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Ángeles con caras sucias

Cine negro. Thriller Un sacerdote presencia impotente cómo los niños marginados de su parroquia sucumben a las malas influencias de un criminal que fue compañero suyo de la infancia. Con el paso del tiempo, los dos hombres siguieron caminos muy diferentes: uno abrazó el sacerdocio y el otro se convirtió en un gángster. (FILMAFFINITY)
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Críticas 36
Críticas ordenadas por utilidad
6 de noviembre de 2009
13 de 15 usuarios han encontrado esta crítica útil
Una de las pelis de gangsters más brillantes, emotivas e imitadas (en “The Wire”, sin ir más lejos) de todos los tiempos, “Ángeles con caras sucias” supuso, creo, la primera asociación en la pantalla de dos de los rostros más íntimamente ligados a ese género, los de James Cagney, en un papel de duro y violento pistolero que le va como anillo al dedo, y el de un todavía semidesconocido Humphrey Bogart encarnando uno de esos antipáticos roles que se vio obligado a aceptar antes de que la fama llamara a su puerta, ya entrados los años 40, el del sinuoso e intrigante abogado Frazier, que tratará, el muy iluso, de engañar al mismísimo Cagney. Esta asociación se repetiría, al año siguiente, en la no menos notable “Los violentos años 20”, de Raoul Walsh, otro de los grandes hitos del género.

Pese a lo en principio canallesco de su personaje, James Cagney logra, como casi siempre, que empaticemos con Rocky Sullivan, ese atolondrado e insolente raterillo del East Side neoyorkino que va de problema en problema, siempre en compañía de su amigo del alma Jerry Connelly (Pat O’Brien). Por un delito más bien estúpido es enviado a un reformatorio que no solo no le reforma sino que le malea y envilece y que se convierte en el punto de partida de una carrera criminal que le manda varios años a prisión. Tras salir, Rocky, convertido en un héroe para los ladronzuelos callejeros que han heredado su lugar, deberá enfrentarse al abogado que debía cuidar de sus negocios mientras estaba en prisión y que trata de estafarle, y al nuevo reyezuelo local de los negocios sucios, encarnado, muy convincentemente, por George Bancroft. Sullivan se verá también abocado a enfrentarse con su viejo amigo Jerry, convertido ahora en el padre Connelly, un clérigo que se ha empeñado en sacar del mal camino a los muchachos que siguen los pasos de Rocky.

Rodada con el vigor y la efectiva y limpia sencillez narrativa característica de Curtiz, este duro pero hermoso canto a la amistad viril se beneficia del trabajo de excelentes profesionales como Sol Polito, que saca petróleo del blanco y negro (las sombras de las escenas finales son inolvidables) o Max Steiner, que compuso una excelente y en ocasiones (de nuevo el tramo final) conmovedora banda sonora para la ocasión. Hacen el resto las excelentes interpretaciones de los protagonistas, a los que cabe sumar a la dulce pero encallecida Ann Sheridan y a los “Dead End Kids”, así como un excelente guión que intenta mostrar a Sullivan más como una víctima de una sociedad enferma, que no solo no le ofrece oportunidad alguna de redimirse y mostrar la nobleza de sentimientos que esconde bajo su máscara de matón que como un simple asesino sin escrúpulos ni remordimientos, sino que se alimenta de publicitar su mala fama para contrastarla con su supuesta virtud. La decisión que toma Rocky, tan criticada por algunos, ofrece, desde este punto de vista, muchas más implicaciones de las que en un principio podría aparentar. Y hasta aquí puedo leer.
Normelvis Bates
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20 de septiembre de 2006
12 de 17 usuarios han encontrado esta crítica útil
Fue rodada en el mismo año que "Robin de los bosques", y supuso el denominado renacimiento del cine gangsteril iniciado por cintas de principios de los 30 como "El enemigo público" de William Wellman, "Los violentos años veinte" de Raoul Walsh, "Hampa dorada" de Mervin Le Roy, y "Scarface, el terror del hampa" de Howard Hawks...

La Paramount compró los derechos de la obra a una productora independiente y con el guión de Rowland Brown, John Wexley y Warren Duff, Curtiz nos "sermonea" esta vez con un vehemente alegato a favor de la amistad, y sobre todo de la honradez...

Con una fotografía más que meritoria a cargo de Sol Polito,( quien ese mismo año ya había colaborado con Curtiz en "Robin de los bosques"), retratando en blanco y negro los difíciles años 30 en el East Side Neoyorkino, mientras Curtiz cedía todo el protagonismo a una pareja de amigos que representan dos distintos caminos a seguir en la vida... y construyendo su particular y habitual alegato a favor de los grandes valores humanos...

Sabios y concisos diálogos sin entrar en la genialidad de "Casablanca", un ritmo narrativo aceptable (si bien un tanto deslabazado por la celeridad de los acontecimientos al principio de la cinta), y una música simplemente correcta a cargo del portentoso Max Steiner, configuran esta grandísima obra (aunque sin llegar a la categoría de obra maestra) del cine de gangsters...

Mención a parte merecen las tremendas actuaciones de esta cinta con un portentoso James Cagney en el papel principal del gangster Rocky Sullivan y de su amigo (también en la vida real. No en vano ambos compartían origen irlandés) Pat O´brien interpretando el papel del amigo cura (JerryConnelly)...

...El mismísimo Humphrey Bogart antes de convertirse en una pedazo estrella galáctica también aparece aquí interpretando un personaje bastante lejos de su estereotipo como personaje interpretado habitualmente por él...

Así mismo cabe destacar la aparición "estelar" del grupo de jóvenes actores descubiertos por el dramaturgo y autor de teatro Sidney Kingsley en su obra "Dead End"(1935), de ahí su nombre artístico como "Dead End Kids" formado por actores como Billy Halop, Bobby Jordan, Huntz Hall, Charles Duncan, Bernard Punsly y Gabriel Dell...

La eterna lucha entre el bien y el mal, lo correcto y lo incorrecto con connotaciones...son las claras referencias de Curtiz en este vehemente alegato del cineasta de "Casablanca" en favor de los valores tradicionales cristianos con algún toque fundamentalista...

I M P R E S C I N D I B L E.
SPOILER: El resto de la crítica puede desvelar partes de la trama. Ver todo
burton
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10 de septiembre de 2010
6 de 7 usuarios han encontrado esta crítica útil
El glamour y el encantamiento que tenía el gangster en las producciones de principios de los 30 (“Hampa dorada”, “El enemigo público” o “Scarface”), en donde en cierto modo se ensalzaba esta figura, va dando paso, tras la detención de Lucky Luciano y otros famosos gangsters, a un tono más crítico con el mundo del hampa.

Así, en “Ángeles con caras sucias”, el protagonista es Rocky Sullivan (James Cagney), un peligroso gangster cuyo antagonista es Jerry Connolly (Pat O´brien), antiguo compañero de fechorías, ahora convertido en cura. A pesar de la amistad que les une, cada uno toma un camino radicalmente opuesto.
Esto es lo que distingue al film de otros del cine negro de los 30, algo así como su seña de identidad, una interesante evolución quizá algo maniqueísta, pero con matices, del rumbo que ha tomado cada uno, que cumple un cierto sentido moralizante, aunque comprendo y asumo que estamos en el año 1938 y el cine, por entonces, también cumplía una función social muy importante. En este sentido es significativa la manera en que Cagney va evolucionando en su trato al grupito de raterillos, al cual idolatran por encima de todas las cosas.

Respecto a todo lo demás, el film es absolutamente ejemplar. Los aspectos técnicos, muy destacados. El ritmo del comienzo, denominación de origen Curtiz, es a velocidad de crucero, con un par de grúas que te enseñan el modestísimo barrio y el germen de la pandilla de los Dead End Kills (grupo de actores juveniles), es decir, el caldo de cultivo de lo que luego serán los jefes del trapicheo.
Si la música es del prolífico maestro Max Steiner, poco más se puede decir. La fotografía de Sol Polito, una garantía, muy apreciable en los últimos planos de Cagney, con una ambientación expresionista, propia de la excelencia fotográfica del noir clásico.
Los diálogos, muy notables, tienen algunas frases memorables.
Ann Sheridan, con un papel cortito, es una actriz que me cautiva desde que la ví en “La pasión ciega” (1940). Su dulzura y su belleza hacen de ella una gran actriz.

Y sobre todo, está la portentosa actuación de James Cagney, llena de fuerza y vitalidad. En cada escena derrocha poderío, convicción, determinación,… En esta faceta no hay un actor como él.
Gabriel Ufa
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15 de diciembre de 2018
6 de 7 usuarios han encontrado esta crítica útil
158/19(24/11/18) Bueno, aunque algo envejecido noir de gangsters realizado por el artesano húngaro Manó Kertész Kaminer, cuyo nombre artístico en USA fue Michael Curtiz (año prolífico el del director, pues en 1938 estreno cinco películas, Four Daughters, Four's a Crowd, En busca del oro, la vibrante Robin de los bosques, además de esta que comento), un relato que gana en la actuación de un titánico James Cagney, en las escenas de acción, en la ambientación de ese barrio peligroso con la juventud sedienta de referentes, pero pierde en su moralismo facilón con ínfulas crisitianas, que con el filtro del paso de las décadas ha quedado en rancio. Rowland Brown (“Blood money”) escribió la historia que guionizaron John Wexley (“Venganza”), y Warren Duff (“El misterio de una desconocida”), con añadidos de los no acreditados Ben Hecht (“Notorius”), y Charles MacArthur (“Cumbres borrascosas”), pone el foco en una reflexión sobre la juventud y de cómo el entorno marca las vidas, primero de cómo dos amigos en su adolescencia por azar siguen caminos distintos, uno hacia el mundo del crimen y el otro hacia el sacerdocio, y luego en otro nivel como alguien (el cura) intenta que otros jóvenes no sigan el camino fácil del hampa, y no veneren con Héroe a alguien con valores criminales. Hay que enmarcar el relato en el contexto de la Gran Depresión USA, donde la pobreza y los empleos precarios eran el caldo de cultivo hacer germinar la delincuencia que veía en el crimen la salida más rápida a su miseria. La pareja de amigos en la vida real James Cagney-Pat O’Brien se dan cita por sexta vez en una cinta, también aparece en un papel pre-star Humphrey Bogart, como un villano pusilánime. Destacar asimismo la aparición "estelar" del grupo de jóvenes actores descubiertos por el dramaturgo y autor de teatro Sidney Kingsley en su obra "Dead End Kids" (1935), de ahí su nombre artístico como "Dead End Kids" formado por actores como Billy Halop, Bobby Jordan, Huntz Hall, Charles Duncan, Bernard Punsly y Gabriel Dell. Film preseleccionado por el American Film Institute en 2008, fue votado en el 67º lugar en una lista de los "100 Mejores Noir de Cine de todos los tiempos" por la revista Slant en 2015. Fue nominado a tres Oscar (no ganó premio): Historia original de Rowland Brown; Director para Michael Curtiz; y Actor para James Cagney.

La acción se sitúa en el East Side, de Neva York, en los años 20. Tras quince años de ausencia del barrio, a causa de su reclusión en reformatorios y prisión, William Sullivan, alias Rocky, regresa para encontrarse con su mejor amigo de infancia, Jeremy Connolly, alias "Jerry" (Pat O'Brien), convertido en rector de la parroquia. Por diversas circustancias, Rocky se ve obligado a continuar su carrera criminal en colaboración, no exenta de graves tensiones, con su antiguo compañero James Frazier (H. Bogart), su jefe Mac Keefer (George Bancroft) y su banda. También se encuentra con Laury Martin, vecina de infancia, en la que halla el apoyo, la comprensión y la amistad, que tanto necesita. La influencia perturbadora de Rocky sobre los muchachos llega a ser tan grande en opinión del débil y meloso padre Jerry, que éste decide iniciar una campaña pública de denuncia del crimen en la ciudad y, consecuentemente, de su antiguo compañero.

Film que intenta demostrar que los errores de juventud se pueden arrastrar para siempre, marcando tu existencia, porque el supuesto epítome de esto, Rocky Sullivan, es mostrado como un tipo alegre y vitalista, sin traumas, decidido, valiente y leal a sus amigos, por lo que entiendo que la película se hace trampas a sí misma y más con su final (spoiler), con lo que su supuesto mensaje aleccionador queda torpedeado por sus ansias moralistas. Y es que también veo un defecto que no veamos más que un flash torpe una elipsis de tiempo entre el adolescente Rocky que entra en prisión y el que se convierte en adulto gangster, no hay transición, no vemos orgánicamente la transición a delincuente Enemigo Público, como no sabemos de donde ha sacado el dinero (los 100000 dólares), simplemente los tiene por imperativo del guión. Este salto narrativo nos hurta de información que hubiera dado más fondo al protagonista. De este modo su crítica social queda un tanto desvirtuada, acentuada por un ramillete de secundarios bastante arquetípicos, clichés más planos que una mesa, incluido en irritante sacerdote.

James Cagney el que eleva la cinta con una actuación majestuosa, épica, memorable en su gestualidad sacudiéndose los hombros y subiéndose los pantalones, transmite electricidad, energía, vigor, seguridad en sí mismo, su naturalidad y carisma desbordan la pantalla, hace de un tipo arrogante y pendenciero una persona con la que se empatiza. Para interpretar a Rocky, se inspiró en sus recuerdos de haber crecido en la sección de Yorkville de Manhattan (Nueva York), su inspiración principal fue un proxeneta (con cuatro chicas en su cadena, tipo alto con caro sombrero de paja y traje azul eléctrico) adicto a las drogas, estaba en una esquina todo el día subiéndose los pantalones, moviendo el cuello y repitiendo: "Qué has oído! Qué has dicho!" gestos volvieron para atormentar a Cagney, que años después escribió en su autobiografía: "Hice esos gestos tal vez seis veces en el film. Eso fue hace más de treinta años, y los imitadores lo han estado haciendo desde entonces". Otra inspiración de Cagney fue su amigo de la infancia, Peter "Bootah" Hessling, declarado culpable de asesinato y ejecutado por silla eléctrica el 21 de julio de 1927. La noche en que Bootah fue ejecutado, Cagney estaba actuando en una presentación de Broadway y lloró al escuchar de su muerte; Pat O’Brien carga con un papel repelente en su bonhomía quimérica, sacerdote Jerry Connelly, papel plano y sin aristas, una mera herramienta altavoz de un moralismo grimante…. (sigue en spoiler)
SPOILER: El resto de la crítica puede desvelar partes de la trama. Ver todo
TOM REGAN
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17 de junio de 2018
5 de 5 usuarios han encontrado esta crítica útil
Dos amigos de la infancia siguen caminos diferentes en la vida, lo cual les lleva a enfrentarse a un conflicto entre su vieja amistad y sus diferentes maneras de ver el mundo. Es un argumento que hemos visto en obras posteriores, como en la gran Mystic River.
James Cagney encarna a un héroe de barrio, un chico que se abre camino como puede en unas calles sin esperanza, convirtiéndose en el delincuente local más famoso del vecindario, siendo un ejemplo de superación para todos los niños y adolescentes, que necesitan de este tipo de figuras para salir adelante.
Pat O'Brien, por el contrario, representa a un cura anquilosado en su cristiana moral medieval, alguien que ha dado la espalda a su vieja vida y se ha convertido en uno de los "buenos", traicionándose a si mismo y a su amigo en el proceso.
A pesar de los loables esfuerzos del cura por ayudar a los chavales del barrio, es Cagney quien realmente supone un faro y un baluarte para ellos, enseñándoles el valor de la amistad y de la fuerza de voluntad, el salir adelante como sea.
SPOILER: El resto de la crítica puede desvelar partes de la trama. Ver todo
Marcos 'La Joven Promesa'
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