La becerrada

Uno de los títulos pertenecientes a la época dorada de Forqué. Un argumento simpático plasmado con el ritmo adecuado y con escenas divertidas como aquella en la que el personaje que encarna estupendamente Fernán Gómez intenta librar a una niña de un bocadillo que no quiere comerse y al final no se lo come tampoco él como pretendía o las escenas en las que se habla de esos dulces de la monja encarnada muy bien también por Rafaela Aparicio que casi nadie quiere porque tienen poco azúcar. Las facultades de Amparo Soler Leal fueron plenamente aprovechadas por el cine siendo una de las actrices preferidas de Forqué el cual dentro de la amabilidad que caracteriza a este empeño también introdujo en algunas escenas una sorna que resulta sorprendente y que se complementa bien con el resto de los elementos. La mentada Amparo Soler Leal, Nuria Torray y María José Alfonso encarnaron inmejorablemente a las bienintencionadas monjas protagonistas. Desde luego el reparto de lujo lo es todo en este film, porque además José María Rodero y Chus Lampreave también estuvieron magistrales en sus creaciones. Por último hay que destacar a Ana María Noé que en cine destacó especialmente en "Los culpables" de Forn, y a dos actrices que no tuvieron suerte en el cine como Alicia Hermida e Irene Gutiérrez Caba, de trayectorías preferentemente televisivas. Viniendo del Forqué de entonces podía esperarse lo mejor.

Comedieta sobre unas monjas que quieren organizar una becerrada benéfica, con humor cándido y algún gag acertado de Fernán Gómez, en el papel del vividor Juncal.

Para espectadores poco exigentes y que disfruten rememorando estampas, personajes y situaciones que existieron realmente en los años 60.

Muy mediocre comedia española, de esas que a finales de los cincuenta y comienzos de los sesenta tanto gustaba a la parroquia de entonces.
Esta, sin embargo, a pesar de contar con lo más granado del cine cómico español del momento, no puede ser más sosa y desangelada, a pesar de que entre sus guionistas estén el propio realizador y nada menos que Jaime de Armiñán.
Los gags presuntamente graciosos, resultan a veces patéticos, y sólo algún personaje tiene chispa, como el del señorito del pueblo, interpretado de forma jocosa por un José María Rodero inspirado.
El resto, en su línea de profesionalidad, pero con unos textos, con unos diálogos que no sacan precisamente lo mejor de ello/as mismo/as. Como por ejemplo, Fernando Fernán Gómez, que no creo tuviera este film como uno de sus mejores trabajos, aunque seguro que se lo pasó muy rodándola, no en vano le acompañan muchos de sus mejores amigos dentro del cine: Agustín González, Amparo Soler Leal, Manuel Alexandre, Rafael Aparicio...
Rodado en el pueblo de Sabiote, Jaén (España), se trata de un film muy menor que incluso aburre un poquito.

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