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El verano de Kikujiro

Drama. Comedia Masao es un niño de nueve años al que le toca pasar las vacaciones de verano con su abuela; así que se acabaron los partidos de fútbol, ya que todos sus amigos se han marchado a la playa. El aburrimiento de Masao es tal que se le ocurre la idea de buscar a su madre, a la que nunca ha visto. Con muy poco dinero y con una fotografía y una dirección como únicas referencias, el plan parece condenado al fracaso. Una amiga de su abuela ... [+]
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Críticas 76
Críticas ordenadas por utilidad
22 de julio de 2012
2 de 3 usuarios han encontrado esta crítica útil
Esta película tiene de todo, violencia, ternura, tristeza, alegría, locura, incertidumbre ... a veces divertida, otras veces aburrida. Una historia sencilla de un niño deprimido en búsqueda de su madre en compañía de un "señor" poco convencional.
Pilar
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6 de mayo de 2013
2 de 3 usuarios han encontrado esta crítica útil
Una lástima que una historia tan prometedora se quede en algo meramente interesante por culpa de un montaje mal ejecutado y un guión al que le sobran bastantes escenas. Esto repercute en que los planos se hagan demasiado largos y el discurso pesado.

Evidentemente, no todo está mal en "El verano de Kikujiro". Tiene sus buenos momentos de ternura lograda y momentos de hilarante humor, aunque considero al personaje de Kikujiro un tanto cargante, demasiado payasete para mi gusto en lo cómico. Falta un humor más ácido, más adulto.

La banda sonora es muy bella, y las interpretaciones, pues bastante normales salvo alguna excepción, en lo negativo la del niño protagonista (¿qué vieron en él para escogerle?) y en lo positivo la esposa de Kikujiro.

En definitiva, una película que es una rareza en el "mundo Kitano" normalmente violento y desenfrenado, que cumple con la función de hacer reír, de hacerte pasar un buen rato, pero que queda lejos de ser una gran obra por su ritmo cansino y la exagerada cantidad de escenas que no aportan nada a la trama y que alargan el discurso innecesariamente.
antonio_corleone
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9 de octubre de 2016
2 de 3 usuarios han encontrado esta crítica útil
No voy a ser objetivo, soy un 'fanboy' de Takeshi Kitano. Posiblemente esta sea su película cumbre (y no Hana-Bi). En ella, un tipo canalla y perdedor se compromete cumplir el sueño de un niño tristón de conocer a la madre que le abandonó. Con esta premisa empieza un viaje que pasa por lo cómico, lo dramático, lo patético y lo surrealista, todo envuelto con una grandilocuente banda sonora de Joe Hisaishi. A ratos recuerda a una versión nipona de El Mago de Oz pasada por el filtro estroboscópico del creador de 'Humor Amarillo'.
JaulaDeArdilla
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20 de abril de 2012
1 de 1 usuarios han encontrado esta crítica útil
-Una historia que a priori no tiene mucho más que dar en manos de un buen cuentacuentos; se convierte en una película divertida soportado casi por completo por Takeshi Kitano con un papel entrañable y muy bien conseguido.
-Personajes envueltos en un ambiente tan extraño, increíble e incomprensible como la cara y los gestos de Kitato, propio del cine del absurdo que no siempre gusta.
rchelsh
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6 de marzo de 2017
1 de 1 usuarios han encontrado esta crítica útil
Es admirable como a veces la fuerza de voluntad consigue imponerse a los trágicos cambios del destino, pues pocos pensaban que el señor Takeshi Kitano pudiera levantar cabeza tras sufrir aquel grave accidente a bordo de su motocicleta que le dejaría afectado de una cojera y una parálisis permanente en la mitad de su rostro...

Sin embargo no sólo dedicó tiempo a la pintura, otra de sus grandes pasiones, sino que regresaría pleno de energía y entusiasmo a ocupar su puesto tras la cámara iniciando una especie de segunda juventud en su carrera cinematográfica, cuyo cenit fue "Hana-bi". Aclamada internacionalmente y galardonada con el prestigioso León de Oro en el Festival de Venecia, aquella sería la obra con la que el director lograra alcanzar la definitiva perfección estética y formal de su estilo y dejara de ser considerado ante sus compatriotas como un simple cómico aficionado a hacer películas.
Dos años después, con motivo de desmarcarse de su cine, pues era muy criticado por las altas dosis de violencia que solía exponer en él, sorprendería a propios y extraños con un proyecto que, efectivamente, poco tenía que ver con sus anteriores obras, y cuya única conexión en estilo y propuesta era "A Scene at the Sea": un niño atraviesa la pantalla, corriendo hacia la nada, y una mochila con alas de ángel le cuelga de la espalda; es el protagonista de esta historia y su nombre es Masao, que acaba de comenzar las vacaciones de verano, sin embargo incapaz de compartir con nadie, pues su abuela, la única persona con quien vive, ha de trabajar.

Una foto y una dirección de la lejana Toyohashi son el incentivo para animarle a ir en busca de su perdida madre, y las circunstancias quieren que le lleve hasta allá Kikujiro, el marido de una amiga de su abuela y ex-yakuza torpe y pendenciero, fermentos de una premisa que bebe directamente de la clásica serie de animación "Marco" y que recurre, como anteriores obras del cineasta, a un largo y significativo viaje...pero el viaje iniciado en "El Verano de Kikujiro", narrado en forma de pequeños episodios, carece a primera vista de los motivos esenciales que guiaban a los realizados por Nishi en "Hana-bi" o a Murakawa y sus hombres en "Sonatine".
Y es que en esta ocasión la presencia de la violencia es casi invisible o pretende pasar desapercibida, al menos en su exposición más explícita y brutal (aunque la sangre se vea sobre los personajes nunca se enseñará un enfrentamiento físico ante la cámara). La travesía pasa por múltiples fases, de la civilización a los espacios abiertos, del ambiente opresivo y sombrío de la ciudad (al que apoyan la presencia de seres como el anciano pederasta o los jóvenes matones) a las carreteras solitarias y los verdes paisajes. Una realidad observada por Kitano desde todos los puntos de vista (atención a cómo su cámara filma desde los ángulos más peculiares), atravesada de vez en cuando por las fantasías y sueños que perturban la mente del niño, en la que los protagonistas parecen tener todos los elementos en contra, sobre todo por la hostil conducta del ex-yakuza...

Pero encontrando de súbito la ayuda de un desfile de personajes a cual más extravagante y que se irán cruzando en su camino, respondiendo curiosamente a figuras situadas al margen de lo establecido como "normal" o "aceptable" dentro de la sociedad. Así, el hombre que estrena su coche, el conductor del camión o el gerente del hotel no desean ayudar a los dos viajeros, que hallan sin embargo la simpatía de unos moteros andrajosos, de un vagabundo que desea ser escritor o de una pareja de jóvenes informales.
Cada paso en la peripecia es un aprendizaje, un redescubrimiento, un obstáculo superado, un retraso recuperado.

(CONTINÚA LA CRÍTICA EN ZONA SPOILER)

Como actor, Kitano se vuelve histriónico y alocado, homenajea a Fred Astaire y Charles Chaplin, recupera su faceta más alegre sin olvidar a sus álter-ego más oscuros y las versátiles articulaciones de su rostro bien pueden hacer reír o apenar; sin muchas líneas de diálogo, Yusuke Sekiguchi sale del paso gracias a una actuación sencilla y natural, encarnando un personaje con el que es fácil identificarse. Atípica pareja seguida de los conocidos Akaji Maro, Daigaku Sekine y Kayoko Kishimoto.
La aparición de Rakkyo Ide y Masayuki Suzuki (antiguos colaboradores de "Takeshi's Castle") e incluso del que fuera pareja de Kitano en sus tiempos de cómico, Kiyoshi Kaneko, acerca más el film a las raíces humorísticas del anterior, y la preciosa y emotiva música del maestro Joe Hisaishi termina de embellecer el conjunto. El actor/director rompe una vez más los estereotipos y nos abre de nuevo su corazón en un proyecto íntimo y profundo (tanto más cuanto que su personaje está inspirado en su propio padre, Kikujiro Kitano), con el cual logra transportarnos a los recónditos recovecos de un extraño universo de fantasía y felicidad al margen del mundo real, habitado por sensaciones que sobrecogen e impactan...

Porque resulta que, a veces, la realidad es demasiado plana, gris, dura y desagradable, nos absorbe las fuerzas y nos aplasta entre sus paredes de tristeza. Por ello no está de más deslizarse de cuando en cuando al mundo de los sueños y las ilusiones, allá donde nuestro espíritu recupere esa luz reparadora para proseguir en el arduo y largo sendero de la vida, allá donde por un segundo podamos sonreír inconscientes y nos veamos colmados de eterna alegría, al igual que Masao.
Busquemos en el recuerdo. Seguramente en algún momento de nuestra existencia nos hayamos sentido como él.
SPOILER: El resto de la crítica puede desvelar partes de la trama. Ver todo
Chris Jiménez
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