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Nobi (Fuego en la llanura)

Bélico. Drama Duro relato antibélico que narra la desesperada situación, abocada a la derrota, que sufrió el ejército japonés en Filipinas, en 1945, durante la Segunda Guerra Mundial. (FILMAFFINITY)
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Críticas 7
Críticas ordenadas por utilidad
30 de septiembre de 2021
1 de 1 usuarios han encontrado esta crítica útil
Uno de los arranques más salvajes, crueles, inmisericordes del cine.
Si en "el arpa Birmana" 1956' hay un lirismo evocador y quiere creer en la condición humana.
Aquí cambia el tono por un desolador nihilismo realista, cercano al apocalipsis que conlleva la guerra.

El ascenso y asentamiento del furibundo nacionalismo nipón llevaba décadas larvándose en la sociedad japonesa.
Los militares mandaban y el emperador era un títere en manos del ejército.
Un títere sagrado al que no había que molestar con cuestiones terrenales.

Once minutos emplea en situarnos hasta que salen los créditos iniciales.
Basada en la novela de Shohei Ooka y con guión de Natto Wada ( esposa) de Ichikaga, con una fotografía sublime de Setsuo Kobayashi, con gusto por los planos detalle en las selvas tropicales.
La música compone otro ingrediente principal del bélico guiso a saborear entre debacle y desesperada supervivencia con hambruna.

El honor nipón es uno de los argumentos importantes de la narración.
La filmación influida por "Rashomon"1950'. Entre otras.
Por ejemplo, en como muestra las espesuras del bosque y esos movimientos de cámara desde bajo a la copa de los árboles y el firmamento mientras se vislumbra la luz solar, o el movimiento de correr entre la selva.
Las tonalidades de la iluminación parecidas, algo más matizadas en los contrastes entre blancos, grises y negros.

Nueve años dan mucho de sí en avances técnicos y si, Kurosawa fue el iniciador de técnicas de rodaje con innovaciones en los "7 samurais" 1954'. La citada "Rashomon" 1950'.
Utilizando varias cámaras simultáneas, mientras rodaba, entre otros hallazgos e innovaciones.
Eisenstein, en "el acorazado Potemkim" 1925'. Un cuarto de siglo antes, ya experimentó con esto.
Hago hincapié en la elaborada fuerza visual, pues es una de las grandes bazas y contribuciones de Kon Ichikawa en su búsqueda de estilo cinematográfico.

Uno de los hallazgos, es que no sigue las reglas habituales del género bélico y eso enriquece la narración.
El mensaje es 'la guerra es el mayor infierno terrenal', aún así es capaz de intercalar momentos de humor a lo largo de la trama, como suculentas e imaginativas digresiones.

Dato curioso y significativo:
Para conseguir mayor autenticidad, se daba de comer muy poco a los actores y se les impedía la higiene personal, tipo cepillarse los dientes, cortarse las uñas, etc.
Como medidas de precaución, varias enfermeras estaban siempre dispuestas en el set contra posibles desmayos y deterioros físicos.
Tuvieron que suspender 2 semanas el rodaje, por 'Eiji Funakoshi', voluntariamente dejó de comer para meterse más en el personaje y colapsó la producción.

Fue filmada en gotemba, shizuoka, Japón. Hanaoke, Kunagawa. Izu península y Tokyo.

Si estáis interesados en el tema podéis sumergiros en la lectura de:
"Némesis (la derrota de Japón 1944-45)" -Max Hastings-
"La violación de Hanking" ( el holocausto olvidado de la segunda guerra mundial ) -Iris Chang-

Os darán una idea más precisa de los horrores cometidos, una visión específica de la idiosincrasia del pueblo japonés y sus militares en particular.
El brutal adoctrinamiento al que fueron sometidos, convirtiéndose en uno de los ejércitos más sanguinarios, crueles, despiadados de la historia reciente.
Zappianin
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6 de abril de 2023
1 de 1 usuarios han encontrado esta crítica útil
83/27(28/03/23) Desgarrador film japonés, de los más sangrantes que he visto abordando la deshumanización que provocan las guerras, y por tanto con mucho valor anti bélico. Dirigido por Kon Ichikawa con guión escrito por Natto Wada (esposa de Ichikawa que obtuvo la aprobación del autor de la novela Shohei Ooka), basado en la novela Nobi (1951) de Shōhei Ōoka basado en experiencias de guerra, protagonizada por Eiji Funakoshi como un soldado japonés tuberculoso y su intento de mantenerse con vida durante la última parte de la Segunda Guerra Mundial en la retirada caótica nipona tras la ocupación de Filipinas. Un atronador descenso a los infiernos exponiendo el espíritu de supervivencia en las peores condiciones, de como llegados al límite nuestra moralidad se retuerce e incluso se llega a los delirios y demencia, llegando nada menos que al canibalismo. El film se asemeja a como se exponía el Infierno en “La Divina Comedia” de Dante, una sucesión de círculos (7) unos dentro de otros y conforme avanzabas al interior peor, pues eso es aquí, a medida que el protagonista pasa más tiempo más avernal es lo que le rodea, un desesperanzador micro universo del que no puede escapar.

En febrero de 1945, el desmoralizado Ejército Imperial Japonés en Leyte se encuentra en una situación desesperada, sin apoyo, ni suministros, los Aliados están en proceso de liberar la isla filipina. El soldado Tamura (Eiji Funakoshi) tiene tuberculosis y es visto como una carga inútil para su compañía, a pesar de que se ha reducido a poco más que un pelotón. Se le ordena suicidarse si no puede ser admitido en un hospital de campaña. Un soldado comprensivo le da varios ñames de los escasos suministros de la unidad. En su camino, nota un misterioso fuego en el suelo. Cuando llega al hospital abarrotado, se considera que no está lo suficientemente enfermo como para recibir tratamiento. Se une a un grupo de otros rechazados afuera. Cuando los Aliados comienzan a bombardear el área, el personal médico abandona a los pacientes y huye. El hospital es golpeado y destruido. Tamura también huye; mirando hacia atrás, ve muchos cuerpos esparcidos, pero elige no ir en ayuda de ninguno de los que aún pueden estar vivos.

Tiene un arranque desconcertante situándonos de forma desorientadora en une escenario un tanto caótico, con un protagonista que está demasiado débil como para estar en primera línea de combate, pero no tan enfermo como para ser admitido en el hospital de campaña, hasta que la guerra llega en todo su ‘esplendor’ y crea la anarquía y el darwinista sálvese el que pueda. Comenzando una travesía sin rumbo fijo, a ratos solo, y a otros formando parte de una cuerda de cuasi zombis en retirada hacia el abismo como meta y en medio el horror. Una odisea malsana, enfermiza, gobernada por la sin razón, como lo ejemplifica la ‘visita’ del protagonista a una aldea sembrada de cadáveres de militares nipones a la que llega una pareja en barca en busca de sal y el protagonista demuestra su mente convulsa en su comportamiento esquizofrénico. Película donde se refleja lo peor de la naturaleza humana, la que está más allá del borde de la moralidad, nos sentimos inmersos en un sub mundo purgatorio, enfangado, con muertos regados por todo el barro (escalofriante travelling de Tamura avanzando en un paraje plagado de despojos humanos), bombardeos indiscriminados, ejecuciones vengativas, puede estemos en la antesala del Averno o estamos en él mismo, pues peor es complicado estar. Todo esto mostrándolo el director sin filtros, crudamente, haciéndosenos un nudo en la garganta ante tanto salvajismo atávico, plagando la película de escenas para el recuerdo del circo de los horrores, el supuesto paraíso de la selva en contraste con el Tártaro de la deshumanización.

Seguimos al protagonista en su huida a ninguna parte, esto lo adorna Ichikawa con momentos de turbadora belleza que los corona de forma punzante, como esa secuencia al inicio en que Tamura junto a un arroyo sostiene expectante a una hormiga en la palma de su mano, cual gesto de humanidad, hasta que esta le muerde y el hombre reacciona lanzándola al agua, sus reacciones ante cualquier muestra de temor es la violencia desaforada, como lo exhibe en varias ocasiones durante su hégira, la tremebunda escena con un perro que ensarta, o el encuentro con la pareja filipina. Hay tramos que dejan constancia de la normalización del terror, como es cuando aviones de combate tirotean una hilera de harapientos soldados, estos se lanzan al suelo, cuando acaba el ataque unos vuelven a ponerse en pie y otros permanecen tirados (muertos o heridos), pero nadie se preocupa de estos últimos; Vemos la sed de venganza, Tamura observa un jeep con un yanki y una mujer filipina que para ante un soldado japonés que se entrega manos en alto, es lo que piensa hacer el protagonista, pero entonces la filipina dispara hasta matar al que se rendía, el americano intenta detenerla, entonces sabemos que la mujer ha pasado mucho pavor con el invasor del Sol Naciente. Pero sobre todo marca a fuego la caída sin retorno en el Averno cuando somos testigos de la antropofagia, primero y turbadoramente cuando a través de Tamura vemos a un moribundo veterano que se alimenta de sus propios intestinos (argggh!), pero sobre todo esto parece ‘normalizado’ cuando Tamura se junta con Nagamatsu (Mickey Curtis) y Yasuda (Osamu Takizawa), dos antiguos compañeros de regimiento, y escucha hablar de la caza de carne de mono (“Hemos estado en el infierno y hemos vuelto. Incluso comimos carne humana en Nueva Guinea”). Tamura ha caído en una espiral que lo engulle, pero tiene límites en este Averno amoral, es la grieta por la que asoma su humanidad y por la que espera redención, como demuestra su vibrante rush final.
SPOILER: El resto de la crítica puede desvelar partes de la trama. Ver todo
TOM REGAN
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