Una obra maestra

La película nos muestra a James Figueras, un crítico de arte en decadencia, desesperado por dar un golpe mediático que lo regrese a las grandes ligas, y que encuentra en la figura de un artista legendario la tabla de salvación a una carrera que se va a la mierda. Conseguirlo lo llevará a pisotear su propia ética y sacrificar lo que más quiere.

De los personajes del filme, el personaje de James Figueras (Claes Bang), crítico de arte sin escrúpulos y que se juega su última carta para salvar una carrera en declive, me ha parecido el más interesante. Es el único que se mueve por motivos personales y sus actos son el motor de la trama. Los demás personajes, entre ellos el de Jagger y Sutherland, los percibo lineales y poco convincentes, en especial el interpretado por Elizabeth Debicki, que parece un títere del destino.

La trama principal se me hace algo floja, pero su desarrollo va in crescendo, hasta que la última parte del filme logra un alto nivel de tensión y suspenso. La escena final, que no describiré aquí, me pareció brillante y terrorífica.

En cuanto al mensaje crítico al arte actual (y a sus especialistas), sin duda es lo más profundo de la película, la cual dibuja a los críticos de arte como una banda de manipuladores, mentirosos y escrupulosos que se venden al mejor postor: vaya forma en que la primera escena desnuda a éstos seudo-críticos. Un espectáculo.

La película va de más a menos, comienza creando una buena atmosfera, con unos personajes enigmáticos, y un ambiente que atrapa y genera buenas expectativas.
La historia es interesante pero, en mi opinión el final es muy acelerado y poco creíble. Además quedan cosas en el aire abiertas y sin explicar. Como siempre digo en todas mis críticas, una cosa es un final abierto (donde todo queda bien explicado pero queda a decisión del espectador darle el significado final) y otra cosa es un final inacabado.

La Dirección es ágil con alguna que otra escena memorable - muy pocas- y la película resulta entretenida.
Los diálogos siempre intentan ser muy brillantes lo cual casi nunca consiguen y resultan algo forzado. Todos los personajes, cada vez que hablan, pretenden transmitir una idea profunda y trascendental. Tanta doctrina llega a cansar.
Los actores bien pero un tanto histriónicos, muy teatrales; especialmente dos de ellos para los que se puede hablar de un típico cameo.
La realización es correcta, lujosa, con gran despliegue de medios pero sin preocuparse en una mínima verosimilitud de los que sucede. Hay momentos en los que el crimen o el fraude parecen de chiste.
El guión está un poco visto, nada sorprendente. Pasó lo que se esperaba que tenía que pasar, más o menos.
Ahora bien, tal como está contada la historia, resulta que no hay quién se la crea. Da la impresión de que se ha montado a toda prisa y a toda costa sin importar un mínimo encaje.
Resumiendo: no es para verla dos veces.

Yo la dividiría en tres partes. El inicio, brillante, complejo, saturado de diálogos inteligentes... Una segunda parte calmada, profunda, quizá menos interesante pues tan solo acerca a su desenlace... Y por fin llegamos al último tramo: un thriller que da sentido a todo el conjunto.

Claes Bang ha sido doblado sin pericia, con una voz monótona, carente de matices; algo parecido a un locutor de documentales, que te aleja de la interpretación del actor.

Elizabeth Debicki ofrece una caracterización plana, básica; ni siquiera llega a parecerme contenida, más bien la calificaría como elemental, incluso simple.

Mick Jagger nos recuerda en todo momento a Mick Jagger. Su imagen resulta tan potente, que no consigues ver en él, algo más allá, del cantante de los Rollings.

Donald Sutherland, viaja desde su lugar exquisito para resolver la parte intermedia con solvencia, seriedad y rigor.

Al final la conclusión que saco resulta extraña, pues me enfrenté a una especie de valle cinematográfico, con dos cumbres, levemente apetecibles. La voy a calificar con un 6.

Pretenciosa, aburrida, lenta.......¿Qué más se puede pedir?

Un marchante de arte (Mick Jagger!!!) le pide a un crítico de arte que robe una obra de un pintor (Donald Sutherland) al que acoge en una de sus casas. De entrada el argumento es delirante y parece que promete, el problema es que algo delirante se convierte en algo aburrido cuando pretende ir de intelectual con conversaciones que aportan cero a la trama.

La segunda parte se convierte en un thriller algo más interesante pero no remonta. Una lástima.