Irina Palm

Jueves 5 de junio, 6:20 pm. Cinemex Plaza Insurgentes. Irina Palm (AKA Una dama sin pudor) vuelve a ser un ejemplar del buen cine inglés, al encontrar una historia complicada en la que se revisan los valores morales, así como también los motivos para realizar acciones que se vuelven cuestionables por la sociedad inflexible e hipócrita en la que nos desenvolvemos. Es una película que en todo momento evoca la importancia de la sexualidad en cualquier etapa de la vida y la idea equivocada de su culminación a determinada edad. Asimismo encontramos en el guión las consecuencias del machismo ejercido en el matrimonio e instaurado en la educación, con el personaje principal que asume infelicidad y apatía al nunca encontrar las virtudes de la vida conyugal. Las circunstancias van colocando al personajes en límites insospechados que los harán valorarse como para retomar las riendas de la vida y aventurarse a nuevas oportunidades.

Una dama sin pudor es el título asignado en nuestro país, y aunque se lea un poco moralista creo que tiene un significado mucho mayor; oportuna para casi tres semanas de escasas opciones.

Increíble que se obstaculice su distribución en España debido a la temática ¿qué pasa?; por suerte en México va para su 3ª semana de exhibición, lo que es un síntoma de aceptación.

Afortunada.

Comedia británica negra, negrísima sobre una abuela que busca desesperadamente una manera de conseguir dinero para pagar el costoso tratamiento de su nieto. Pero se ha casado joven y no ha trabajado en su vida, por lo que su empeño topará con la inexorable realidad del mercado laboral. La desesperación la llevará a responder a un anuncio de azafata, el cual no es más que una tapadera de un club erótico. Aunque escandalizada, Maggie accederá a trabajar allí para poder pagar el viaje a Australia que su familia necesita a fin de curar al niño. Pronto se verá inmersa a las críticas y cuchicheos del pequeño pueblo inglés donde vive, en el que la hipocresía social está a la orden del día. El problema radicará en conjugar los dos mundos: el de su trabajo prohibido en pleno centro de Londres y la vida doméstica en un pueblo de las afueras.

La cantante Marianne Faithfull encarna a la viuda inglesa con una verosimilitud fuera de lo corriente, haciendo de su actuación algo excepcional. La evolución de su personaje a lo largo resulta creíble en medio de una película que en ocasiones recuerda a Ken Loach, con ese tono duro y seco. El tratamiento del "codo de la pajillera", símil del que sufren los tenistas, me ha parecido de lo más ocurrente y humorístico.

A pesar de la sordidez del tema, no apreciaremos ningún detalle de mal gusto, y aunque el nivel formal podría estar algo más trabajado, no decepciona en absoluto.

¡Qué generación la nuestra! (la mía, vamos). Somos unos ingratos y unos aprovechados. Que sí. Nos da por tener hijos, pero no tenemos pasta, así que nada de ocuparnos de ellos y nada de guarderías, ¡a los abuelos que van! Los pobres, que ya hicieron su trabajo cuidándonos a nosotros, en vez de disfrutar de un merecido descanso, se pasan la vida lidiando con niños pequeños y chillones, llevándoles al cole, a natación, a judo, a todas partes, preparándoles la comida, aguantando sus dibujos animados, sus pataletas, sus juguetes tirados por ahí… Benditos abuelos. Y, todavía, hay quien pone sus métodos en tela de juicio.

En la peli, sin ir más lejos, un hijo se pilla un rebote morrocotudo con su madre por ayudarle. El chaval tiene a su hijo enfermo, y la abuelita se busca un curro para poder pagarle el tratamiento al niño. Coño, ¡lo que tenía que haber hecho su padre!, pues nada, que se cabrea, encima.

Vale que el curro de la abuela es un poquito así… raro… pero lucrativo, que es lo que hace falta. Lo que pasa es que el ingrato éste, cuando veía de pequeño a su madre tocar la zambomba por navidad, nunca imaginó que la mujer pudiera terminar tocándola fuera de esa fecha y a destajo.

La peli recuerda a “El jardín de la alegría”. Una idea original y transgresora, orientada a la mediana edad, que no se sabe desarrollar y termina dando vueltas sobre sí misma. A favor de Irina Palm diré que, aunque no hay quien se la crea, no se lía tanto como la otra, que se metía en un jardín (de la alegría) del que no sabía salir.

Una comedia interesante, aunque no muy gratificante.

Sí, de eso va poco más o menos esta película. Se trata de una señora rondando los sesenta y muchos (os podéis imaginar a vuestra madre o abuela según los casos) que, con el fin de conseguir dinero para un tratamiento de su nieto enfermo, se mete a pajillera y obtiene un exitazo en su tarea tal que el empresario para el que trabaja, propietario de un club de streaptease, pues se forra gracias a las pajillas de Irina. Bueno, tanto es así que hasta se ve aquejada de una enfermedad profesional similar al codo de tenista: el codo de pajillera.

Que no es coña, os lo prometo. Bueno, ya podréis imaginaros el lote de reir que te pegas con la peli. Y es que contándolo no tiene ni la mitad de gracia, porque ya si veis a la señora con unas pintas que te mueres, el bolsito de la abuela Cleta y la cafetera al lado para tomarse un cafetito con una mano mientras con la otra se dedica a su ardua y exitosa labor zambombera, os partís el culo de arriba abajo. Pero lo mejor es que la peli está planteada como drama social, vamos, en plan serio. Un flipe total.

Pongamos que nos creemos que una señora de esa edad y esas pintas llega a un puticlub a ofrecer sus servicios y el empresario, lejos de descojonarse en su cara, la contrata entusiasmado. Hasta ahí podemos ir tragando. Pero por el amor de diossss, que se formen unas colas de metros a la puerta de la cabina de la abuela mientras el resto de putillas del antro ven cómo su clientela desaparece y se mueren de la pena... Hombre, yo qué sé. No me veo yo a una patulea de tíos que se han puesto berracos como cerdos viendo a las bailarinas de streaptease o un espectáculo porno aguantando horas para una simple paja, por muy bien que pueda hacerlas la abuela Irina, mientras al lado las demás cabinas están libres.

No es que yo domine profesionalmente el mundo de la paja masculina ni mucho menos, pero vamos, salvo que se sea especialmente torpe, yo creo que hacer una pajilla con un mínimo de arte y un poco de cremita no tiene mayor dificultad. Que los señores me corrijan si me equivoco. Al menos a través de un agujero en la pared y sólo usando las manos, que no os creáis que la señora esta le pega a otra cosa, ni a la boca, ni a los pies, ni siquiera una vil cubanilla. Nada, manivela al canto con el agujero de por medio y pare usted de contar. En fin, que no termino de entender muy bien dónde puede residir la dificultad de la tarea como para dejar sin trabajo a todas su otras compañeras. Llamadme ignorante pero yo diría que hasta la puta más novata conoce los misterios ancestrales de una buena paja. O por lo menos debería conocerlos porque vaya ful de puta si no.

(Sigo en spoiler por falta de sitio)

"Irina Palm" es un film que funciona bien sobre todo por dos cosas, uno, la originalidad de su idea, su propuesta es atractiva, diferente (pero esto se pasa a los veinte minutos) y dos, Marianne Faithfull realiza una portentosa interpretación. Del otro lado cae como tantos otras películas, el hecho de que hay que llenar hora y media con algo más que una idea venida de un golpe bueno, hay que profundizar, sorprender, conducir la historia por caminos insospechados e "Irina Palm" va por donde uno se imagina todo el tiempo, aparte de una historia de amor a la que le faltan tres o cuatro escenas más para funcionar realmente. La música ahonda constantemente en una monotonía que no aporta nada, hay personajes muy esquemáticos, y el estilo de Garbarski no aporta la suficiente dosis de originalidad o riesgo como para ahondar sobre todo en el personaje de Maggie a pesar de ocupar todo el protagonismo de la película. De cualquier modo, "Irina Palm" será recordada como una película sobre una viuda pajera con buenos propósitos.