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Voto de Antonio Morales:
9
Drama Jefferson Smith (James Stewart), un joven ingenuo e idealista, que parece fácilmente manipulable, es nombrado senador. Ignora que en Washington tendrá que vérselas con políticos y empresarios sin escrúpulos que le harán perder la fe. Sin embargo, gracias a su secretaria, una joven que conoce muy bien los entresijos de la política, protagoniza en el Senado una espectacular y maratoniana intervención en la que, además de defender ... [+]
2 de enero de 2014
9 de 9 usuarios han encontrado esta crítica útil
La carrera cinematográfica de Frank Capra es la crónica de un ocultamiento: el del cineasta personal al que los críticos e historiadores han reducido, sin estrujar demasiado su cerebro, a la condición de testaferro fílmico de la política de Roosevelt. Pocos directores hay tan famosos que, al mismo tiempo sean tan desconocidos como Capra: se ha divulgado tanto el estereotipo de la “abuelita bonachona” tristemente conocido, que pocos son capaces ya de ver, entre planos, el brillo afilado de sus garras detrás de sus parábolas humanistas; se ha dicho tanto de él, que es un trovador de los buenos sentimientos, del ternurismo y del sentimentalismo, que todo lo que no sea encuadrable dentro de este esquema es considerado una traición a su ideario.

“Caballero sin espada” es un buen ejemplo de esta incomprensión: son nada menos que las instituciones parlamentarias las que son puestas en entredicho por un Juan Nadie – o por un tal Mr. Smith -, como si se tratara, en abstracto, de una digresión de café sobre los nocivos efectos de la política y los políticos sobre la vida del resto de los mortales. Nada más lejos de la realidad. “Caballero sin espada” es una gran película, su temática sigue siendo actual tras 75 años, sólo hay que echar un vistazo al panorama político actual español, la desafección del ciudadano por las instituciones. Capra es un humanista que conoce la tipología del ser humano, con sus virtudes y miserias. Jefferson Smith es un joven, algo torpe y tímido con las mujeres que es elegido senador por sus dotes populistas. Ha llegado al Senado junto al veterano senador Joseph Paine (Claude Rains), hombre idolatrado por Smith, amigo íntimo de su padre, con una “mochila” cargada de ilusiones y proyectos para mejorar la vida de sus conciudadanos. Por eso vemos a Smith recorriendo los mausoleos de Washington, el monumento a Lincoln y el Capitolio, símbolos paradigmáticos de los padres de la patria que Smith idolatra.

Jefferson Smith (James Stewart) es un ingenuo e idealista soñador, hijo de soñadores que le transmitieron el respeto por las instituciones y las libertades que emanan del pueblo y para el pueblo, ha sido propuesto y elegido como hombre de paja por un grupo de poder para servirse de su buena fe, socavando la democracia, con la intención de llevar a buen término la aprobación en el senado de los Estados Unidos de una ley que decreta la construcción de una presa que beneficia antes los intereses privados que los públicos. Una vez elegido senador, Smith descubre que ha sido engañado e intentará resarcirse luchando contra el poder fáctico y económico con su única arma: la honestidad mediante la palabra.

En mi opinión, Capra pretende demostrar que el sistema democrático representativo no es malo en sí, son las personas corruptas las que lo ensucian y denigran, seducidos por la ambición, el poder corrompe y compra voluntades y conciencias, el enriquecimiento ilícito alimenta la codicia. Capra narra con convicción, glosando en Smith, al hombre noble y sencillo que cree en la democracia y en la libertad, en la justicia y en la solidaridad. Defendiendo y recordándole a la casta política adocenada, sumisa y corrupta, uno por uno todos los artículos de la Constitución americana que todos ellos juraron defender, y que los políticos están al servicio del pueblo y no el pueblo al servicio de los políticos u otros intereses espurios.
Antonio Morales
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