Los blancos no la saben meter

Los tres colores que dominan en esta entretenida obra. Siendo el verde del dinero el hilo conductor.
Que nadie se engañe. Este film no trata sobre el baloncesto, trata sobre el streetball. Lo que en el barrio llamamos "pachanga".
Imágenes de estos partidos mezclados con comentarios de humor y dejando claro el mensaje anti racismo.
Metemos unos mafiosos, una historia de amor y un poco de "espabila chico que ya va siendo hora".
Con todo esto el resultado es una obra muy entretenida con dos actores compenetrados a la perfección.

Entretenida, a ratos divertida, loca y atropellada. Y como amante, y persona que trabaja para el baloncesto, añadiría que de las películas más serias hechas sobre el deporte. No hay trucos burdos ni tomas engañosas, y se ven verdaderas demostraciones de técnica individual, dignas de enseñárselas a los niños pequeños (pero bajando el volumen). Me ha gustado.

Yo también tenía el recuerdo de que "los blancos no la saben meter" era una de esas muchas películas de los 90 simples, superficiales y, posiblemente, mal narradas. Cual ha sido mi sorpresa cuando me lo he pasado como un crío viéndola, no sé si han sido las expectativas, pero creo que es una película infravalorada, sobre todo cuando se venera a otras basurillas contemporáneas como: El rey león, Sospechosos habituales o El silencio de los corderos.

“Los blancos no la saben meter” adolece de muchos de los males de los 90s: mucho ruido, exceso de verborrea/testosterona, estética que provoca epilepsia incurable y argumento complaciente con los guionistas. Pero por lo demás es una película divertida, que no se encuentra exenta de buenos diálogos y reflexiones interesantes, y con un personaje (el de Woody Harrelson) que se siente como un “nota” descafeinado, pues al igual que el Gran Lebowski, es una de esas historias sobre ese tipo de frikis que solo pueden tener lugar en una ciudad como Los Ángeles.

Pero quizá lo que más me ha sorprendido es la naturalidad con la que se hablan de temas que hoy día serían un campo de minas, como son el feminismo y el racismo. Y es que es posible que en los 90 a todos se nos atrofiara el sentido estético hasta el infinito y más allá, pero también es cierto que moralmente íbamos un buen puñado de pasos por delante comparado con la actualidad.

Divertidísima comedia deportiva de la mano de Ron Shelton, director experimentado en este tipo de subgénero.

Se cuentan los avatares de dos jugadores aficionados al basket, Billy (Woody Harrelson) y Sidney (Wesley Snipes), que se dedican a chulear en todas las canchas de streetball de Los Ángeles. Billy tiene problemas de dinero debido a su manía de apostar a cualquier cosa, lo que le provoca más de una pelea con su novia, Gloria (Rosie Pérez), y se ve envuelto en una deuda de juego con unos peligrosos mafiosos. Entre Billy y Sydney se establecerá una relación de amistad muy especial, a base de "piques" entre ellos y retos continuos.

Los diálogos reflejan el estilo de los streetballers en las canchas callejeras, verdaderos bastiones a conquistar por esas tribus urbanas de indumentarias llamativas y comportamientos barriobajeros pero con un sentido de la amistad y el honor muy desarrollados. La relación entre Billy y Sydney va evolucionando desde un mero interés económico a una amistad más sincera.

Wesley Snipes hace un gran papel, demostrando su versatilidad en los papeles donde se requiere destreza física. Woody Harrelson deja también un buen sabor de boca en su actuación, algo más dramática pero resultona. Cabe destacar además el buen trabajo hecho por los dobladores españoles, usando frases y dichos propios de nuestra lengua pero perfectamente adaptados a las escenas. No se puede decir lo mismo del traductor del título original, el cual debería haber sido "Los blancos no pueden saltar", dando lugar así a confusión.

Muy entretenida.

Conocido principalmente por películas de temática deportiva, Ron Shelton dirige a Woody Harrelson y a Wesley Snipes en una cinta que fácilmente puede ser tomada a la ligera, sobre todo si la conocemos por su título en español y vemos su temática sobr baloncesto callejero que, en apariencia, puede parecer poco atractivo para rellenar todo un largometraje de casi dos horas. Craso error.

Como pasa en la cancha, no juzgues por las apariencias sino por las habilidades. Esta producción con Shelton, Snipes, Harrelson, Rosie Pérez y compañía es, evidentemente, un filme cuyo principal propósito es hacer pasar al espectador un rato entretenido mediante las partidas de baloncesto donde se dan cita jugadores con habilidades extraordinarias y mucho ego por la demostración de quien tiene las pelotas más grandes en la cancha. El algodón no engaña y quien espere otra cosa que se olvide. Dicho propósito principal lo consigue superar de sobras gracias a la dinámica entre Harrelson y Snipes que dan perfectamente el pego como jugadores callejeros gracias también al entrenamiento que recibieron por parte de un ex-jugador de la NBA como Bob Lanier.

No obstante, la cosa no solo va de baloncesto y ver quien la tiene más larga sino también de los peligros del juego y cagarla cuando tienes todo lo que necesitas delante, focalizado especialmente en el personaje de Billy Hoyle (Harrelson) cuya subtrama se irá desarrollando a lo largo de la cinta junto con los partidos de baloncesto. Y tengo que decir que esta sub-trama no estropea la peli, sino que la enriquece y aporta un toque de seriedad necesario para que la narración no se vaya de desmadre.

En resumen, apostar por el equipo de 'Los blancos no la saben meter' es apostar a caballo ganador en el que les gustará a los amantes del baloncesto y/o cine ya que tenemos dosis realistas de baloncesto en las calles, interpretaciones más que correctas para lo que se les pide y un ritmo narrativo en el que no hay apenas bajones evitando el aburrimiento. No es la mejor película de la historia, ni pretende serlo, mas esta es una propuesta que merece la pena.