder ejercido sobre otros; en ese instante en que avanza la cámara también se desplaza hasta quedar en un ángulo bajo, sintiendo incluso el espectador la fuerza aplastante de dicho personaje).
La amenaza cercana en lugares cerrados es un recurrente en la película, ya sea dentro de un coche, en los estrechos callejones del puerto, en un bar, o incluso en una cabina telefónica, una atmósfera de agobio casi perpetua y viscosa. La contraparte que protagonizan McGraw y Don McGuire como los agentes Cordell y Ryan, al expresarse mejor los sentimientos humanos, se inclina más hacia el drama, pues no existen tales sentimientos en las secuencias dominadas por Talman, salvo la rabia, la violencia o el miedo. Pero la situación invierte la sensación de los personajes con respecto al espacio que ocupan, y ese es otro de los grandes pequeños logros del inteligente Fleischer.

Y es que, en una escena de intriga perfectamente orquestada, el héroe policía va al encuentro del villano criminal en su apartamento; en el encuadre compartido, Cordell, quien se ve a sí mismo contra las cuerdas por la habilidad de Purvis de zafarse siempre, se sitúa de pie a la izquierda en una calle abierta, llena de luz blanca, y Purvis, que confía demasiado en su libertad y su fuerza, permanece agachado y temeroso, escondido tras un vehículo. Sin saberlo él, los escenarios por los que pasa verán reducido su espacio, ya sea físico y metafórico.
Y esta frenética cacería llena de vueltas de tuerca (el protagonismo obtenido por el secundario McGuire en el rol contrario al suyo es brillante) y diálogos afilados, llegará a un clímax de pura tensión en un aeropuerto que presagia en seis años, y con mayor énfasis en la fatalidad, el final del "Atraco Perfecto" de Kubrick (cuyas similitudes con la presente no son pocas). Puede que Fleischer no posea las virtudes tras la cámara y los alardes estéticos del más joven nativo del Bronx, pero sí tenía una eficacia y sutil estilo para la impronta visual que desarrollaba de buena manera en estos títulos y que los elevaba por encima de la media de lo que ofrecía el género en su vertiente "B" en la época.

Incluso si las exigencias de Hughes en las producciones de RKO eran excesivas.
Es todo un relato de Burnett o Thompson, sombrío, poderoso y visceral, y el equilibrio entre el lado de la ley y el crimen permite a los representantes de ambos (Cordell y Purvis) un correcto desarrollo sin solaparse la importancia de uno y otro.
SPOILER: El resto de la crítica puede desvelar partes de la trama. Ver todo
Chris Jiménez
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26 de septiembre de 2009
5 de 8 usuarios han encontrado esta crítica útil
Interesante película negroide, con buen ritmo y un encantador aroma artesanal, digna, no muy destacable, pero digna.

No es una proeza del género, ni mucho menos, y quizá el escaso magnetismo del reparto no ayude demasiado, pero desde luego es una clara inspiración para la monumental Atraco Perfecto, que unos años después Kubrick se sacaría de la barba para deleite de todos, especialmente Tarantino, esa ex metralleta filmadora, ese reloj en el culo.
Barfly
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