Solo un beso

Partiendo de una lectura más que verosímil de la realidad circundante, como suele, Ken Loach vuelve a dar una lección magistral de cine y a dejarnos el testimonio genial de la sociedad de su tiempo, que es el nuestro, también.
Los actores, particularmente la protagonista femenina, pero todos en general, como también suele ser en todas los films de Ken Loach, al menos en los que yo he visto, están a la altura: geniales.
Por si fuera poco, el argumento es hermoso, agridulce, en cierto modo shakesperiano Romeo y Julieta pero con tragedia más sutil...

Loach sigue con su particular cruzada por reflexionar sobre los males de la sociedad actual. En este caso diferencias ideológicas que fueron y son el caldo de cultivo de los odios y enfrentamientos, incluso guerras, a nivel mundial y que una joven pareja decide dejar a un lado para iniciar una vida conjunta. Todo ello nos hace plantearnos una pregunta ¿Son la religiones tan irreconciliables?, el film parece abordar una repuesta rápida, y es que en un mundo cada vez más globalizado coexisten en espacios más reducidos religiones ancladas en preceptos con siglos de antiguedad y cuya rigidez normativa muchas veces se convierte incluso en alarmente.

Una película muy interesante para reflexionar sobre una realidad de nuestro mundo. Vemos choques de culturas, personas que no pueden cumplir sus sueños por la imposición de su cultura, casos de racismos llevados por la diferencia entre estas culturas ( somos más semejantes que diferentes, pero les cuesta verlo ), aculturación, etc. Por el título parece la típica comedia romántica para tontos, pero si uno profundiza, la película encierra muchos mensajes a reflexionar. Me han gustado las actuaciones, el desarrollo de la historia, el principio de la película con ese discurso, las discrepancias, ...Además, se aprenden algunos rasgos psicológicos de la cultura pakistaní, incluyendo su escala de valores ( se va viendo a medida que se desarrolla la película ).

Recomendada para educación, ya que hay muchas escenas que pueden usarse para reflexionar y aprender conceptos como identidad cultural, estereotipos ( se ven demasiados en esta película ), tipos de ciudadanía, etc. Tal vez las escenas de sexo sobran un poco. Hay gente que dicen que es lo mejor, lo que más llegó al público, pero a mí no me aportaron nada. En fin, en total, con todo, le pongo un 8.

Solo un beso, dirigida por Ken Loach aborda una historia de amor imposible entre una chica católica y un joven musulmán. La historia relata como surge el amor a pesar de las imposiciones familiares y sociales contra las que ambos tendrán que luchar…
La película aborda con gran cautela y responsabilidad los problemas tanto de un bando (el catolicismo) como de otro (la religión musulmana). La intolerancia y el nacimiento de dicha intolerancia están más que bien reflejados en este film.
La historia de amor entre los protagonistas, funciona y lo hace porque entre ambos se establece una química especial, una química que nace por las fabulosas interpretaciones de los protagonistas (especialmente ella) y por el cuidado puesto por Loach para que todo fragüe poco a poco sin saturar al espectador. Entre las interpretaciones destaco también la de la hermana del protagonista que da a su personaje toda la rebeldía y la intensidad necesarias. El resto de los actores con modificaciones en el guión hubiesen estado mejor.
No obstante esta película tiene varios inconvenientes: el principal es la falta de originalidad de la propuesta, este film no se sale mucho de la típica historia de amor imposible que tantas veces hemos visto ya (demasiadas vueltas de tuerca, demasiados enfados y reconciliaciones). Se trata tanto la religión católica como la musulmana abordando más bien lo negativo, sin sacar nada positivo de ambas. Tanto la posición del cura como la de la familia de él, no se salen de los clichés habituales de este tipo de cine. Resulta muy difícil entender ambas posiciones llevadas tan al extremo.
La película concluyendo, es correcta y aunque haya algunos problemas de enfoque en todo lo que rodea la historia de amor, dicha historia de amor funciona, y eso en el cine actual ya es bastante.

Los hay que, en su infinita inocencia, llegan a considerar que aquellas cosas que se han superado alguna vez ya no vuelven a suceder. Por ejemplo, si conocen el caso de un senegalés que se casó con una sueca, y fueron felices y comieron perdices, dan por seguro que las uniones interraciales son ya perfectamente naturales y aceptadas por todos, o si estudiaron el éxito de una huelga obrera consideran que los derechos ganados quedan escritos en piedra por toda la eternidad. ¡Ojalá!, por desgracia los avances en libertades y justicia social hay que seguir apuntalándolos día a día, porque el enemigo es muy poderoso y lo que cuesta mucho ganar, en cuanto nos descuidamos podemos darlo por perdido.

El comentario anterior viene al hilo de algunas reflexiones que provoca la película de Ken Loach que hablan de exageración o de historia "viejuna" sin vigencia en los albores del siglo XXI. ¿En qué mundo viven estos pensadores piernicortos? ¿Cómo pueden haberles hecho creer que esta modernidad digital y globalizada ha sepultado los sentimientos racistas, clasistas e inquisitoriales del medievalismo religioso? ¡Claro que los amores entre una cristiana y un musulmán siguen siendo una bomba, aunque sea dentro de una comunidad tan plural como la del Reino Unido!

Las razones por las que costumbres y culturas decadentes siguen imponiendo relaciones antinaturales, y no solo me estoy refiriendo a los pakistaníes, hay que buscarlas en el afán de salvaguarda de unos valores que, esos sí, están más que caducados:
- Por un lado quienes fabrican guetos y fronteras para no contaminarse, mientras predican desde el púlpito electoralista que su mayor logro y riqueza es la multiculturalidad (lo suelen decir, sin rubor, cuando rinden honores a un genio o campeón olímpico, aunque no tenga ocho apellidos flemáticos)
- Por otro quienes pretenden que sus hijos, nacidos en el país, no se integren, si quieren, y sigan viviendo como lo hacían sus abuelos, allende los mares, en aquellos territorios de los que fueron expulsados por falta de pan, aunque justo es reconocer que muchos de esos chuscos se los llevaron los invasores, también llamados colonizadores.

Muchos besos van a hacer falta para dinamitar el monolitismo religioso que dificulta en exceso que crezcan a su sombra conceptos como el amor y la tolerancia.
La acusación tópica y gratuita en cuanto al maniqueísmo de Loach queda desmontada, una vez más, en este complejo romance. El director se limita a exponer la situación y es el espectador el que toma parte o se mantiene al margen, porque todos los personajes tienen sus razones, no solo para acertar, también para equivocarse.