Gordos

Nos la habían recomendado, además tenía bastante buenas críticas así que fuimos a verla. Nos defraudó totalmente. Podría resumir esta crítica en una sola palabra: INCREÍBLE y eso, en el sentido más literal de término, es, creo, lo peor que se puede decir de una película. Propone una serie de situaciones tan esperpénticas y tan sin sentido, que hace que a los diez minutos ya te estén dando ganas de ir a visitar el bar. Aunque eso sí, como desde hace años viene siendo habitual en cierto tipo de cine español, no faltan las consabidas escenas de sexo, repetidas una y otra vez, y por supuesto la de una felación. Dicen que no hay película española que se precie sin una buena de éstas. Parecería como que quisieran sustituir así su falta de ideas y argumentos, que a menudo no suelen dar más que para la primera media hora de filmación, como mucho.
En resumen, la película adolece de una descomunal falta de credibilidad y sentido común.

Ya sé que lo del empacho se ha mencionado en alguna que otra crítica, pero -aún así- permitidme que le usurpe a su/s autor/es dicho calificativo porque, francamente, me parece apropiadísimo. Me lo parece porque -si bien “Gordos” pone de manifiesto la tremenda hiperactividad intelectual de Sánchez-Arévalo a la hora de enfocar una misma problemática desde prismas muy distintos- el atracón de perspectivas y situaciones resultante es tan pantagruélico que resulta prácticamente imposible que el espectador consiga sacar nada en claro de toda esta historia por mucho empeño que le eche.

Una verdadera lástima, porque estoy convencido que si Sánchez-Arévalo hubiera trazado su peli con mayores dosis de naturalidad y comedimiento el resultado hubiera sido mejor. Mucho mejor. Y no lo digo porque considere “Gordos” una peli compleja. Que no lo es. Lo digo porque su batido de temores, obsesiones, complejos, transtornos, paranoias, traumas y demás es tan excesivo e hipercalórico que a mi me resulta, sencillamente, indigerible.

“El que mucho abarca, poco aprieta” decía mi abuela. Y cuanta razón tenía…

Siempre me han gustado este tipo de films que plantean varias historias cruzadas, y "Gordos" no es una excepción.
Film inclasificable de cierta profundidad psicológica en el que sobran, a mi entender, algunas de las historias cruzadas que se relatan, pero las que no sobran están muy bien. Me gusta sobre todo la del terapeuta que no puede hacer el amor con su novia porque le produce rechazo su cuerpo embarazado por lo que ello implica. Las interpretaciones de Roberto Enríquez y Verónica Sánchez son sentidas y creíbles y consiguen transmitir la confusión de él y el dolor y la soledad de ella.
Y por otro lado está el contrapunto cómico que es la historia de la familia de obesos, que aun siendo una historia menos cercana, se salda con notable gracias a la labor de los veteranos actores que interpretan a los padres y a la joven actriz que da vida a la hija friki, todo un descubrimiento.
En la otra punta, la historia que menos me gustó fue la de la mujer que trabaja como ingeniero de telecomunicaciones y que se reinventa sexualmente, no quedando muy claro por qué lo hace.
En el punto medio quedan otras historias, algunas de ellas difíciles de entender y de encajar, pero que consiguen entre todas un conjunto coral más que bueno y del que el cine español debe congratularse. Películas así son siempre bienvenidas.

“Gordos” es irregular y asimétrica, como sus personajes. Mezcla comedia y drama, pero sin llegar a profundizar en ningún género. La mejor definición la da el propio Sánchez Arévalo, una “comedia dramática sobre los excesos”.
“Gordos” no se queda en la superficie, en el michelín, se adentra en el interior de cada uno de los personajes. El hilo conductor y que da inicio es la terapia de Roberto Enríquez, que tampoco se libra del análisis de Daniel Sánchez Arévalo.

La sorprendente y reveladora “Azuloscurocasinegro” ha dejado paso a un film más elaborado, quizá de más. La complejidad, los contrastes y la ruptura (“quería llevar los personajes al límite”) exigen un sobreesfuerzo al espectador en sus cinco historias. Ese “engorde” dramático es lo que le quita fluídez a la narración y la hace más espesa. Los matices y las puntadas son sustituídas por un exhaustivo recorrido pormenorizado a lo largo de sus 120 minutos.
El resultado es un complejo retrato sobre las carencias y los trastornos.

El mayor atractivo es el carismático Antonio de la Torre (33 kilos ganados en poco más de 100 días), un homosexual inconformista y siempre descontento, incapaz de mostrar sensibilidad. Curiosamente, sus ataques de ira ponen el punto más cómico. Es, sin duda el gancho y lo mejor del film.
Las debutantes Leticia Herrero (la novia de Raúl Arévalo) y Marta Martín (la hermana gorda) aportan frescura y se constituyen en todo un hallazgo, hasta tal punto que se convierten en lo mejor de su respectivas historias. Verónica Sánchez cumple bastante bien , si bien Raúl Arévalo, en su papel de beato pudoroso no convence. Tampoco el final de su historia, demasiado solemne, ayuda mucho.
En definitiva, “Gordos” es demasiado apetecible al principio, pero al final se hace empalagosa.

He salido del cine realmente enfadado con esta película. He de reconocer que en gran parte se explica por las expectativas que tenía previamente. El resto se debe a que a lo largo de la película se suceden sin respiro situaciones grotescas, diálogos absurdos, carentes de mínima inteligencia, GRITOS por parte de la mayoría de los personajes que no vienen a cuento, falta de respeto, mal gusto y poca elegancia. Podría elaborar un listado enorme de momentos vomitivos. Pensándolo bien, quizá el objetivo del director fuera ese precisamente: quitar el hambre al espectador y de esa manera contribuir al descenso de obesidad en la sociedad española.