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Caballero sin espada

Drama Jefferson Smith (James Stewart), un joven ingenuo e idealista, que parece fácilmente manipulable, es nombrado senador. Ignora que en Washington tendrá que vérselas con políticos y empresarios sin escrúpulos que le harán perder la fe. Sin embargo, gracias a su secretaria, una joven que conoce muy bien los entresijos de la política, protagoniza en el Senado una espectacular y maratoniana intervención en la que, además de defender ... [+]
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Críticas 91
Críticas ordenadas por utilidad
5 de junio de 2011
16 de 19 usuarios han encontrado esta crítica útil
James Stewart interpreta a Jefferson Smith un chico bastante ingenuo e ignorante que es enviado a Washington para ocupar un escaño de senador como hombre de paja o títere de aquellos que lo colocan en el senado, cuyos fines nada sabe el pobre protagonista sin saber que éste, bajo su fachada de chico ingenuo y cándido hay un hombre de honestidad inquebrantable.
Frank Capra, director aclamado por su gran obra Qué bello es vivir, tambíen nos habla también en Caballero sin espada, de un hombre bueno y honesto ante un mundo cruel, egoista y despiadado.

Caballero sin espada habla de que nunca hay que perder la esperanza por todo aquello que es noble, bueno y que vale la pena luchar hasta el final, aunque el enemigo sea fuerte y poderoso.

Nos explica bastante bien los entresijos y funcionamiento de la política en Washington, en el Senado y nos relata como hace al principio cuando Jefferson Smith llega a la capital un breve resumen de los lugares y monumentos más importantes, cómo el monumento a Lincoln.

La historia que nos cuenta Caballero sin espada es consistente y sólida, pero falla en su personaje principal, quizás más tonto que idealista, sólo es un pobre individuo carente de inteligencia que sábe mucho de historia americana y que se cree que vive en el mundo de yupi que necesita un campamento para niños necesitados. Un verdadero idealista es aquel que sabiendo que se enfrenta a un mundo egoista y cruel, lucha por unos ideales nobles y honestos y el personaje no es así. James Stewart hace un buen trabajo, pero quizás si a su personaje se le hubiera dotado de algo más de madurez y ambición, la historia hubiera sido bien distinta y mejor.
Del resto de personajes, muy correctos e incluso mejores que el principal, son más acordes con la realidad y llegas a creértelos, como el senador Joseph Payne o el magnate Jim Taylor, que incluso me agradaron más que el principal, aunque interpreten a unos seres hipócritas y falsos.
Además de dar un punto negativo al personaje principal, doy un negativo a un final resuelto de modo un tanto precipitado y estrepitoso, cómo si el director no hubiera sabido cómo cerrar una historia que se presentaba bien y que tendría que haber cerrado con alguna especie de asombrosa interpretación de Jefferson Smith derrotando a sus enemigo pero concluye con un suceso un tanto salido de rosca, muy poco creíble y sin razón aparente.
Ulyses
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18 de febrero de 2007
15 de 17 usuarios han encontrado esta crítica útil
En unos días en los que todo lo que suena a estadounidense es asociado a imperialismo, mezquindad y capitalismo salvaje, tenemos en esta gran película un ejemplo de lo que el cine norteamericano y sus mensajes pueden llegar a conmovernos. Todo ello en base a la primera constitución democrática y que reconoce las libertades fundamentales de todo el planeta, la de EE.UU. de 1787.
Por lo demás, el ritmo de la película es primoroso, y James Stewart se sale en el papel, que le viene como anillo al dedo (al igual que en "Historias de Filadelfia") para mostrar la ingeniudad, inocencia, pero buena fe de tantos americanos humildes.
En fin, un primoroso film con una moraleja intachable y muy recomendable en nuestros días. Los actores están muy bien caracterizados y los iconos del monumento a lincoln asi como otros sitos en el mall de Washington nos recuerdan lo importante de la historia y de tener en cuenta lo que representa vivir en una democracia.
Sin duda, una película intemporal que posee metáforas increíbles como la capacidad de los niños y su movilización por la causa del senador de construir un campamento nacional de niños. Imprescindible y necesaria para entretener a la vez que nos preguntamos cosas que normalmente nuestros políticos nos intentan esconder o acallar con sus retóricas.
José María (celtista)
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15 de agosto de 2007
13 de 14 usuarios han encontrado esta crítica útil
Es una gran película que invita a soñar con una clase política digna del alto servicio que están llamados a prestar a la sociedad. Obligaría a visionarla a todos los políticos que salieran elegidos antes de tomar posesión de sus cargos. La ví cuando tenía 14 años y todavía recuerdo la viva impresión que me causó.
eliano
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4 de septiembre de 2005
13 de 15 usuarios han encontrado esta crítica útil
Una película realmente fantástica acerca del valor de la honestidad. Es realmente una película atemporal; los valores que infunde esta película podrían servir para hoy en día. Muestra el cinismo de un grupo de políticos sin escrúpulos, que proclaman los ideales norteamericanos como base de su política cuando sus intenciones, encubiertas, son realmente otras.
El uso, por parte de los políticos, de los medios de comunicación también se refleja en esta cinta. Este "partidismo" podría trasladarse al momento actual.
James Stewart se "sale " en esta película, su papel de ingenuo e inocentón lo hace a la perfección asi como Jean Arthur que está realmente asombrosa.
Quizás, el único defecto es el excesivo patriotismo de esta película cuando, desde mi punto de vista, la temática política de esta película podría valer para cualquier país. Franz Capra, Genial.
Esta película reune dosis de comedia,drama y un poco de suspense.

En Definitiva estamos ante un clásico del cine Americano.
agrudur
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2 de enero de 2014
9 de 9 usuarios han encontrado esta crítica útil
La carrera cinematográfica de Frank Capra es la crónica de un ocultamiento: el del cineasta personal al que los críticos e historiadores han reducido, sin estrujar demasiado su cerebro, a la condición de testaferro fílmico de la política de Roosevelt. Pocos directores hay tan famosos que, al mismo tiempo sean tan desconocidos como Capra: se ha divulgado tanto el estereotipo de la “abuelita bonachona” tristemente conocido, que pocos son capaces ya de ver, entre planos, el brillo afilado de sus garras detrás de sus parábolas humanistas; se ha dicho tanto de él, que es un trovador de los buenos sentimientos, del ternurismo y del sentimentalismo, que todo lo que no sea encuadrable dentro de este esquema es considerado una traición a su ideario.

“Caballero sin espada” es un buen ejemplo de esta incomprensión: son nada menos que las instituciones parlamentarias las que son puestas en entredicho por un Juan Nadie – o por un tal Mr. Smith -, como si se tratara, en abstracto, de una digresión de café sobre los nocivos efectos de la política y los políticos sobre la vida del resto de los mortales. Nada más lejos de la realidad. “Caballero sin espada” es una gran película, su temática sigue siendo actual tras 75 años, sólo hay que echar un vistazo al panorama político actual español, la desafección del ciudadano por las instituciones. Capra es un humanista que conoce la tipología del ser humano, con sus virtudes y miserias. Jefferson Smith es un joven, algo torpe y tímido con las mujeres que es elegido senador por sus dotes populistas. Ha llegado al Senado junto al veterano senador Joseph Paine (Claude Rains), hombre idolatrado por Smith, amigo íntimo de su padre, con una “mochila” cargada de ilusiones y proyectos para mejorar la vida de sus conciudadanos. Por eso vemos a Smith recorriendo los mausoleos de Washington, el monumento a Lincoln y el Capitolio, símbolos paradigmáticos de los padres de la patria que Smith idolatra.

Jefferson Smith (James Stewart) es un ingenuo e idealista soñador, hijo de soñadores que le transmitieron el respeto por las instituciones y las libertades que emanan del pueblo y para el pueblo, ha sido propuesto y elegido como hombre de paja por un grupo de poder para servirse de su buena fe, socavando la democracia, con la intención de llevar a buen término la aprobación en el senado de los Estados Unidos de una ley que decreta la construcción de una presa que beneficia antes los intereses privados que los públicos. Una vez elegido senador, Smith descubre que ha sido engañado e intentará resarcirse luchando contra el poder fáctico y económico con su única arma: la honestidad mediante la palabra.

En mi opinión, Capra pretende demostrar que el sistema democrático representativo no es malo en sí, son las personas corruptas las que lo ensucian y denigran, seducidos por la ambición, el poder corrompe y compra voluntades y conciencias, el enriquecimiento ilícito alimenta la codicia. Capra narra con convicción, glosando en Smith, al hombre noble y sencillo que cree en la democracia y en la libertad, en la justicia y en la solidaridad. Defendiendo y recordándole a la casta política adocenada, sumisa y corrupta, uno por uno todos los artículos de la Constitución americana que todos ellos juraron defender, y que los políticos están al servicio del pueblo y no el pueblo al servicio de los políticos u otros intereses espurios.
Antonio Morales
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