Todos están muertos

Es una película en que Elena Anaya se redime en el papel de mujer atormentada por su horroroso pasado pero también colabora para que la película se redima y sea una muy buena película.
Beatriz Sanchís, en su ópera prima propone una historia con muchos temas e incluso con géneros complicados. La complejidad de su propuesta es grande y la valentía que demuestra también. Elena Anaya consigue dar unidad y coherencia, consigue llenar la pantalla y su historia acaba llegando porque demuestra unas tablas impresionantes. El papel que se le ofrece de protagonista, heroína del pop, no suele ser usual. Pocas películas se basan en una historia en que los principales papeles corresponden a mujeres, pocos también en los que no sea exigencia del guión desnudarse. En este caso más bien lo que se propone es un salto al lado oscuro de la vida, con lo cual puede resultar difícil brillar en esos espacios sin embargo Elena Anaya lo consigue porque demuestra saber moverse en todos los registros y con todos los directores y en este caso directora. Está en etapa de madurez y lo da todo, encandila.
Por supuesto que también lo consigue Angélica Aragón, que demuestra ser una diva mexicana. Derrocha un poderío impresionante, actúa con gran facilidad y se conecta con el mundo de los muertos de tal forma que la dificultad de incorporar a los muertos al reparto gracias a ella resulta factible.
El muerto, el fantasma, el realismo mágico viene de la mano de un actor argentino que da perfectamente el tipo de divo de los ochenta, Nahuel Pérez. Un papel difícil pero del que sale airoso por su atractivo físico y sus miradas. Tal vez la verdad oscura y mezquina que está detrás de este fantasma sea uno de los temas que chirría a lo largo de la historia por abordarlo muy por encima.
Los adolescentes, parcos en palabras y en recursos dan una imagen que corresponde a lo que su edad genera pero aún con todo, proporcionan frescura y ternura. Bien.
Macarena García consigue un registro que no ha logrado en ninguno de sus papeles, casi no se le reconoce porque se suelta en el ambiente mágico de maravilla.
No olvidemos que la música del grupo Groenlandia envuelve toda la peli y se hace necesaria. ¡qué buena música parece de aquella época!

En definitiva, hay que ir al cine para ver algo distinto, una alternativa difícil pero interesante. Te hace pensar y desear que Beatriz Sanchís, empiece con su segunda película y a poder ser con Elena Anaya como protagonista.
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Presentada en el 17 Festival de Cine de Málaga, llega el debut de Beatriz Sanchís con Todos están muertos, una película que recupera a la actriz Elena Anaya después de La Piel que Habito. Según Anaya, no buscaba un papel sino una buena historia, por eso no pudo resistirse ante la propuesta de su amiga Sanchís. En Todos están Muertos, se recupera la esencia, aunque levemente, de la música electrónica ochentera. Lupe fue estrella musical con su grupo, "Groenlandia". Tras un fatídico accidente, no se ve con fuerzas de salir de casa ni recibir visitas. Se levanta cada día para subsistir haciendo tartas de manzana. Por su parte, Paquita, su madre de origen mexicano, acude a la noche de los muertos, sabiendo que le queda poco de vida, para traer de la muerte un espíritu que por accidente, ella no verá, pero sí Lupe. Y aquí nos encontramos con el primer tropiezo de la película, y es que si realmente la trama se centra, o al menos esa era la intención, en que Paquita la haga despertarse de su rutina encerrada durante catorce años, finalmente el peso recae en el hijo, interpretado de forma bastante torpe por el joven Christian Bernal.

Y es que la situación que envuelve al menor es demasiado surrealista, bueno la película en sí juega con el surrealismo y eso es un punto a favor, pero en lo que se refiere a lo que rodea al personaje de Pancho y su amigo Víctor quien tiene un parecido enorme con Zac Efron, es bastante peculiar. Dos chicos de distintas edades donde uno parece estar enamorado de la madre, pero el otro, el mas pequeño, parece sentir cierta pasión por su amigo, y ésto no queda del todo claro aunque lo intuimos. Es demasiado evidente que el mayor no hace amistad con él pequeño por su simpatía sino porque es un fan del grupo de su madre. Ésta situación es la que hace que el personaje de Lupe comience a reaccionar en vez de hacerlo por su madre. Y es que parece que la "resurrección" de ese ser querido es más un estorbo y lo encontramos en el film casi de forma anecdótica, aunque mas anecdótico es ese momento en el que Paquita decide drogarse para verlo.

Es una historia cogida con pinzas en muchos extremos. Elena Anaya no tiene su mejor papel en ésta ocasión. Si la directora pretendía tocar varias temáticas como la dura adolescencia o el intento de ver la muerte como el fin de una etapa, se ha quedado muy corta. Al menos, como ha dicho en la rueda de prensa, ha tratado su historia como una fábula, y para un cuento no habría estado mal, pero desde luego el resultado podría haber sido mucho mejor. Por otro lado, destacamos la banda sonora del grupo Akrobats, quienes hacen la banda sonora y la gran mayoría de canciones con bastante acierto, reflejando la intensidad de un grupo electro-pop de los ochenta. No obstante, el estilo del grupo, reflejado en el álbum The Elvis Tree Orchestra me parece aún mejor en todo momento. En resumidas, y volviendo al film, su premisa pinta mejor de lo que es finalmente. Una verdadera lástima ya que podrían haber hilado mejor ese surrealismo citado y no en lo que finalmente se ha quedado, en una triste historia sin chicha ni nabo con una interpretaciones que dejan mucho que desear.

Por Dante Martín
@Cinebsonet
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Han pasado unos días y aún sigo pensando en la película. Esa mirada perdida de Lupe (Elena Anaya) fruto de su agorafobia, enfermedad que interpreta de maravilla, su cara de miedo al encontrarse con el fantasma de su hermano Diego (Nahuel Pérez Biscayart) que la ayuda a salir de su muerte en vida. Esa voz triste de Pancho (Cristian Bernal) cuando su voz en off dice que la gente sueña con ser una estrella de rock porque no conocen a su madre. Esa dulzura tiñéndose un mechón de su pelo para llamar su atención, sentir un cariño que no le da o simplemente parecerse a ella en un momento de su vida en el que ella era feliz. Desborda ternura al escucharle desafinar cantando y te preguntas como no se le puede querer, sorprende que al final de la película un pequeño detalle le aporte seguridad y éxito.
Los puntos cómicos que hicieron que el público riese a carcajadas, la sonrisa contagiosa de Nadia (Macarena García). La valiente Paquita (Angélica Aragón) con su personaje trágico con unos toques cómicos que tira de su hija y de su nieto a la vez. Ese Víctor (Patrick Criado) que recuerda a Kurt Cobain, encandila a Lupe, a Pancho y al público en general. Todos están muertos es una película especial y emotiva que no hay que dejar de ver.

Es cierto que ésta no es una película perfecta ni redonda ni lo que sea. Sin embargo tiene algo que la hace inclasificable y sorprendente y que no voy a intentar analizar, mejor véanla. Baste decir que, a mi modo de ver, tiene unos cuantos puntos fuertes: un buen guión, unos personajes frescos y muy bien interpretados, una buena fotografía y una mejor banda sonora. Si, como he leído en alguna parte, se trata de una opera prima, la cosa tiene bastante mérito. De hecho lo único que desmerece, en mi opinión, es el arranque que es tal vez demasiado lento y algo enmarañado.

Me da igual que la peli tenga fallos, que los tiene. Unir la movida madrileña con el realismo mágico es una propuesta muy novedosa, leja de tópicos e imagenes requetevistas. Además, la media hora final crece y se hace muy grande. El remate de la peli es maravilloso.
Y Elena Anaya está APABULLANTE. Muy grande esta mujer.