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Cinco metros cuadrados

Drama Álex y Virginia compran un piso, sobre plano, en las afueras de una gran ciudad porque no pueden permitirse grandes lujos. Con sus ahorros pagan la entrada y aceptan una hipoteca a 40 años. Cuando sólo faltan unos meses para la entrega de la vivienda, el edificio aún está sin terminar. Un día, inesperadamente, precintan la zona y paran las obras. Los compradores forman una plataforma de protesta y denuncian a la constructora. Así es ... [+]
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Críticas 45
Críticas ordenadas por utilidad
21 de abril de 2012
13 de 13 usuarios han encontrado esta crítica útil
Pequeña gran película que narra la historia de una pareja que se embarcan en la compra de un piso por construir y se ven afectados por una trama inmobiliaria en la que "obligan" a parar la obra y derribar el edificio. Esta pareja emprende acciones legales para que el promotor les de una compensación acorde al contrato, y ven cómo las soluciones son pobres.

Fernando Tejero nos demuestra que es un actor que se desenvuelve tanto en comedia como drama, y aquí nos hace olvidar a "Emilio" de "aquí no hay quién viva". Empatizas con su cruzada por recuperar lo que es suyo hasta donde haga falta; Malena Alterio está correcta pero su papel no da para más; Emilio Gutiérrez Caba personifica al dueño de la constructora perfectamente, es un actorazo.

Viendo la peli, te das cuenta de lo ruin que puede ser una persona con tal de medrar, desde el "amigo" que convence a Tejero para comprar y después le da largas, a la secretaria que lo trata fatal, al político amigo de Caba que poco más se descojona de Tejero ofreciendole una miseria para que pasen por el aro, terminado por Caba con un personaje que es un canalla pero que por desgracia abundan en este mundo.

Lo mejor: los actores y la historia, real pero sin caer en sentimentalismo. La escena de la protesta cuando Caba está jugando al padel y se encuentran con las hijas del constructor, diciendoles cómo su padre gana dinero, me encanta, porque ves a las "pobres niñitas" llorando porque uno hombres hablan mal de su papi, y éste indignado les intenta agredir.

Lo peor: que a quién más, quién menos, a todos le ha pasado lo mismo que a los protas; con pelis así le das la razón al refran que dice "el hombre es un lobo para el hombre".
imrko
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5 de diciembre de 2011
11 de 11 usuarios han encontrado esta crítica útil
De vez en cuando apetece plantarse ante películas como “5 metros cuadrados”. Historias sencillas y urbanas, con personajes con los que rápidamente te puedes sentir identificado que se desmarcan de la tónica habitual del cine español, intentando recuperar cierto espíritu de drama con trasfondo social que hizo fortuna en la década de los cincuenta. Max Lemcke, director que ya había sorprendido gratamente con su ópera prima “Casual day”, acierta en el tono de esta historia, entre melancólico y desesperanzado, y sabe dejar todo el protagonismo en unos personajes perfectamente definidos que se saben manejar con solvencia desde la ilusión inicial al desencanto y la desesperación por la que va transitando la historia. Protagonistas y secundarios ejecutan a la perfección un guión medido que solo parece hacer concesiones en su último tramo, y que va hilvanando escenas de un realismo más que notable. En este sentido “5 metros cuadrados” no decepciona en ningún momento. Gracias al gran trabajo de todos sus actores (en especial Fernando Tejero, seguramente en la mejor actuación de su carrera), el espectador puede sentirse como uno más de los damnificados por el caso que cuenta la película y sentir la indignación y la rabia que experimentan sus protagonistas. El enfrentamiento entre el ciudadano y el sistema, encarnado en la lucha que tendrá que afrontar Álex cuya soledad final representará la más auténtica lección de dignidad que se ha visto en pantalla en los últimos tiempos.

Lo mejor: la escena con la responsable de ventas.

Lo peor: el desenlace es algo mejorable.
AMQE
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15 de julio de 2011
12 de 16 usuarios han encontrado esta crítica útil
Después de "Casual day", Max Lemcke nos sorprende con un drama sobre un tema tan de actualidad como la especulación inmobiliaria. En esta ocasión los protagonistas son una pareja a punto de casarse (interpretada por Fernando Tejero y Malena Alterio), que pagan la entrada de un piso que no acaba de construirse por diversos problemas. El drama se alivia con golpes de humor que, en realidad, potencian aún más el drama.

Esta es, desgraciadamente, una situación bastante repetida en la actualidad española, donde muchas familias se encuentran desprotegidos ante la barbarie económica. Este hecho hace que el espectador se sienta totalmente identificado con los protagonistas, sufriendo con su sufrimiento y deseando que se solucione su problema.

El reparto está completado por Emilio Gutiérrez Caba y Manuel Morón que interpretan, respectivamente, a un constructor y un concejal de urbanismo acostumbrados a ganarse la vida con contratos de dudosa legalidad (¿le suena?).

La película comienza con una frase que marca el desarrollo de la historia: ¿qué necesitas para ser feliz? A esto añadiría yo: ¿qué estás dispuesto a hacer para conseguirlo?

En palabras del director, la película narra la historia de un héroe anónimo, de un perdedor moderno que intenta, en representación de todos nosotros, buscar la redención de la sociedad en la que vivimos, pelear por la dignidad ante los poderosos. Además, Max recomendó esta película a todos los concejales de cualquier pueblo de España.

Un buen guión, unos buenos actores, una buena historia… ¿te parece poco?

(Vista en el Festival de Málaga)
Migue Jiménez
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6 de septiembre de 2012
8 de 8 usuarios han encontrado esta crítica útil
Dentro del subgénero cinematográfico "Vivienda" hay de todo, pero a mí lo primero que se me viene a la memoria es "El pisito", esa inolvidable comedia negra del cine español firmada por el gran Azcona, que ha pasado a la historia tal vez un poco exageradamente como obra de arte del celuloide. Y de "El pisito" una de las cosas que más recuerdo es el papel de la genial Mary Carrillo, que hacía de insufrible novia del pobre y desgraciado José Luis López Vázquez.

No sé qué tendrán las historias de pisos que en todas ellas aparecen como protagonistas unos tíos cantidad de buena gente, íntegros, acorralados, hechos polvo, con los que es sencillísimo empatizar, frente a unas novias repulsivas, exigentes, fanáticas de las bodas, antipáticas y amargadas a más no poder (las escenas iniciales de los preparativos de boda son totalmente escalofriantes y pavorosas). Por cierto, que Malena Alterio lo borda y no desmerece en nada de la memorable interpretación que en su día hizo doña Mary Carrillo.

Da la sensación de que todos los problemas que tienen estos sujetos para conseguir su pisito tienen el sano propósito de evitar que terminen sus días junto con las abominables compañeras que ellos mismos han elegido. Una hasta se alegra un poco de que los conflictos de vivienda dificulten el trágico final de la boda segura y la consiguiente vida eterna al lado de una de estas señoras tan desagradables. Sólo de imaginar al pobre Fernando Tejero aguantando hasta el fin de sus días a una Malena Alterio cada día más gruñona, vieja, cascarrabias e insoportable se ponen los pelos como escarpias.

Pero dejando a un lado el tema de las novias repulsivas, tengo que reconocer que Lemcke, un director al que, por cierto, no conocía de antes, ha hecho un buen trabajo. Tal vez algo inconexo, porque resulta difícil seguir en el guión los cambios tan súbitos de los personajes (los padres de la novia, los amigos, etc.), pero la intención hay que reconocérsela. Tal vez ha precipitado demasiado la acción para meter todo el proceso en una cortísima hora y media de metraje, en la que el desarrollo de los personajes no queda claro en absoluto. Al revés, todo parece muy forzado.

Por contra, las interpretaciones estupendas. Tejero demuestra que puede ser un buen actor dramático; su desesperación resulta totalmente creíble, se abstiene de sobreactuar como acostumbra en su versión cómica y está tan comedido que a ratos es difícil reconocerlo.

Y bueno, qué decir del enorrrrrme Gutiérrez Caba! Algún día este país debería empezar a homenajear, a ser posible en vida, antes de que la palmen, a todos estos grandísimos actores autóctonos que no tienen absolutamente nada que envidiar a las grandes estrellas del cine americano. Emilio, eres un crack, y somos muchos los que nos quitamos el sombrero ante tus trabajos. Eres el puto amo.
Talía666
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5 de marzo de 2012
7 de 8 usuarios han encontrado esta crítica útil
Si hubiese que definir en una palabra como sale uno del visionado de Cinco metros cuadrados, esa sería impotencia, sin lugar a dudas. Y es que uno no puede pensar más que en eso y en la rabia al presenciar una situación que, a día de hoy, no sólo no tiene solución, sino que va cuesta abajo y sin frenos. Desgraciadamente, una película es algo más que una sensación final que con facilidad puede evocar el mero hecho de que lo que estés viendo resulte desolador, y aunque no con ello esté diciendo que nos encontramos ante una obra mediocre, lo cierto es que sí es mejorable.

En primer lugar, puesto que su arranque no termina de encontrar un tono adecuado, que se sitúa entre la gravedad de las circunstancias planteadas y un humor demasiado llano, que termina diluyendo las posibilidades iniciales del film. Y en segundo, porque quizá peca de ser demasiado directa y rotunda en secuencias que no terminan de alcanzar el suficiente punto de madurez como para que el espectador las palpe y las digiera como lo que pretenden ser: un reflejo de una realidad tan patente como cruda.

Por contra, posee ritmo, una presentación de personajes ágil y una introducción en la que un bosquejo resulta más que suficiente para vernos inmersos en el eje central del conflicto, dándonos a entender que su particular drama no llegará a cotas del todo lejanas, aunque el guión siempre termine virando hacía soluciones límite.

En su segundo acto, sin embargo, Lemcke sí logra dotar de ese tono que no captaba en Casual Day, y que terminamos comprendiendo porque se antoja necesario en una película así: la aleja de la posible frivolización que podría surtir si su aportación cómica no es lo suficientemente acertada (como sucede, en parte, durante sus primeros minutos) y compone un marco en el que todo adquiere la perspectiva necesaria como para vernos implicados en lo que se está contando.

Como no todo es oro lo que reluce, quizá encontramos en su transcurso una declinación en el devenir de la trama que se muestra demasiado inclinada hacía un conformismo más que manifiesto: ni azuza, ni intenta moldearla de otro modo que no sea empleando los típicos golpes de efecto que se suelen intuir a la legua en films de esta índole, y aunque deja en una más que buena conclusión una falsa esperanza en forma de hoja arrugada, quizá adolece de un poco de enjundia en su desarrollo, que termina recorriendo caminos ya conocidos y no hace nada por arriesgar y salirse del patrón predefinido.
SPOILER: El resto de la crítica puede desvelar partes de la trama. Ver todo
Grandine
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