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Elefante blanco

Drama Narra la historia de amistad de dos curas, Julián y Nicolás, que tras sobrevivir a un intento de asesinato por parte del ejército durante su trabajo en Centroamérica, se asientan en una barriada de Buenos Aires para desarrollar su apostolado y labor social. Allí conocen a Luciana, con quien lucharán codo con codo contra la corrupción, un mal endémico de la zona. Su trabajo los enfrentará con la jerarquía eclesiástica y con el poder ... [+]
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Críticas 61
Críticas ordenadas por utilidad
18 de julio de 2012
1 de 3 usuarios han encontrado esta crítica útil
Pablo Trapero vuelve mostrar una realidad social de nuestro país desde el lugar más incómodo y con un realismo tan admirable como devastador. Así como en “Carancho”, Ricardo Darín y Martina Guzmán vuelven a ser sus intérpretes en “Elefante Blanco”, film que también tiene su sello estético, mejorado en mi opinión respecto de su último trabajo.
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Luego de unos primeros minutos dedicados a caracterizar a los padres Nicolás (Jérémie Renier) y Julián (Ricardo Darín), “Elefante Blanco” pone primera con una canción de “Viejas Locas”, ideal para darle ritmo y empezar a poner ciertas temáticas sobre la mesa: miseria, pobreza y opresión en las villas en Argentina, con una calidad de vida que lleva a repartir las actividades de sus habitantes entre el trabajo, la delincuencia y la drogadicción. La fe y la solidaridad (aguerridas) serán las pocas gotas de esperanza de una película que no se basa en la narrativa clásica, desde donde se parte de alguna situación inicial para finalizar en alguna otra distinta, sino que se apoya sobre todo en un esquema descriptivo, sin demasiado cambio.
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“Elefante Blanco” es, ante todo, realista. Técnicamente, sus numerosos planos secuencia intentan agregarle algo de “documental” a esta historia y, además, Trapero intenta transmitir ese ambiente triste, lúgubre, hacinado y desprotegido mediante sus encuadres y planos cerrados, su predilección por el rodaje nocturno y la lluvia constante y la iluminación tenue, dirigida y a contraluz que parece fundir los ambientes en un todo indiferenciado. Por otra parte, el sonido desincronizado, el uso del teleobjetivo que enfoca, desenfoca, avanza y retrocede, los planos detalle y los encuadres poco convencionales son otros de los sellos de este director que ya había mostrado en “Carancho”.
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Film violento, explícita y temáticamente. Armas de fuego, narcotráfico y situaciones límite son moneda corriente en estas tierras de nadie, pero además, las sensaciones de sus personajes, excelentemente transmitidas al espectador, violentan el simple entretenimiento cinematográfico para transformarlo en ira, indignación, desesperanza, cansancio, culpa, agobio y desconcierto, pero también en lucha y resistencia. Entre líneas (y no tanto) “Elefante Blanco” parece tomar una posición crítica respecto a las instituciones (Iglesia, Estado y Policía) denunciando su burocracia, hipocresía y corrupción. Algunas citas bíblicas del film lo explicitan claramente.
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“Elefante Blanco” se esfuerza por ser verosímil y realista, aunque en detrimento de la dinámica. Una trama que posee pocos golpes de efecto y una estética que a veces es agobiante se contrarrestan con un desenlace inesperado, una carga dramática importante y un desconcierto en el espectador respecto de los bemoles desconocidos de una realidad social cada vez más evidente. Film que aporta para debate social de una Argentina, muchas veces (y cada vez más) egoísta, prejuiciosa, negadora y tristemente enfrentada.
gonzafer85
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30 de julio de 2012
1 de 3 usuarios han encontrado esta crítica útil
Algunos cineastas de prestigio se han especializado en el cine de denuncia social. Un de los más claros ejemplos es el del británico Ken Loach, en cuya filmografía abundan las alusiones políticas y los mensajes reivindicativos y done la plasmación de conflictos sociales es una constante. De hecho, en Europa ha obtenido diversos reconocimientos en casi todos los festivales denominados “de categoría A”, como Berlín, Venecia y Cannes. Algo similar ocurre con el realizador griego Costa-Gavras, que incluso ha llegado a consolidar su influencia en la compleja industria norteamericana. Sus largometrajes Desaparecido, Z y La caja de música han recibido varias nominaciones a los Oscar y le han reportado al propio director una estatuilla después de tres candidaturas. Es cierto que existen otros nombres pero seguramente estos dos sean los más representativos de este subgénero cinematográfico caracterizado por dar protagonismo a quienes no suelen tenerlo y por plasmar las desigualdades, la miseria y la corrupción. Con independencia de no olvidar el primer mandamiento del cineasta, que no es otro que entretener, ellos se marcan como objetivo que el espectador reflexione sobre mundos que tal vez les resulten muy ajenos pero que, no por ello, dejan de existir y necesitan, al menos, darse a conocer.
Elefante Blanco debe encuadrarse en este tipo de cine. Cuenta la historia de dos sacerdotes que, tras sobrevivir en el ejercicio de su labor pastoral en Centroamérica a un intento de asesinato por parte del ejército, se trasladan a un barrio de Buenos Aires para continuar con su misión de atender a la población más necesitada. Para conseguir sus fines, tendrán que enfrentarse a la corrupción, a la pobreza, a la burocracia, a los gobernantes e, incluso, a la jerarquía eclesiástica, arriesgando nuevamente sus vidas por defender, más que su religión, su compromiso leal hacia los vecinos. La cinta logra transmitir ese espíritu de denuncia y de transmisión de las penurias de ese sector de la ciudadanía tan olvidado.
Sin embargo, desde el punto de vista estrictamente cinematográfico, no logra posicionarse entre los grandes títulos de un subgénero en el que Loach y Costa-Gavras continúan siendo los referentes. Dicho esto, hay que reconocer que el argentino Pablo Trapero es un digno miembro de esta modalidad cuyo fin consiste en despertar conciencias frente a las situaciones de injusticia y abandono a las que se ve sometido un considerable sector de la población.
Ahora bien, el principal atractivo de Elefante Blanco es, por enésima vez, su protagonista principal, el siempre extraordinario Ricardo Darín. Existen actores dotados de una capacidad innata para transmitir emociones y sentimientos, que constituyen un activo indiscutible en cualquier película, que generan una especial complicidad con el espectador, que son versátiles y alcanzan registros interpretativos increíbles tanto en la comedia como en el drama. Que, lo que es más difícil, consiguen arrancar sonrisas en medio de una escena enternecedora o, por el contrario, te encogen el corazón durante un diálogo cómico. Darín es uno de ellos. Sus trabajos en Nueve reinas, El hijo de la novia o El secreto de sus ojos son de obligada visión para todos los amantes del cine y, si me apuran, para cualquier persona, sea o no aficionada al séptimo arte. En esta ocasión, de nuevo interpreta su papel de modo eficaz y, aunque no alcance una cota más alta, sin duda merece la pena disfrutar con su talento.

www.cineenpantallagrande.blogspot.com
gerardops
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24 de julio de 2012
9 de 20 usuarios han encontrado esta crítica útil
Hacía tiempo que no me entraban ganas de levantarme de un cine y marcharme maldiciendo el haberme gastado el dinero en mierdas del celuloide. Ayer fue el día gracias al Elefante Blanco. No me marché porque al fin y al cabo me gusta el cine y sólo el hecho de estar en él me reconforta.

Para entendernos e ir directo al grano, la película es lenta, (más bien soporífera) con demasiados planos gratuítos e intrascendentes (en los primeros cinco minutos sólo se dicen dos palabras) y con un guión sin fuerza ni finalidad. En resumen un auténtico bodrio que además confirma que Ricardo Darín pierde un porcentaje elevado de su genio cuando no rueda con Campanella.

Si te gustó el Secreto de sus ojos, el Hijo de la Novia, Nueve Reinas o incluso la mediocre Un cuento Chino, NO VEAS ESTA PELICULA, porque te horrorizará.

En realidad y pensándolo bien es una mala versión de Ciudad de Dios (ni siquiera se le acerca en realidad) rodada por el peor González Iñárritu (el de Babel o Amores Perros) con un guión del más aburrido Ken Loach. En fin, lo dicho, no malgasten su dinero, gástenlo en alcohol y lo pasarán mejor.
Pagonpa
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17 de julio de 2012
1 de 5 usuarios han encontrado esta crítica útil
Ahí os dejo mi crítica de la película. En mi opinión un tema muy interesante, pero poca profundidad en los personajes:
http://www.blogdepita.com/2012/07/13/un-cura-llamado-darin-elefante-blanco/
pita
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31 de agosto de 2012
6 de 16 usuarios han encontrado esta crítica útil
Jamás, nunca, en mi vida, había sentido tantas ganas de levantarme e irme del cine. Pero claro, gastarte siete euros para levantarte...

Cualquier director de cine debe saber que lo primero que debe importarle es el público, todo el público. Y en esta película parece más bien que va dirigida a un único sector: Argentinos que conocen de cerca el tema del que trata, y creyentes.

La presentación de personajes y situacional, se queda corta, casi inexistente. Tu como espectador debes rellenar miles de huecos que se quedan sin pulir.

Abarca tantas cosas a la vez, que no mira en ninguna dirección concreta. Nunca alcanzas a identificarte con nadie, ni a entender a ninguno de ellos. Frente a la desgana de todos, a la esperanza que se muere, a la impotencia de no poder hacer nada para evitarlo, no hay nada y al no haberlo, toda esa desgana, esa sensación de perdición absoluta, unida a la mala presentación de personajes, se trasmite al espectador de manera que termina cansado y harto de estar ahí sentando, sobre todo cuando desde el principio está claro que no hay ninguna salida para aquello.

Todo esto unido a que las pocas cosas que se pueden observar de las intenciones de los personajes, objetivos y deseos, son completamente previsibles dado que se aferran a tópicos absurdos, hacen que el final, ni te sorprenda ni te importe en absoluto.

Sin duda, la idea era muy aprovechable, pero la han destrozado por completo.

Jamás me he enfadado por pagar 7 euros en el cine, nunca mi ira fue tanta. Me arrepentí de invertir mi tiempo y el de mis amigos en ver algo tan aburrido, algo que ni en casa y gratis soportaría.
Eclaff Anj
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