Noche en el museo

No piensen en el guión, no piensen en las actuaciones, no piensen en nada más que ver una comedia con algunos (tal vez menos de los esperados) momentos logrados. La historia es un rompecabezas que no tiene pies ni cabeza, pero Ben Stiller, Robin Williams y Owen Wilson alcanzan para que el barco no se hunda del todo. Lo dicho: pasen el rato, y la olvidan a los cinco minutos.

Si los guionistas de esta película son de los que están de huelga actualmente, deseo de todo corazón que continúen así para siempre y que tengan que ganarse la vida con cualquier cosa que no tenga que ver con el cine. El argumento de esta película lo podría haber escrito el perrito de Iker Jiménez una noche de insomnio tras zamparse un libro de egiptología con wiskas (o como se llamen las pelotillas que comen los perros). Se trata de una comedia sin gracia, desarrollada de la forma más ramplona posible: lo que les interesa a los guionistas no es divertir o asombrar, sino impartir su consabida moralina –tan norteamericana– sobre las relaciones paternofiliales y el éxito. Repugnante.

A ver si la huelga en EEUU se alarga, se hunde toda su industria del cine y empiezan de nuevo, porque están tocando fondo.

No entiendo porque tanta gente tiene prejuicios tan injustos con esta película, conozco a muchísima gente que dice que es malísima sin haberla visto.

Yo la vi en el cine en enero de 2007, cuando tenía 13 años recién cumplidos. Salí muy contento del cine, me encantó.
Me dio lo que me esperaba, buenas actuaciones, aventura, efectos especiales, lecciones de historia y sobre todo mucha comedia. La he vuelto a ver varias veces con mi familia y me encanta, es una de mis comedias favoritas. La idea de dar vida a todo lo que hay en un museo es maravillosa y fascinante, seamos sinceros, ¿A quién no le gustaría eso?

Tampoco me he parado a revisar si todos y cada uno de los personajes históricos han aparecido bien representados, pero al menos los que yo conozco sí lo están.

La historia es sencilla; Larry Daley es un tipo que ha fracasado en muchos aspectos de su vida, está divorciado, no encuentra una situación estable, pasa poco tiempo con su hijo...
Pero todo cambia cuando empieza a trabajar de guarda nocturno en el Museo de Historia Natural de Nueva York, un museo en el que la historia está muy viva, literalmente muy viva.

Si quereis ver más detalles, continúa en el spoiler, por mi parte, "Noche en el Museo" se gana una nota de 9 sobre 10 (Si le he puesto un 10 de nota es para subir un poco la media, ya que me parece que no se merece para nada ese 5,2 que tiene a día de hoy).

Más de lo mismo. La decadencia de Hollywood es ya un realidad. De acuerdo que la película no es lo peor que se haya visto, pero en el fondo no hay por donde cogerla. Puede que los productores de films como este crean que la gente es idiota y que poniendo un poco de efectos visuales medianamente pasables, un poco de moralina de mercadillo en las relaciones paterno-filiales, rescatar viejas glorias como Mickey Rooney y poner un par de graciosillos como Ben Stiller y Owen Wilson ya conseguirán un producto de éxito. Y la verdad es que puede que hasta tengan razón, sólo hay que ver lo bién que está funcionando en taquilla.

Entonces, que es lo que pretende Hollywood? Hacer buenas pelis o simplemente productos de usar y tirar. Por desgracia parece que esto último, y lo peor es que están consiguiendo sus objetivos.

En definitva una película olvidable, sin gracia ni originalidad que, si pueden, no vean. Se ahorrarán tiempo y dinero.

"Recién casados", "Doce en casa", "La pantera rosa" (la nueva con Steve Martin)... Son algunos de los títulos dirigidos por el realizador que nos ocupa, Shawn Levy. "Noche en el museo" también lleva su firma, y lo mejor que se puede decir de ella es que es divertida, no aburre demasiado y retoma el espíritu fantástico de las comedias de antaño, donde todo lo inimaginable podía suceder.

Una sociedad en que el chiste fácil da paso al socarrón y al de mal gusto, tiene su reflejo en cines en comedias faltas de toda gracia e incluso insultantes a la inteligencia del espectador. Lo bueno que tiene "Noche en el museo" es que derrocha simpatía por los cuatro costados y los actores, encabezados por Ben Stiller y Robin Williams, otro de los grandes de la comedia, se toman sus papeles lo suficientemente en serio como para ofrecernos puro y llano entretenimiento durante algo más de hora y media.

Una sencilla trama, evitando los rocambolescos argumentos que parecen ahora acompañar a algunas comedias, hace que las galerías de un museo cobren vida durante la noche (entran aquí los efectos especiales, esta vez al servicio de la historia, no como en la absurda "Sigo Como Dios"). Cuando Ben Stiller es contratado como vigilante de seguridad nocturno, tendrá que lidiar con cavernícolas, vaqueros y romanos en miniatura (Owen Wilson a la cabeza) e incluso un Tiranosaurio Rex. Sobran moralinas y dramas familiares innecesarios en una producción de estas características, y quizás algunas partes del metraje se hacen largas y demasiado infantiles, pero no hay que olvidar que es una cinta dirigida a todos los públicos.

El conjunto es aceptable, pero la inminente secuela emplazada en el aún mayor museo Smithsonian da que pensar de las verdaderas intenciones de los autores, conocedores de que la comedia gusta y de que el dinero, aún más. Para ver una tarde aburrida.