Las vacaciones del señor Hulot

Simpática comedia que se deja ver por su trivialidad, su amabilidad y sus numerosos gags.

Es una sucesión de gags cómicos que bebe descaradamente de la fuente de los maestros: el estilo de un Charles Chaplin, de un Buster Keaton, de un Harold LLoyd... Apenas hay sonidos en la película (no digamos ya los diálogos...) y los que hay acompañan el gag de turno de Jacques Tati.

Los numerosos gags son alegres (puntualmente incluso graciosos), tiernos, simpáticos, sanos y con un sabor inconfundible a vieja escuela. Como he dicho antes, se nota la influencia de los grandes maestros del cine mudo. También se ve con claridad el uso de la técnica de la pantomima, del mimo y la reivindicación del clown de circo.
Gestos comunicativos y rotundos en todos los personajes (no tienen otra manera de interpretar aquí...) Evidentemente el maestro Tati, payaso oficial de la historia, se lleva el premio.

Y como payaso oficial hace una entrada circense: en un viejo cacharro petardeante, con una bocina (cual Harpo Marx) y con un montón de cachivaches con los que tropezar, empujar... Su atuendo, el uniforme de payaso: pantalón ancho hasta los tobillos, calcetines de rayas, sombrero mal doblado. ¡Sólo falta la nariz! Tranquilos, al acabar la película el payaso se va con los suyos: los niños y ahí sí que lleva su "nariz de payaso" en la forma de una cómica tirita que le cubre toda la nariz.

No hay guión. Sólo una sucesión más o menos afortunada de sketches que, como mínimo, te hacen sonreír y en bastantes casos, te arrancan la carcajada. Conseguir eso con un humor blanco, exquisito y casi 70 años después de su estreno dice mucho de la calidad de Tati como cómico, sí.
¿Y la totalidad de la película? Pues se queda en algo insulsa y...¿boba?

El narcisismo de Tati hace que no reparta protagonismo con el resto de personajes. Hubiera enriquecido mucho esta película. Qué pena.

Interesante la descripción de los huéspedes del hotel y de los bañistas: un ejecutivo pendiente del teléfono (ya en los 50 estaban así...), una turista extranjera, un sociólogo culturetas insoportable, familias con niños, parejas mayores, currantes humildes, una belleza rubia... Lástima que no haya hecho algo de crítica. Si hubiera profundizado en la descripción social de los huéspedes y trabajadores habría sido una película aún más icónica. En fin, eso está reservado al maestro indiscutible: Charles Chaplin.

La fotografía es aceptable y ver esta playa en los albores del turismo con tan pocos bañistas y tanto espacio hace que se te nuble la vista de emoción. Con este comentario quiero remarcar, que hay otro valor intrínseco en la película: es un documento. Documento de un estilo de veraneo y de sociedad. Se merece un respeto histórico.

Cuando en el 53 Hitchcock se preparaba para su época dorada y James Dean estaba al caer, Tati parió esta obra que sería una moda en su época, pero que, pasados los años, no hay quien la vea. Tenemos una sucesión de gags, algunos incoherentes, con ausencia de diálogos y catarata de imágenes.

Jaques Tati, en su segundo largometraje, presentaba aquí a su personaje sobre el que centraría su breve pero relevante filmografía: el señor Hulot, un hombre de mediana edad, alto, desgarbado, torpe y caótico. Un bohemio de lo absurdo. Consiguió un gran éxito de crítica y público. Debido al perfeccionismo con el que rodaba Tati, su filmografía es muy exigua.

A pesar de la gran valoración de la que goza, incluIda en muchas guías de cine como una importante obra maestra de la historia del cine, mi opinión personal es que ha sido una decepción.

Considero que ha envejecido bastante mal. Personalmente, no he conectado con el humor, una mezcla de Chaplin y Keaton, pero del año 1953. El recurso de limitar los diálogos prácticamente a los sonidos de fondo, funciona durante algún tiempo pero se ve demasiado forzado a lo largo de toda la extensión del film.
Igualmente la meticulosa coreografía del señor Hulot resulta demasiado absurda, sin demasiado gracia, apenas provocándome una leve sonrisa de condescendencia.

Se aprecia un gran cuidado en el encuadre, con multitud de personajes dentro del plano, sin duda, propio de alguien que domina esta técnica. La crítica hacia la sociedad burguesa y su hipocresía de las apariencias e incluso hacia las ideas políticas progresistas está presente. Sin embargo, y apreciando todas estas virtudes, el resultado final me ha parecido decepcionante. De hecho, he llegado hasta el final por el gran respeto que me procesa este notable director, pero la película me ha aburrido soberanamente como hacía tiempo que no lo había hecho.

Allá por el minuto 47, me he preguntado: ¿Cuál es el hilo argumental? Sin duda, el argumento (qué argumento?) es una mera excusa para presentar una sucesión de gags, que me parecen muy desfasados (por no llamarlos trasnochados) incluso para 1953. Encontronazos, vehículos que se echan a andar solos, partidos de tenis absurdos, objetos que caen en peceras, patadas en el trasero, bebidas que caen en la ropa, etc… Incluso el famoso juego de fuego de artificiales no me ha parecido nada superior. Será cuestión de gustos.
Lo dicho, no he conectado.