Tideland

Jeliza Rose es una niña de diez años que escapa de su miserable realidad de padres yonkis tras un manto de fantasía en el que sus mejores amigas son cabezas de muñecas. Tras la muerte por sobredosis de la madre, Jeliza y su padre (Jeff Bridges) huyen al antiguo hogar paterno en las despobladas praderas tejanas. Allí encontrará personajes reales que encajan perfectamente es su mundo irreal y fantástico.

He de decir que siempre me he declarado fan del extravagante y "especial" Terry Gillian (ex monty python), 12 monos, El rey pescador y sobretodo Brazil me parecen obras mayores, únicas y maravillosas impregnadas del estilo Gillian hasta desbordarse.

De todas formas declararme fan de Gillian no me obliga a alabar cualquier película que éste haga, al contrario, me hace ser más exigente ya que espero la máxima calidad de su estilo. Ésto algunas personas no lo entienden y piensan que cualquier producto de manos de sus directores fetiche debe ser elevado a los altares. Pobres personas.

Tideland ( o Tedioland como alguno acertadamente ha titulado a esta película ) se compone de dos partes no fácilmente distinguibles. La primera, larga y tediosa ocupa 3/4 del film y se compone de la anecdótica y breve presencia de Jeff Bridges y de un interminable monólogo de la niña con esporádicos encontronazos con los personajes que pueblan la pradera, en concreto dos, la taxidermista-bruja y su hermano retrasado. La sensación que produce varía desde la conmiseración hacia la pobrecita pseudo-huerfana (ya lo entenderán) hasta el aburrimiento. No ocurre nada destacable porque en esta película hasta la muerte se convierte en algo aplazable o desdeñable para la historia.

Bajo advertencia no hay engaño, magia pura y sin pretensiones. Vamos a imaginar que somos niños y tenemos fe en las realidades alternas que son resultado de nuestra manera de sobrentender la verdad (que siempre es relativa).

Después de ver varias películas de Terry Gilliam creía que ya no me sorprendería otro film suyo. Pensaba que estaba acostumbrado a su cine. Me equivoqué, me sorprendió, pero no gratamente. Los temas que toca esta película, desde mi punto de vista son muy desagradables. Me parece genial que un director haga su propio cine, y no caiga en el convencionalismo. Pero en este caso creo que se ha excedido. Seguramente el director quería demostrar que es muy diferente a los demás, y lo ha conseguido.

Lo que más me ha gustado ha sido la fotografía y el personaje de Jeff Bridges.
Lo que menos es lo desagradable que resulta a veces y que la protagonista sea una niña. Creo que el papel lo hace correctamente, pero no me gusta ver a una niña o niño con un peso tan específico en una película.

Una maravilla más del gran Terry Gilliam, que demuestra que aún quedan directores que siguen firmes a su personalidad y no se dejan doblegar por tendencias comerciales. Nos devuelve a su mundo onírico; una niña que se sumerge en un mundo de sueños, huyendo e ignorando esa realidad que le ha tocado vivir, viviendo la vida irónicamente e introduciéndonos en su mundo mágico y fantástico... de lo mejor de Terry Gilliam junto a "Brazil" o "Miedo Y Asco En Las Vegas".

Esta es de las películas que te gustan o no te gustan, que te hipnotizan o, directamente, te duermen. En mi caso, a lo largo de las dos horas que dura la peli, he ido pululando de un extremo a otro.

Terry lo intenta con una, a priori, interesante historia de una niña que es hija de unos yonkies y que a la muerte de la madre decide hacer un viaje con su padre, llevándose como únicas amigas a las cabezas cortadas de unas muñecas con las que durante toda la peli mantiene unos diálogos que, a veces, se hacen algo irritantes. En ese viaje se suman dos personajes más que no hacen que la cosa mejore.

Con una buena fotografía y escenas muy originales para mí esta peli naufraga en el tedio por momentos. Una pena, porque las historias "raras" me encantan, pero si me dicen algo, claro. Esta me ha hablado poco.