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El aventurero de medianoche

Drama. Comedia Gran Depresión, años 30. Red Stovall (Clint Eastwood) es un cantante de country alcohólico que se gana la vida cantando en bares cutres y miserables. Su gran sueño es llegar a tocar en el legendario programa Grand Ole Opry. Así emprende un emotivo viaje con su sobrino (debut cinematográfico de su hijo Kyle Eastwood) que lo lleva desde Oklahoma a Nashville, donde le han concedido una audición. (FILMAFFINITY)
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Críticas 22
Críticas ordenadas por utilidad
23 de noviembre de 2015
12 de 14 usuarios han encontrado esta crítica útil
Hablar de Clint Eastwood es pensar en una de las personas más relevantes y características del panorama cinematográfico. También significa hablar de grandes obras conocidas mundialmente que, si bien nos referimos a El aventurero de medianoche, nos topamos ante una incontestable obra mucho más personal y rica en matices que, sin embargo, parece haberse acomodado en el olvido cuando repasamos la filmografía del realizador de San Francisco.

Alejado, en parte, de esos personajes duros e implacables que nos hacían regocijarnos con su poco tacto humano (Harry Callaham en Harry el sucio y sus secuelas; Ben Shockley en Ruta suicida; Tom Highway en El sargento de hierro, El hombre sin nombre en la Trilogía del dólar; o el forastero en Infierno de cobardes) en esta ocasión, Red Stovall se presenta como un personaje vulnerable ante su incierto destino que le permitirá compartir distintas aventuras de la mano de su sobrino Hoss (Kyle Eastwood) y alguna que otra desventura gracias a sus inseparables amigos Jack Daniel’s y Gibson. Firme en sus pensamientos (“o vivo mi vida a mi modo o no la vivo”) transporta a su sobrino por innumerables experiencias que, como ya hiciera el Teniente coronel Frank Slade (Al Pacino) con su lazarillo, pretenden ser el principio de su educación aunque con diferente resultado. Aprender el noble arte de robar gallinas, visitar una casa llena de mujeres de moral distraída o practicar con maestría la hábil técnica del soborno, son algunos ejemplos muy ilustrativos de los sucesos de la película.

La mezcla, perfectamente compensada, de comedia y drama hace que no nos quedemos estancados en ninguno de los dos géneros y pueda disfrutarse cada uno de ellos con mayor intensidad. Por último hay que resaltar al otro compañero de viaje que es la banda sonora. Los temas están muy bien escogidos y son agradables de escuchar seamos o no aficionados al género country.

Sin duda, recomiendo mucho su visionado por su historia y también por poder ver a “otro” Clint Eastwood del que estamos acostumbrados y segundo, porque es una de mis favoritas de cuantas ha realizado su director.
Travis Bickle
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7 de septiembre de 2011
7 de 7 usuarios han encontrado esta crítica útil
En la historia de Red Stovall (interpretado por Clint Eastwood) podemos respirar el aroma de aquellos entrañables perdedores que tanto y tan bien retratara John Huston (director muy admirado por Eastwood) en gran parte de su filmografía. Stovall es un tipo que vive los años de la gran depresión un poco a su manera: a salto de mata siempre pegado a su guitarra y buscando un éxito que, aunque al alcance de su mano, nunca acaba de llegar. El film arranca en el momento en que Stovall se hace acompañar de su sobrino Whit (interpretado por su hijo Kyle), con el que recorrerá diversos pueblos y éste será testigo de excepción de los excesos y del modo de vida de su tío, aunque su relación cada vez será más estrecha. Con una excelente fotografía, la cámara de Eastwood recorre los lugares más humildes y miserables de la américa profunda, mostrando en pequeñas instantáneas a una sociedad totalmente extenuada y deprimida por las dificultades económicas. Hay una cierta acritud en la mirada de Eastwood, aunque no pretende cargar contra nadie ni realizar un film social.

Pese a que no faltan situaciones divertidas, el film va derivando lentamente hacia la tristeza y la amargura. Stovall es la viva imagen del perdedor. A mitad de película sabemos que nunca llegará a ser famoso, pese a su tremenda ilusión, pero no por ello se nos hace desagradable el personaje, pese a ser un borrachín enfermo, y esto es porque, con mucho acierto, el realizador es mostrado en un doble punto de vista que acaban prácticamente coincidiendo, el general, que contempla sus "aventuras" a distancia, y el de su sobrino cuya mirada cada vez es menos crítica y más comprensiva hacia la forma de vida de su tío/padre. Claro que también hay que tener en cuenta que pese a que no lleva una gran vida a su lado, es infinítamente mejor que la que llevaba en la granja familiar.

La excelente banda sonora (con algún tema interpretado por el propio Eastwood), es otro de los grandes aciertos de este film, que funciona perfectamente en su doble vertiente de relato de una sociedad deprimida e intimista de un perdedor, consciente de serlo pero no por ello tiene una actitud pasiva.

Como suele suceder entre padres e hijos, Kyle no consigue pasar de estar correcto (claramente no tiene el talento de su padre, algo de lo que son conscientes todos, no forzando en exceso su presencia), aunque el papel sólo requería de él a alguien que fuera más bien espectador, y de cuyo punto de vista se acaba apropiando el realizador, y que al mismo tiempo sirve para mostrar un viaje iniciático que aunque se mueve dentro de los parámetros clásicos, contiene el "toque" especial del director. La composición de Eastwood es estupenda, quizás en una de las interpretaciones más completas de toda su carrera, abarcando todo tipo de matices a un personaje al que sabe sacarle todo el jugo.
manulynk
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5 de febrero de 2009
7 de 8 usuarios han encontrado esta crítica útil
Tierna película sobre un viejo cantante de country, Red Stovall, con malos hábitos, mala lengua y por si fuera poco, mala salud. A su lado le acompaña su sobrino, que a la vez que cuida de su tío, aprende, de una manera u otra, como es la vida. Bastante tierna y triste en determinados momentos, (en ciertos momentos me recordaba a "El verano de Kikujiro"), pero que rebaja el drama con situaciones que parecen parches en unos bonitos pantalones vaqueros. Grandísima banda sonora, guste o no el country, con canciones bastantes destacables y que por lo menos a mi me hace dudar de que el señor Eastwood cante tan bien, aunque de una manera ronca y peculiar. Como curiosidades, esta es la primera vez que hijo y padre trabajan juntos en una película, me refiero claro esta, a la familia Eastwood. Bastante aceptable ambos papeles, y aunque parezca descabellado e insultante, hijo mejor que padre, al menos a mi parecer. Bastante recomendable para un buen seguidor de las road movie de pañuelos y del director de "Mystic River".
SPOILER: El resto de la crítica puede desvelar partes de la trama. Ver todo
JfSquall
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9 de junio de 2013
5 de 5 usuarios han encontrado esta crítica útil
Para un cantante de country, decir Nashville es tanto como para un wagneriano decir Bayreuth. No es extraño que un cantante de country en horas bajas, alcohólico y tuberculoso, Red Stovall (excelente Clint Eastwood), se fije el objetivo de Nashville para intentar enderezar su maltrecha carrera por medio de una audición. Pero el camino no es fácil cuando se vive en los años de la depresión económica y no se tiene un dólar, pero hay una solución: recurrir a los más allegados, la familia, aún cuando ésta sea igualmente pobre. De ese recurrir a la familia, Red sale de viaje cargado no sólo con sus achaques, su guitarra y su viejo coche, sino también con el abuelo (estupendo John McIntire), que le presta treinta $ para el viaje con la condición que le permita ir con él, y con su sobrino Whit (Kyle Easwood) un jovencito que irá descubriendo nuevas cosas sobre la vida y la personalidad, para él fascinante, del tío enfermo.

Emotiva “road movie” que comienza como una comedia para derivar hacia la tristeza, las peripecias de un hombre enfermo que fascina a un jovencito que vivía en el cerrado entorno familiar y descubre el poco grato mundo exterior (tugurios, hoteluchos, autobuses destartalados, policías pueblerinos, prostitutas, toda clase de picaresca y comerciantes de discográficas sin escrúpulos). Si el film fuera de John Huston diríamos que es el retrato de un perdedor (La jungla de asfalto, Fat city), rodada por Estwood se habla de retrato del artista moribundo. Un personaje individualista, extraído de la cultura popular, el aprendizaje de un niño a la vida, un relato de itinerario moral.

Un desfile de atractivos e interesantes personajes secundarios, a veces poco aprovechados (la adolescente que se les une al viaje), una continua alternancia de motivos dramáticos, irónicos y cómicos, un final que no voy a relatar, pero deja la impresión de ser un adecuado corolario de una historia de enseñanza. Y es cierto que ofrece todo eso y unas buenas canciones para los amantes del country, pero a mi modo de ver no siempre todos los elementos puestos en juego están bien trabajados, aunque eso sí, esta película me parece mejor que algunas posteriores más reputadas como “El sargento de hierro” o “Firefox” incluso “Cazador blanco, corazón negro”.
Antonio Morales
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26 de febrero de 2010
6 de 9 usuarios han encontrado esta crítica útil
Country, casas de putas, alcohol y tuberculosis. Con semejantes ingredientes la cosa sólo puede ilustrar la historia de un fracasado, un loser. La de perdedor ha sido, es y será una de las figuras más cinematográficas, y sin duda, el personaje favorito de Eastwood, cuya obra refleja diferentes facetas de tal estereotipo: músico, pistolero, policía, ladrón, astronauta, periodista… una gama tan variopinta que va de lo más íntimo a lo más espectacular, pasando por lo más siniestro. Aquí, además, se hace acompañar de uno de sus hijos, Kyle, que en absoluto desentona.

Sin ser una de las grandes obras del de San Francisco, tampoco es una de las menores. Quizá un tanto dispersa y sobrada de metraje, pero con un puñado de buenas canciones, un par de buenos personajes, una historia emotiva y algunos momentos literalmente agónicos.
Shinboneniná
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