The Fighter

Aprovechando la historia de dos hermanos boxeadores de carácter opuesto pero mismo corazón, David Russell luce sus habilidades y plasma el espíritu yonqui ochentero en una cinta que narra las vicisitudes de una familia caótica a ritmo de falso documental, a ratos,de tono casposo y cutre, pretendido y acertadísimo.

Pero lo de menos es la acción, la puramente pugilística y la de acontecimientos varios. La historia se deja ver cómodamente desde el comienzo, donde el director ya hace ademanes de buenas maneras. A sus personajes no les falta gancho (figurado o deportivo), menos si conocemos que no es del todo ficción lo que vemos. No me interesa hablar mucho más de la película, véanla porque merece la pena.

Lo que siento necesario destacar, como ya he hecho en alguna otra crítica, es el trabajo, una vez más inconmensurable de Christian Bale, un tipo que incomprensiblemente no cuenta con ninguna estatuilla dorada. Me parece un actor como la copa de un pino. Desde American Psycho particularmente. Sigo todas sus acuaciones y cada una me sorprende más. Tiene una capacidad asombrosa para transformar la ficción en verdadero drama (amén de que tal vez sus papeles vengan cortados por el mismo patrón hasta el momento). Un actor heredero del poder RobertDeNiriano, que resulta lo más grande que te puedes encontrar en la cartelera con permiso de Daniel Day Lewis. Hay algún otro destello, pero la capacidad de éstos para bordar sus interpretaciones, una tras otra, es de alabar. Asombroso una vez más. Aunque la historia no tuviera ningún interés, o el director se hubiera empeñado en estropearla, ver a este tipo merece la pena por encima de todo. Lógicamente se come al resto, y no están nada mal. Tal vez flojea Mark, en una interpretación contenida que se me antoja vaga.

Los puñetazos y ese olorcillo retro de Potro de Vallecas por todas partes, toman forma a través del personaje de Bale, que copa la película absolutamente en el papel de ex-boxeador adicto al crack.

Tiene un último plano estupendo que subraya (iba a decir cáncer, pero parece que quieren prohibir la expresión) la lacra que supone la drogadicción.

Su potencial emotivo es innegable, por supuesto, pero no creo —sinceramente— que “The fighter” consiga hacerse un hueco relevante en la historia de todas esas pelis cuyo topic esencial es el boxeo. Y no lo creo —con franqueza— porque, cuando de ésas ya has visto unas cuantas, detectar tan elevado índice de situaciones y lugares comunes en una misma peli no constituye, por decirlo de alguna manera, un ejercicio demasiado gratificante. Sobre todo si mientras los vas detectando te van pasando por la mente, una a una, un buen puñado de pelis (“Toro salvaje”, “Marcado por el odio”, “Nadie puede vencerme”, “Million Dollar Baby”, “When we were kings”, “Rocky” …) considerablemente superiores —unas más, otras menos— a la de Russell.

Aún así, procedo a sobrevalorarla con alevosía y premeditación porque Bale está soberbio, porque su contingente dramático —aunque manido— me toca la fibra de refilón y porque, a pesar de que las secuencias de boxeo puro y duro no son precisamente la repera, “The fighter” constituye —por lo menos— un trabajo verosímil, efectivo, correcto y ameno.

La sombra de The Wrestler, de Aronofsky, pulula desde antes de ver la peli en cuestión.
Para empezar, el título en castellano de aquella ha obligado a dejar el de ésta en inglés. La imaginación de los tituladores es infinita y bien podrían haberla llamado “La irlandesa peleona” o “Este tío es un Crack”, en un alarde de inventiva y manejo de los doble sentidos. Así que nos podemos dar con un canto en los dientes.

También el heavy de décadas pasadas mete adrenalina a la acción: Whitesnake, Led Zeppelin… quedó bien la combinación en la otra, y queda bien en ésta.

Los suburbios de fondo, aunque siempre acompañaron a las películas de boxeo, son tratados de manera similar en ambas.

Y por supuesto, 2 actuaciones soberbias, bien distintas, una solemne por parte de Rourke y otra espídica en Bale, forman el trazo grueso de la historia.

Y aunque en mi opinión The Wrestler llega un poco más lejos, tampoco es cierto que no haya nada en ésta que no tuviera aquella: los movimientos de cámara son más formales, la fotografía algo más frondosa y el conjunto de personajes secundarios, más variado. No está Marisa, pero están las dos mil hermanas irlandesas del cerdito y el camaleón, que tienen cara de irlandesas, modales de irlandesas y pintas de irlandesas. Es decir: pelos ochenteros, grasa blanca, ropas de mercadillo, blasfemias a cascoporro y caras asimétricas. Lo más logrado de la peli.

Sólo 2 errores gruesos:
Belle Epoque, aunque sea realmente el puntazo en la peli, es acusada de gafapastismo. No es el error de la película en sí, sino de los americanos, que están tan blockbusterizados que a cualquier cosa con subtítulos le tildan de intelectual.

Entre irlandeses nadie se llama por el nombre o por el apellido, se llaman SIEMPRE por nombre y apellido. Esto es así, y choca cuando no sucede.

Esta es una peli de hierro, que ni Mark Wahlberg, con sus voluptuosos deltoides, consigue destrozar. Sin duda, ayuda la, tal vez injusta y prejuiciosa, fama de taraos sin cerebro que tienen los boxeadores. El caso es que la jeta de tonto de baba y la inexpresiva mirada del señor Wahlberg aquí quedan hasta bien. Siempre tiene la misma cara, lo mismo le estén dando una paliza, mire amorosamente a su chica o le pegue al punching ball.
Contrastando, tenemos a Christian Bale, todo un despliegue de aparatosa expresividad, tan exagerada como efectiva.

Los dos hermanos boxeadores pertenecen a una familia que sólo se podrá considerar normal si se la compara con Los Monster. Dan miedo, caray. Entre lo raros y lo feos, lo chabacanos y las oscuras intenciones que parecen albergar, te pasas la peli odiando a todo el mundo.

Pero, pese a todo, la armonía termina encontrando su sitio en esta historia. A mí el boxeo no me atrae, pero no sé qué tiene el cine pugilístico, que siempre lo encuentro atractivo.

Leo con estupor que esta película atesora un número terrorífico de nominaciones, lo cual confirma mis sospechas: actualmente los grandes premios solo van a por las interpretaciones fuera de lo común (en ambos sentidos), los panfletillos ideológicos o las historias "bonitas" de superación personal y buen-rollismo. Porque no deben esperar grandes cosas de esta película entretenida pero de guión ramplón, dirección contenida pero pedestre y reparto de secundarios eficaz pero desaprovechado. El 95% de los espectadores pensarán que van a ver algo intenso, dramático, en la línea de las recientes aportaciones de Arofnosky o Eastwood al género de luchadores, pero no, la cosa no va por ahí. La cosa va de que Bale, cada vez más en la estela de De Niro o de Day Lewis se merienda todo lo que osa compartir plano con él, y como comprenderán el bueno de Walhberg (qué malo y qué afortunado eres) solo puede poner músculos y sudor. El argumento se centra en dos frentes, las relaciones afectivas de una familia disfuncional de "white trash" y el sórdido (por mucho que se empeñen en lo contrario) mundo del boxeo, pero no resuelve bien ninguna de ellas, pues todo resulta un poco inconexo, increíble como solo la realidad puede serlo y en ocasiones esperpéntico. El error fatal del planteamiento es que no hay un personaje capaz de crear una mínima empatía para anclarnos a la trama, como la Maggie Fitzgerald o el Randy "the ram" antes nombrados: Bale es un fumador de crack, Wahlberg un pazguato (oh sorpresa), la madre de ambos una gran pécora, etc. Por tanto, vemos sucederse la escenas de boxeo (muy realistas, casi una retransmisión), los encontronazos familiares y otras peripecias, pero a la postre no nos interesa mucho lo que les ocurre, a excepción de las escenas de Bale. En definitiva, pastiche de película de boxeadores, drama-soft y comedia costumbrista (como lo oyen).